Por primera vez desde 2018 Corea del Norte ha vuelto a operar en los últimos meses sus instalaciones para elaborar combustible para bombas atómicas, según reveló ayer un informe del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). La revelación supone un punto y aparte tras el proceso de acercamiento con Seúl y Washington abierto hace tres años, y subraya los planes de Pionyang de seguir desarrollando su programa nuclear a falta de posturas comunes que permitan siquiera retomar el diálogo sobre desnuclearización, estancado desde 2019.

El texto enumera indicios de que desde febrero el régimen ha retomado actividades de peso en el Centro de Investigación Nuclear de Yongbyon (unos 100 kilómetros al norte de Pionyang), reactivando primero su sistema para reprocesar combustible nuclear y, a partir de julio, su reactor experimental Magnox de cinco megavatios eléctricos. El organismo nuclear de la ONU, que carece de acceso a Yongbyon y a cualquier otra instalación en el hermético país asiático y basa su informe en imágenes por satélite, tachó estas actividades de “profundamente preocupantes”.