La última vez que te vimos fue en el tendido de la Plaza de Toros de Iruña. Un 14 de julio de 2019. Los últimos Sanfermines antes de la Covid 19. Estabas como siempre. Con esa cara de gozo que proporciona el saberse en el paraíso terrenal que es Pamplona durante 204 horas al año. La foto que han elegido tus amigos de las peñas de Baiona para tu despedida habla por sí sola. Sobran las palabras. Ahí estás tú. Con la mirada risueña hacia la arena de la plaza, la mano tendida al mundo al son de la txaranga y sintiendo cómo sube ese vapor de calor humano que se crea sobre el cemento de la plaza de toros en el que se mezcla música, bebida y comida compartida. Una atmósfera especial de felicidad fugaz y frágil que nos hace elevarnos por encima de grada. Hacia el cielo azul. Azul Jarana. Azul Aviron.

En Iruña echabas el corazón por la ventana. Desparramabas sentimientos, alegría y vida. Repartías abrazos, saludos, conversaciones, canciones, brindis a todas horas y en todos los sitios. Era imposible dar un paso sin que te pararas con alguien. Conocido o por conocer. En Baiona nos cuentan que aún era peor... Tu sociabilidad y curiosidad vital eran ilimitadas. Generoso hasta el extremo. En lo material y en lo inmaterial. Siempre rodeado de gente que te quería como nosotros/as, aunque también tenías tus propios ritos particulares como el del café Iruña. Ratos y lugares en el que te reencontrabas a solas con tu pasado, tus sueños, tus dudas y tus creencias. ¡Cuántas cosas pasaban por esa cabeza detrás de esa mirada y sonrisa que escondía una nueva idea, otro pensamiento, otras propuesta disparatada o utópica!

En Iruña te sentías como en casa. Porque Pamplona era tu otra casa. Y La Jarana, tu otra peña además de Itsusiak. Llevabas muchos años viniendo a San Fermin. Siguiendo la estela de tu padre, de tu madre -la incombustible Lou Lou- de tus hermanos Michel, Sophie… También últimamente con Isabelle, una mujer que supo entenderte y atenderte como nadie. Hay muchos visitantes de Baiona que acumulan decenas de txupinazos, pero creo que pocos como tú sabían de qué iba esto. Porque, aunque quizá no eras consciente, lo cierto es que, con tu manera de ser y de estar, habías logrado descubrir la “fórmula secreta” de San Fermín. Algo que incluso muchos pamplonicas que se creen grandes sanfermineros ni siquiera intuyen. Aunque tu vida laboral y personal te había llevado por muchos puntos de Francia, estabas empadronado en la fiesta por nueve días al año. En el Casco viejo de Iruña. En la calle Jarauta. En nuestros queridos Sanfermines con cuya esencia conectaste perfectamente. Encontrarte y perderte mil veces en un día o una noche. Montar una juerga con cualquier tontería. Saber que lo hiperbólico, lo exagerado y lo surrealista es lo más normal en San Fermín. Bailar y reír con gente que quizá no conocías de nada más allá de compartir el flechazo del amor por una fiesta sin igual que funciona como Internet. De ahí su potencia sin igual. Llena de hipervínculos que te llevan, al hacer click, de una cuadrilla a otra, de una calle a otra, de un bar a otro… Sin más rumbo que las ganas de disfrutar. Tejiendo redes sociales sin parar. Amigos y likes de verdad.

Te encantaba cantar y contar. Lo de cantar se da por descontado siendo de Iparralde. Pero escribías muy bien. Que lo sepas. Ya decías en tus últimos mensajes que San Fermín representaba para ti “el poder de la vida”. Que los Sanfermines “no se entienden, se viven”. Que esta ciudad y estas fiestas, con su gente, era la mejor “terapia” que conocías. Que esa “energía positiva del día 6” era más importante que creer en nadie ni nada superior. Por eso, querido amigo, nunca perdonaremos a esta maldita pandemia, al Covid 19, que te haya dejado sin tu chute de vida sanferminera. No has podido resistir dos años sin Iruña y sus fiestas. Y te has ido a echar el último pote por tu cuenta. Sin avisar. Dejándonos un agujero en el corazón colectivo. Pero seguro que estarás por algún sitio de ahí arriba, con una copa de alguna bebida rara en la mano, agarrando a alguien por el cuello y diciéndole con ese acento tan propio: “Verás, te contaré, he tenido una idea…”. Hasta siempre Jean. Que la nueva vida te sea tan azul como La Jarana y la costa del mar que se llevó tu último “adiós.” Mejor, un “gero arte”. “Beti arte”, laguna. Este 6 de julio brindaremos por ti.

Tus amigos/as de la Jarana, Iruñako Peña.