Inauguración del curso universitario e inequívoco mensaje de la presidenta Barkos: la implantación del grado de Medicina en la Universidad Pública de Navarra es “un procedimiento imparable” y “será una realidad en Navarra, atendiendo y respondiendo a las necesidades del conjunto de la sociedad”. Asunto que lleva lustros larvado, apenas discutido con rigor. La consejera María Solana ha detallado en respuesta parlamentaria la pauta, metodológicamente correcta, que sería necesaria para abrir las aulas: primero que el proyecto docente sea validado por la Aneca, luego desarrollar un plan de captación del profesorado, y por último la adecuación de una sede, para lo que inicialmente se cuenta con el edificio de Ciencias de la Salud de la avenida de Barañain. Este pasado viernes tuvo lugar una reunión de la Conferencia de Decanos de Medicina, y no me resisto a transcribir algunos de los datos que ofrecieron. El número de facultades de Medicina ha pasado en España de 28 a 42 en una década, y según Antonio Compañ, decano de la Miguel Hernández, “cada vez hay más facultades de Medicina y menos profesores para enseñarla”. En EEUU admiten el 2,6% de solicitudes para estudiar esta carrera y en España el 30%. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda, en sus criterios de calidad, que haya 0,5 facultades de Medicina por cada millón de habitantes. En España doblamos esa cifra: hay 0,96 por cada millón. Otros países de Europa como Francia y Reino Unido están entre 0,4 y el 0,5. No hay suficientes plazas de Médico Interno Residente (MIR), imprescindibles para completar la formación, para todos los licenciados. Actualmente salen cada año de las universidades española 7.000 estudiantes de Medicina para algo más de 6.000 plazas MIR, pero además hay una bolsa hay otros 7.000 graduados en espera, por lo que en total son 14.000 personas optando a 6.000 plazas, y así cada año. También según la OMS lo ideal sería un estudiante de esta carrera por cada 10.000 habitantes, lo que teniendo en nuestro país supondrían un total de 4.650 cada año, pero actualmente cursan el grado 7.000. En Estados Unidos ninguna universidad admite más de 200 estudiantes de entrada cada curso, mientras que en España cada año entran más de 300 de media en cada facultad de Medicina.

Hasta aquí los datos. Parecen bastante elocuentes de que estamos ante lo que cualquier plumilla calificaría como de burbuja, una sobreoferta de capacidad universitaria que forma muchos más médicos de los que son necesarios, condena a los excedentarios a la frustración y obliga al contribuyente a financiar formación no necesaria. Tal vez la carrera de Medicina tiene dos características que no se dan en otras licenciaturas. Una, que es la más competitiva de todas, porque al cabo de la carrera la mayoría de los licenciados optan por hacer el MIR, que selecciona sólo a una parte de ellos para acceder a una especialidad, imprescindible para ejercer. La segunda es que académicamente no tiene fronteras, porque tampoco existen en el conocimiento científico ni en la casuística de los pacientes. Un médico español tiene que estar formado con el mismo nivel que uno norteamericano o finlandés. La conjunción de estas dos evidencias implica que cualquiera de las 42 facultades de Medicina españolas tiene que trabajar con idéntica pretensión de excelencia que la mejor del mundo. En cambio, vamos camino de tener una de esas facultades en cada provincia, y parece obvio que es imposible impartir la licenciatura con suficientes garantías por aquí y por allá. En Navarra hemos aceptado acríticamente que sea el Gobierno de Navarra, este y todos los precedentes, el que anuncie decisiones del ámbito académico de la UPNA, tal es la función nodriza que el poder político asume, y tal es, lamentablemente, la carencia de madurez y autonomía real del centro universitario. Montar una facultad de Medicina sin atender a una necesidad objetiva, sin mirar a medio plazo, actuando por complacencia gremial o electoral, sin poder garantizar un suficiente nivel de calidad, sin entender que en este asunto no caben localismos, es un grave error. También, algo innecesario para dotar de relieve claustral a la UPNA, que lleva años destacando por sí en ámbitos muy diversos, como las ingenierías o las ciencias sociales. Poner una facultad de Medicina sería un fraude por generaciones, aunque se haga con la mejor de las voluntades.