pamplona - No parece que el Gobierno del PSOE en el Estado esté muy por la labor de dejar que Navarra emplee el superávit que sus cuentas registraron en 2017 para acometer los 113 millones de euros en inversiones financieramente sostenibles. Da igual que Navarra se haya agarrado a la disposición adicional 116 de la ley de Presupuestos Generales del Estado para 2018; que el dinero para las inversiones esté esperando, quieto, en las arcas forales; o que el Parlamento de Navarra aprobase, el pasado 4 de octubre y sin votos en contra, la proposición de ley que articula las inversiones y que ya está publicada en el Boletín Oficial de Navarra.

De momento, el Ministerio de Hacienda no ha trasladado ninguna comunicación oficial a Navarra, ni mucho menos ha expedido la autorización que, al parecer, haría falta en caso de que (como sostiene el Estado) la Comunidad Foral haya incumplido la regla de gasto. Es más: los contactos a nivel técnico que de momento han mantenido el departamento de Hacienda de Mikel Aranburu y el Ministerio de María Jesús Montero apuntan a que el PSOE estaría siendo reacio a dejar vía libre a Navarra para que utilice su superávit en inversiones que no comprometen gasto a futuro (las únicas que se pueden hacer en base a la ley de Presupuestos estatal).

el psoe, sin voluntad política “Tengo que decir, e igual luego tengo que rectificar mis palabras, que advertimos una interpretación excesivamente restrictiva por parte del Gobierno del PSOE hacia Navarra de lo que es esa disposición 116”, asumió ayer Aranburu, al ser cuestionado por el desarrollo de las conversaciones. Es decir, que el Partido Socialista en Madrid mantiene el doble juego que mostró el PSN ya desde que el pasado 20 de septiembre el cuatripartito se lanzase a registrar la ley en el Parlamento foral. Un doble juego que se basa en sostener en público que sí, que los socialistas quieren esas inversiones, mientras que en privado maniobran para dilatar e impedir las obras. ¿Por qué? Primero, porque el PSN no quiere que el cambio pueda apuntarse al tanto de unas inversiones a las que los socialistas han llegado al humo de las velas.

Y en segundo lugar, porque el partido de María Chivite está haciendo en Navarra el trabajo sucio de la ministra Montero, que no es otro que el de mantener las estrecheces de las leyes de austeridad emanadas de la reforma del 135 de la Constitución.

En este punto, desaparece la voluntad política y la “valentía” que Chivite exigía al PP meses antes de que Sánchez llegase al poder. Montero tiene que cuadrar las cuentas, como antes que ella Montoro (PP), y no quiere que Navarra gaste en inversiones un dinero que podría ir íntegro al pago de la deuda. Eso no lo reconocerán los socialistas en público, pero en esencia es lo que subyace en esta operación.- A.I.R.