No hubo sorpresas. La primera ministra británica, Theresa May, ganó ayer sólo por 19 votos la moción de confianza que había presentado contra ella el líder laborista, Jeremy Corbyn, por 325 frente a 306.

May lo consiguió gracias al apoyo de sus compañeros de partido y a los diez representantes del Partido Unionista Democrático (DUP, por sus siglas en inglés), sus socios de gobierno en Westminster. Por su parte Corbyn tuvo el apoyo del Partido Nacionalista Escocés (SNP), Liberal Demócratas, los galeses del Plaid Cymru y el Partido Verde. Tras el fracaso de este voto de confianza, los laboristas confirmaron que no propondrán más.

Horas antes, Corbyn acusó a May de liderar “un gobierno zombie” sin ninguna esperanza de impulsar un acuerdo de brexit, e instó a los parlamentarios a respaldar una moción de no confianza en el gobierno, tras la derrota por 230 votos del martes, que recordó fue “la mayor en la historia de nuestra democracia”.

“Para cualquier convención de este Parlamento, por cualquier precedente, la pérdida de confianza y apoyo debe significar que hacen lo correcto y renuncian”, dijo Corbyn. “Si un Gobierno no puede obtener su legislación a través del parlamento, debe ir al país a por un nuevo mandato y esto debe aplicarse cuando se trata del tema clave”.

Pero la primera ministra, antes de ganar la votación de ayer, después de que los rebeldes conservadores brexiters y sus socios unionistas demócratas se comprometieran a respaldarla, dijo que una elección causaría división, incertidumbre y demora, y era “lo peor que podíamos hacer”. May elevó el tono durante su intervención criticando a Corbyn de “traidor” hacia “todo” lo que ha defendido su propia formación.

Quien también apareció ayer en el debate fue el exlíder conservador, David Cameron, quien convocó el referéndum, reconociendo que lamenta haberlo perdido pero no así el haberlo convocado. En declaraciones a la BBC, Cameron insistió en que su partido había prometido a los electores celebrar un plebiscito europeo antes de los comicios generales de 2015 y que él simplemente hizo lo prometido. El antiguo líder conservador recalcó que respalda a la primera ministra en “su objetivo de tener un acuerdo de asociación con Europa”.

Ahora, ganada la moción de confianza presentada por Corbyn, la actividad sigue en Westminster para May, en su intento de desatascar su frustrado acuerdo del brexit. Las principales opciones que se ven en el horizonte son tres y ya no sorprenden a nadie: Los que quieren aplazar (hasta julio o final de año) y discutir nuevas condiciones. Al frente de este grupo está el propio Gobernador del Banco de Inglaterra. En la misma línea apunta el ministro de Economía y Hacienda, Philip Hammond, quien abrió a la posibilidad de prorrogar el artículo 50 en una teleconferencia con representantes del sector empresarial. Y la propia primera ministra, que hasta ahora había negado esta opción, admitió por primera vez entre líneas esta opción, explicándoles a los diputados que, para que la Unión Europea la acepte, Westminster tiene que alcanzar un plan.

segundo referendo Apodado como “un rebelde del brexit”, el ex fiscal general británico Dominic Grieve está al frente de la campaña suplicando un segundo referendo sobre la salida de la UE. En uno de los proyectos de ley que presentó, busca iniciar los preparativos para un referendo, mientras que el otro busca llevar a cabo la votación. Grieve es un acérrimo defensor de la permanencia en la UE y uno de los muchos conservadores que rechazaron el acuerdo de la líder de su partido el martes por la noche. Para que su iniciativa saliera adelante, sería necesario contar con suficiente apoyo tanto en la Cámara de los Comunes y de la Cámara de los Lores para aprobarla y convertirla en una ley.

Lo cierto es que también ha habido varias llamadas ciudadanas pidiendo el conocido como “voto popular”, pero sin el respaldo del partido laborista es imposible que salga y hasta ahora, Corbyn se muestra reacio a liderar este frente. Según Sky News, un grupo de 71 diputados de los 256 que la formación tiene en el Parlamento pidió en una carta a Corbyn que lidera la llamada a favor de una nueva votación.

Los ‘brexiters’ quieren salir ya Están cansados de falsas promesas, no quieren ni oír hablar de más negociaciones con Bruselas y creen que la respuesta de la UE a la hora de negociar es una tomadura de pelo. Llegados a este punto, están dispuestos a salir sin ningún trato a favor ni acuerdo y empezar una ronda de contactos con otros socios internacionales. No tienen en cuenta los riesgos para la economía o el empleo y se muestran convencidos de que a Londres le irá bien fuera del bloque común. Pero, si no se puede llegar a un acuerdo, también significa que no habrá un período de transición de 21 meses como está previsto. Si ese fuera el caso, los consumidores, las empresas y los organismos públicos tendrían que responder inmediatamente a los cambios que se produjeran al abandonar la UE. Uno de los problemas clave con un escenario de no acuerdo es la incertidumbre a la que conduciría la vida y el trabajo en Reino Unido, y no parece que, pese a sus fuertes discrepancias, May y los parlamentarios tomen esta vía.

División frente a Westminster

Banderas. Las concentraciones en el Parlamento británico de euroescépticos, proeuropeos y de quienes abogan por un segundo referéndum del brexit se han convertido en un símbolo de la gran división en la que está sumida la sociedad del Reino Unido. Un día después de que los diputados rechazaran el acuerdo alcanzado entre Bruselas y Londres, banderas europeas y británicas, pancartas con mensajes como Stop the brexit mess (Fin al desastre del brexit), The people want to speak again (La gente quiere hablar otra vez) y Nobody voted to be poorer (Nadie votó para ser más pobres), ponen de manifiesto la falta de consenso.