la efeméride del centenario de Eusko Ikaskuntza merece un sincero reconocimiento por parte de la sociedad y las instituciones vascas. Este homenaje ha de servir para mirar al pasado, aprender de experiencias ya vividas y alimentar la esperanza en el futuro. Sin caer en la autocomplacencia, sin dormirnos en los laureles, sin confiar en que la inercia resuelva nuestros serios problemas, haciendo una prospección como la que sus precursores impulsaron hace cien años, los vascos debemos poner las luces largas y pensar qué sociedad queremos para futuras generaciones, cómo debemos construir colectivamente nuestro futuro.

El reconocimiento institucional se sustenta en motivos de agradecimiento que superan la ya de por sí importante efeméride del centenario; si hubiera que fundamentar motivadamente el listado de méritos sin duda el primero de ellos queda vinculado a la reivindicación universitaria y a la gestión realizada por parte de Eusko Ikaskuntza para avanzar hacia la creación de una universidad vasca. En 1979, refiriéndose a esta cuestión, decía Mitxelena que el alumbramiento de nuestra universidad se produjo “tras una noche demasiado larga”. Hacía alusión al larguísimo tiempo que tuvo que transcurrir hasta la creación de nuestra UPV/EHU.

Su 18º Congreso ha sido expresión del carácter de punto de encuentro de Eusko Ikaskuntza para personas con plurales sensibilidades e intereses en torno a preocupaciones, ideas y sentimientos compartidos. Lleva un siglo anticipando análisis sociales y culturales, promoviendo reflexiones y propuestas innovadoras, difundiendo saberes, promoviendo la vertebración de Euskal Herria como realidad cultural y social, generando debate y estimulando la creatividad. Ha contribuido a la Comunidad Vasca Global y fiel al cometido para el que nació busca aportar respuestas eficientes a las preocupaciones, inquietudes y desafíos a través del estudio de Euskal Herria y de su cultura en las complejas coordenadas del mundo actual.

Los contextos sociales complejos como el actual exacerban la búsqueda de soluciones individuales, del “sálvese quien pueda”, de la vuelta a la autarquía. Con frecuencia, la crisis gripa el motor de nuestra solidaridad y nubla el horizonte futuro, incapaz de ser visionado por encima de las aspiraciones individuales de cada persona. Y en este catártico y duro contexto, Eusko Ikaskuntza debe elevar el listón de la generosidad vital, social e intelectual, para ser capaz de ilustrar desde la humildad y el conocimiento a esta sociedad, aportar reflexiones que permitan civilizar colectivamente ese futuro de nuestra sociedad vasca.

El gusto por el trabajo bien hecho, el ejercicio de responsabilidad individual y colectiva en beneficio del bien social común son valores a preservar y revalorizar. El altruismo intelectual, alejado de egos y vanidades individuales, la visión compartida de un proyecto ha de seguir siendo referente de nuestro actuar. Vivimos un presente acelerado, sin tiempo para la reflexión y el debate sosegado.

La razón de ser de Eusko Ikaskuntza impulsa hoy día la exigencia de seguir siendo fieles a nuestro pasado, a nuestros fines y objetivos, y proyectar ese amor hacia el país, ese deseo de ser útiles a través de una aportación reflexiva, serena, constructiva anclada en el presente e impulsada hacia la creación de campos de reflexión que aporten esperanza, ilusión, motivación, espíritu de mejora y superación.

Eusko Ikaskuntza ha trabajado siempre desde la humildad intelectual, gestando proyectos útiles para la sociedad vasca, convertidos ahora en realidades autónomas y que desarrollan su papel creador en áreas como el Derecho, la cultura, las ciencias o el euskera. La omnisciencia queda para los sabios. Por ello, trabajar en auzolan, poner en común nuestros atomizados conocimientos al servicio de un objetivo social común, ha sido seña de identidad y dique frente a individualismos que frenen la visión conjunta de país y la interdisciplinariedad necesaria para avanzar en un proyecto común, coordinado desde lo heterogénea, desde la diversidad de concepciones y de conocimientos.

El movimiento científico y su desarrollo ha alcanzado cotas de enorme complejidad y perfección, pero los principios que alentaron la creación de la Sociedad, animan y dan cuerpo en nuestros días a cuantas actividades promueve y realiza para mejorar los conocimientos y enriquecer al individuo en su ámbito personal y social. El paralelismo entre las circunstancias del nacimiento de Eusko Ikaskuntza y el contexto social actual, y el hecho de que aquel proyecto se fundamentase en bases metodológicas y en planteamientos que hoy han adquirido una primacía ideológica impensable hace unas generaciones debe servir para incentivar nuestra laboriosidad. Ojalá sea así, y su modelo subsista al menos otros cien años más. Será prueba de éxito de un trabajo de reflexión más necesario que nunca.