pamplona - “Yo soy un preso político, no un político preso. Jordi Sànchez y yo somos activistas sociales”. Con esta descripción que trufa el juego de palabras con que se quiere catalogar a los procesados por el 1-O, Jordi Cuixart, expresidente de Òmnium Cultural cuyo cargo no era el de un representante salido de las urnas, arrancó una declaración que fue todo un alegato al pacifismo que predican las entidades soberanistas civiles, negando que el 20-S incitaran a la violencia y colocando al Estado español frente a un espejo por tratar de cercenar derechos como el de manifestación, reunión o expresión.

Aseguró Cuixart que su prioridad “no es ahora salir de prisión, sino la resolución del conflicto”. Reconoció que algunas de sus aseveraciones ante el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena tenían como motivación dejar la cárcel por el “impacto emocional” que le causo acabar entre rejas sabiendo que fuera dejaba a su mujer e hijo recién nacido. Fue por lo que en enero de 2018 señaló que el referéndum fue meramente “simbólico” y que una consulta sobre la independencia de Catalunya solo podía ser convocada por el Gobierno español.

Acusado de un delito de rebelión por el que se enfrenta a 17 años sin libertad, el exdirigente de Òmnium, con un lenguaje coloquial, a preguntas del fiscal Jaime Moreno, destacó que “los españoles deberían estar orgullosos, porque el 1-O fue el ejercicio de desobediencia civil más grande de Europa”, propio de “sociedades desarrolladas” como ocurrió en Escocia o Canadá, avisando de que habrá tantos referéndums como sean necesarios hasta que en uno no “haya violencia policial”.

Se definió como “medio español”, de madre murciana, mientras relataba que ejercerá la desobediencia ante cualquier situación que considere “ilegítima e injusta”, porque se mostró convencido de que “es un instrumento de las sociedades para progresar socialmente”. Como ejemplo puso a Rosa Parks, Gandhi o Luther King. Y más cercanos, por su actitud “pacífica y festiva, coraje y decisión”, Muriel Casals, quien le precedió en el cargo en Òmnium hasta que falleció.

El 20 de septiembre fue una “convocatoria espontánea” y “un punto de inflexión” en la sociedad catalana, con 750 alcaldes imputados, detenidos y registros, evocó Cuixart, para quien el sentimiento de autogobierno está arraigado en Catalunya, “va más allá del independentismo”, de ahí que los ciudadanos se sintieran “agredidos”. “Y pasará lo mismo si aplican más 155”, advirtió. “Imaginen que en Francia se suspende su autonomía. Reaccionarían igual: sin violencia pero con determinación”, ilustró. El “concepto de violencia que alguien interesadamente ha puesto encima de la mesa no existía”, precisó, e incluso “a Sànchez y a mí nos empiezan a buscar en Google a partir de ingresar en prisión. Son ustedes los que nos han hecho famosos”, bromeó un Cuixart que asumió la concentración en la conselleria de Economía lamentando que se destrozaran coches de la Guardia Civil, “episodios aislados” en comparación con la violencia ejercida el 1-O por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.

los coches dañados Disertó respecto a que “el franquismo también era un Estado de derecho” pero que “la democracia está por encima”, antes de replicar al fiscal por una pregunta capciosa. Se le interpeló sobre si su llamada a una concentración pacífica era porque temían acciones violentas. La cuadratura del círculo de la Fiscalía. De hecho, Cuixart se ofendió. Ahí entró al destrozo de los coches de la Guardia Civil, donde explicó que “no fui consciente de los coches dañados hasta que a medianoche se desalojó la zona. Tampoco me gusta ver a los guardias civiles rompiendo puertas de colegios para quitar cajas de plástico”. No obstante, asintió que “derivó en una actitud que no es propia del sentimiento soberanista”.

Negó que la comisión judicial que registraba Economía no tuviera “libertad de movimientos”, y reiteró que “nunca vamos a entender que la violencia sea un instrumento para comunicarnos con el Estado. Somos el país de Pau Casals”, repitió como el exconseller Josep Rull. Asimismo, justificó sus tuits para proteger los colegios el 1-O. “Cuanto más gente había más se visualizaba que la violencia policial era desproporcionada. Los policías podían haber logrado el mismo objetivo con un poco de paciencia”, argumentó Cuixart, que se negó a contestar a la Abogacía del Estado y a Vox. En cuanto a la hoja de ruta adujo que “no es un documento estratégico, sino una declaración de intenciones”.

Vox se queda fuera por llegar tarde

Hoy, Rajoy. El secretario general de Vox, Javier Ortega Smith y el vicesecretario jurídico, Pedro Fernández, letrados que ejercen la acusación popular, llegaron tarde a la primera sesión de la semana que se abrió con la declaración de Jordi Cuixart, y se tuvieron que quedar fuera de la sala del Tribunal Supremo donde se lleva a cabo la vista oral, en la que hoy comparecerá Mariano Rajoy.