Llego a Irlanda del Norte por tercera vez en pocos años. La verdad que esta tierra siempre tuvo algo especial para mí y realmente me doy cuenta de que el clima está cambiado. No sólo porque un intenso sol y 16 grados pasado el mediodía me hacen tener que quitarme el abrigo caminando por Belfast, sino por las expresiones de la gente cuando pregunto por la siguiente cuestión: el brexit. No sólo la universidad y mis estudios de Ciencia Política me han traído hasta aquí, sino también el interés en saber qué está pasando y cómo están viviendo estas semanas antes del brexit los agentes clave que participan en la vida social y política norirlandesa. Mucho se está hablando estos días en los medios de comunicación de que el verdadero problema del brexit está en la situación de Irlanda del Norte, que pertenece a Reino Unido y su frontera con la República de Irlanda. Pues bien, decidí ir a investigarlo de primera mano. Nada más llegar me doy cuenta de que hay líneas nuevas y nuevos servicios de autobús urbano, acompañados de una pegatina con la bandera europea y una inscripción nos dice que han sido subvencionados con el fondo europeo de desarrollo regional. Al tomar la línea que me llevaba a mi destino paso por la elegante Dublin Road, donde se encuentra la oficina de la Comision Europea en Irlanda del Norte con cantidad de funcionarios trabajando en ella, mientras me pregunto qué será de ellos en unas pocas semanas. A menos de un mes de la salida definitiva de Reino Unido de la Unión Europea, la opinión general más que un “a favor” o “en contra” es la de “no lo sé”. Éramos muchos los que veníamos aquí con la idea de que una tierra que ha vivido décadas en conflicto y violencia, con comunidades perfectamente divididas y diferenciadas, tendría una opinión general también muy dividida en cuanto al brexit. Pero conversando con cantidad de personas se llega a la conclusión de que la tónica general es la de la incertidumbre ante todo.

Liam, sentado con una pinta de cerveza, viendo a Theresa May por las noticias con sus constantes idas y venidas de Bruselas, en un famoso club republicano del oeste de Belfast, me cuenta cómo esto del brexit “es cosa de los británicos” y que tanto él como sus convecinos pasan bastante del tema. Me afirma que la presión a la que está sometido el Reino Unido “hará que en menos de diez años veamos la reunificación irlandesa de nuevo”, pero que no cree que la violencia vuelva a las calles norirlandesas. Bajando esa misma calle, en la fuertemente católica y de identidad irlandesa Falls Road, me recibe Emmet, del partido Sinn Féin Republicano y me explica que a ellos el brexit no les asusta, sino que lo ven como “una oportunidad” para dicha reunificación, lque quieren aprovechar para poder mostrar sus alternativas de república, federal y socialista, las cuales pretenden hacer llegar hasta a la población unionista, haciéndoles ver que a ellos también les afecta de manera negativa el brexit y mostrándoles que “en la República de Irlanda tendrán un mejor futuro que en Reino Unido”.

Cambiando de rumbo me dirijo esta vez al este de Belfast, predominantemente protestante y de fuerte sentimiento británico, donde en las oficinas del segundo partido unionista más importante de Irlanda del Norte, el Partido Unionista del Ulster, me recibe Lindsay. Ella además de ser presidenta de uno de los once consejos administrativos en los que se divide Irlanda del Norte, trabaja para Jim Nicholson, parlamentario europeo del UUP en Bruselas. Tras una entrevista en la que me afirma que, aunque primeramente ellos apostaban por el remain de Reino Unido en la Unión Europea, tras ver los resultados del referéndum del año 2016, tuvieron que aceptar el mandato democrático del Reino Unido. Con mucha incertidumbre sobre qué iba a pasar a partir de ahora, terminó la entrevista manifestándome que ni ella sabía si en un mes se iba a quedar sin trabajo en la Unión Europea.

De nuevo, sigo mi camino hacia la zona quizás más desconocida por mi parte, el sur de Belfast. Caminando hacia la famosa Queen’s University me cruzo con la oficina del Partido Verde, en la que me recibe muy amablemente Áine y me explica que el brexit no sólo “ha sumido en el caos al Gobierno británico”, sino que también al Gobierno norirlandés desde hace un par de años. Con cara de preocupación me cuenta cómo esto ha provocado en muchos ciudadanos “una sensación de frustración y apatía que hace que en general la gente se desentienda del tema brexit”, sintiéndolo como algo ajeno, según ella como “un asunto más de los tories?”.

En pocos días tomaré un ferry rumbo a Escocia porque esta lluvia británica del brexit no sólo ha calado a Irlanda del Norte, sino que ha empapado de lleno a Escocia, una tierra con un fuerte sentimiento europeo. En ambas naciones ya se está empezando a avivar la llama de la reivindicación de un referéndum de unidad irlandesa en el caso de Irlanda del Norte y de independencia en el caso de Escocia. La pregunta es: ¿será capaz esta lluvia de apagarlas o terminarán prendiendo?El autor es estudiante de Ciencias Políticas