pamplona - A un mes de las elecciones, Podemos vive inmerso en su laberinto y Pablo Iglesias se ha quedado aún más solo con la marcha del candidato a las europeas Pablo Bustinduy dos días antes de su reaparición y con las encuestas y los ánimos en caída libre. Iglesias, el único de los cinco ideólogos fundadores de Podemos que resiste en la dirección, ha visto cómo el último errejonista, que siempre trató de tender puentes, se ha marchado sin dedicarle una sola palabra de agradecimiento.

Y lo ha hecho, según señala un dirigente, porque Iglesias no le concedió la neutralidad que reclamaba para centrarse en las elecciones europeas y dejar al margen las autonómicas, a las que concurre Errejón. “Entiendo que le resulte ingrato hacer una campaña electoral con parte de su gente amiga en el partido de Errejón”, explicaba ayer a Efe Juan Carlos Monedero.

La dirección, sin embargo, apunta a que las presiones del ex número dos son las que han llevado a Bustinduy a apartarse y a decir que apoyará a su sustituta, María Eugenia Rodríguez Palop, desde un segundo plano. Podemos, que esta vez sí sabía de antemano la jugada, ha buscado amortiguar el adiós con el anuncio paralelo de dos de sus fichajes: la nueva cabeza de lista a las europeas, Rodríguez Palop, y la confirmación de que la jueza Victoria Rosell será otra vez la uno al Congreso por las Palmas.

Los fichajes han dado aire fresco a Podemos en un contexto de deserciones, aunque fuentes de la dirección reconocen que el día de hoy ha sido una curva más de un laberinto del que se saldrá, dicen, pese a las dificultades.

Cinco años después de su nacimiento, Podemos se enfrenta a una campaña electoral con una dirección de la que se han borrado sus fundadores -Monedero, Errejón, Bescansa y Luis Alegre- frente a un secretario general que siempre ha reivindicado el control interno.

La fractura se agrandó a mediados de enero con la marcha de Íñigo Errejón, a la que sucedieron la del portavoz en el Senado, Ramón Espinar, contrario a su premisa de la competición electoral; doce diputados en la Asamblea, el senador Óscar Guardingo y Bustinduy.

A Pablo Iglesias se le critica la gestión de la ruptura. Trece de sus diecisiete secretarios generales territoriales mostraron su descontento, y aún hoy algunos de ellos siguen atónitos porque el partido va sin rumbo en plena campaña. “Sin lema, sin mensajes y con un candidato al que se da por amortizado”, se queja a Efe otro dirigente.

Podemos cosechó cinco millones de votos en diciembre de 2015 y también en junio de 2016 -esta segunda vez junto a IU-. Aquella vez perdieron su apuesta del sorpaso al PSOE, y ya nadie en privado pone en duda de que el suelo está hoy bajo.

Pese a su hiperliderazgo y su tirón, hasta Juan Carlos Monedero se imagina el futuro sin Pablo Iglesias y aboga por “reiniciar” el partido con caras nuevas tras las elecciones en una nueva asamblea ciudadana, un Vistalegre III que, según intuyen varios dirigentes, podría estar a la vuelta de la esquina.

La propia portavoz, Irene Montero, auguró que pronto habría un liderazgo femenino en Podemos.

De momento, varias voces piden a Pablo Iglesias que se centre en dirigirse al electorado y vencer el desencanto, si es que de aquí a entonces ha encontrado la salida. - D.N.