pamplona - Licenciada en pedagogía, Diana Riba regentaba la librería infantil Pati de Llibres en Sant Cugat del Vallès (Barcelona) y se había mantenido al margen de la política hasta la entrada en prisión de su pareja Raül Romeva, cuando comenzó a ser portavoz de l’Associació Catalana de Drets Polítics, junto con otros familiares de presos soberanistas. Riba será la numero dos de la lista Ahora Repúblicas, la candidatura conjunta de ERC, EH Bildu y BNG al Parlamento Europeo, una plancha que está encabezada por Oriol Junqueras, juzgado junto a Romeva por el procés.

¿Cómo se sobrelleva la situación de tener a su pareja en prisión?

-Es una situación que nunca la habíamos esperado, ni la habíamos contemplado. Pero nos encontramos en el momento político que nos encontramos, en el que se ha utilizado el poder judicial para tratar de parar una ideología y eso ha hecho que Raül y todos sus compañeros estén en la cárcel. A nivel personal es duro, sobre todo al principio, y la verdad es que a las familias, y especialmente a los hijos, cuesta.

Y Raül, ¿cómo lo ve? ¿Está con fuerzas pese al tiempo que lleva ya en prisión?

-Raül y sus compañeros son muy conscientes de por qué están en la cárcel y como les dicen el resto de internos: “Vosotros podéis dormir bien porque no habéis hecho nada”. Están fuertes, están juntos y desde prisión van a seguir trabajando por el derecho a la autodeterminación. Han seguido los consejos que les mandó Pepe Beúnza, el primer objetor de conciencia del Estado que fue encarcelado por motivos políticos y no religiosos. Es un hombre muy importante para Raül.

¿Por qué los dirigentes encarcelados son presos políticos y no políticos presos?

-Son presos políticos, no solo porque están en la prisión por hacer política, sino que, además, tienen la conciencia de ser presos políticos. Ahora, curiosamente, los hombres están en el módulo 10 de Soto del Real donde hay políticos presos como Rodrigo Rato. La diferencia entre unos y otros es abismal.

Raül dice en el libro que en el Estado español se abusa de la prisión provisional.

-Ellos hacen una reflexión que ya la hicieron desde el primer día, que es que no conoces a un país hasta que no conoces cómo tratan a sus presos y cómo son sus cárceles. En España se abusa muchísimo de la prisión preventiva, que es muy larga. En Europa se alarga seis meses y en el Estado español son dos años que se pueden prolongar por otros dos.

Explica asimismo las razones por las que no decidió sustraerse de la justicia y abandonar Catalunya camino del exilio. ¿A nivel humano, en algún momento ha lamentado usted esta decisión? ¿Hubiera preferido que siguiera su lucha fuera y no en prisión?

-La verdad es que no. Raül siempre ha mantenido una trayectoria, siempre desde una actitud pacifista, ha sido europarlamentario, estudió en la Cátedra de la Paz y ha tenido muy claro que la prisión es una herramienta política y era el momento de utilizarla, ponerse delante del juez y si le enviaba a prisión, a prisión. Hay que señalar que el exilio es también muy duro, es una prisión sin muros, pero una prisión.

Su pareja desvela que siempre ha practicado deporte y asegura que un ultrafondista debe tener en cuenta tres premisas: estar preparado, divisar a meta o la cima y afrontar las dificultades que se presenten. ¿El procés es igual?

-Utiliza esta metáfora y otra que dice que creíamos que esto era una carrera de 60 metros lisos y es una maratón. Nosotros vivimos momentos en los que pensábamos que teníamos ya conseguida la independencia y la República catalana y, sin embargo, estamos en el camino y no sabemos cuánto nos queda. Hay que tener paciencia para seguir el camino.

En otro apartado dice que un diplomático le confesó que las 116 embajadas, 11 representaciones permanentes y 90 consulados españoles tenían como misión silenciar la voz de Catalunya. Sin embargo, y algo tendrá que ver Raül Romeva como conseller de Exteriores, ustedes parecen haber ganado la batalla de internacionalización del conflicto. De hecho, a Borrell le da un ataque de nervios cada vez que se le pregunta por Catalunya.

-No sé quién gana o quién pierde, pero lo que está claro es que en las democracias consolidadas y en la Unión Europea hay gente que quiere escuchar a todas las partes y no se puede silenciar. Hay muchas instituciones que quieren conocer los planteamientos de las dos partes. Y por otro lado tenemos el caso de Borrell, que en lugar de contrarrestar lo que considera mentiras, se niega a hablar. Sería hasta cómico si no fuera por lo que implica. Lo que demuestra con su actitud es que estamos muy lejos no ya de entendernos, sino de escucharnos.

Vamos a hablar del juicio que se está celebrado en el Supremo. ¿Cómo analiza su transcurso?

-Es un juicio que se ha buscado el momento para hacerlo, por eso es un juicio político, donde ha habido una instrucción llena de irregularidades. Es un juicio que han puesto cuando ellos querían y que además querían que fuera rápido. Han visto ya que no va a ser rápido, sino que es muy complejo con muchísimos testigos y vamos a ver cómo se desarrolla. Debemos tener la esperanza de que haya absolución, pero repito que venimos de una instrucción muy injusta. Además, no ha habido ningún testigo que demuestre que hubo violencia por parte de los catalanes.

Raül dice que alguien les comentó que Pablo Llarena, el juez instructor de sumario, era muy recto y que ama el derecho. Sin embargo, en el libro asegura que la realidad es que ama(ba) el derecho y ustedes sostienen que hubo una instrucción muy irregular.

-Lo de Llarena es otra evidencia de como les escapó totalmente. La rebelión en esta causa solo está para poder utilizar y justificar la prisión. Si se hubiera puesto sedición y malversación, ninguno de ellos hubiera entrado en la cárcel.

¿Le sorprendió la declaración del el exmajor de los Mossos Josep Lluis Trapero, que aseguró que la Policía catalana iba a cumplir la ley y que incluso tenían un plan por si era necesario detener a los miembros del Govern?

-En la acusación, y para justificar el delito de rebelión, se habla de que el Govern tenía un ejército armado, los Mossos, para defender con las armas si fuera necesario la vía unilateral a la independencia. En la declaración de Trapero se vio que no era así. Su declaración sirvió para desmontar la acusación de rebelión. Trapero ha sido uno de los testigos más importantes de los que han declarado para desmontar la acusación del delito de rebelión.

¿El paso final será el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo?

-Está claro que debemos mirar a Estrasburgo, más cuando venimos de una instrucción injusta y de un juicio donde se ven claramente vulneraciones como el no poder preguntar a un testigo con las pruebas delante. Ahí ya se ven muchas irregularidades. Tampoco se entiende en Europa que Vox esté personado como acusación particular. Por todo ello, creo que todos tenemos muy claro que acabaremos en Estrasburgo.

Hace dos años regentaba una librería y hoy se presenta al Parlamento Europeo. ¿Por qué ha dado el salto político? ¿Era el momento de dar el salto?

-Desde el momento que empezó la prisión y el exilio contra los políticos catalanes, todos los familiares teníamos claro que debíamos dar el salto y pasar a la primera línea. Nos cambió la vida a todos y ahora a las puertas de la posibilidad de ir al Parlamento Europeo, de poder lograr el acta de eurodiputada, donde se puede explicar nuestra posición, no podía decir que no. Vamos a ir a Bruselas a dar nuestras explicaciones.