pamplona - Pablo Casado ha traspasado la raya en su intento de desprestigiar la candidatura de Pedro Sánchez al apoyarse en otro de los temas, al margen de Catalunya, con el que le gusta contraatacar: el recuerdo de los años de violencia de ETA y la conexión de esta organización armada ya disuelta con el mundo de la izquierda abertzale. En la presentación del programa electoral del PP, no tuvo otra ocurrencia que hurgar en las “complicidades” del líder socialista “con los separatistas y los batasunos”, ahondando en sus críticas hasta el punto en el que espetó que Sánchez “prefiere manos manchadas de sangre que manos pintadas de blanco”, en alusión a las manifestaciones contra el asesinato en 1997 del concejal del PP de Ermua, Miguel Ángel Blanco. Y prosiguió aseverando que “prefiere manos pintadas de amarillo que manos abiertas a todos los españoles”, en referencia a los lazos del soberanismo catalán.

“Sánchez necesita el apoyo de aquellos separatistas que han ejercido el golpismo y de los proetarras que han ejercido el terrorismo. Lo promueve, lo acepta, lo ampara, lo reconoce y necesita normalizarlo. Ha cruzado la verdadera línea roja, la que no se había visto en la democracia, se está convalidando la violencia y deslealtad como requisito electoral. Está intentando blanquear lo que no se puede blanquear”, se despachó Casado, para erigirse acto seguido como “el único antídoto frente al separatismo y al relato falso del terrorismo”. Toda una estrategia para retener el voto que puede escapársele hacia Vox. Casado, en un alegato incendiario, añadió que Sánchez “tiene un plan que va directo a la independencia de Catalunya” y que “tiene que negociar su programa con Quim Torra, Arnaldo Otegi y Carles Puigdemont”. “Los enemigos de España ahora son los aliados de Sánchez”, apostilló, no sin tachar al presidente español de ser un “peligro público”. El secretario general de Sortu respondió que, si la derecha unionista se acuerda tanto de su nombre, es que “algo estamos haciendo bien”.

A su vez, el líder del PP aprovechó para llamar otra vez a concentrar el voto en su partido. “Menos votos al PP son más escaños para Sánchez”, zanjó. Que se pronunciara así desde Barcelona no es casual. Es más, saludó al público diciendo: “Españoles de Cataluña. Catalanes de España. ¡Qué bonito grito de guerra!”. Y se despidió presentando al PP como “el partido moderado y centrista”, aunque su argumentario fuera el de la confrontación. - D.N.