ni siquiera había tomado posesión la nueva consejera de Interior, Mari José Beaumont, y el ministro Jorge Fernández Díaz ya andaba por ahí anunciando que se iba a acabar la colaboración entre la Guardia Civil y la Policía Nacional con la Policía Foral. “Poner a una persona propuesta por Bildu al frente de la Consejería de Interior es casi una provocación. La colaboración policial se va a adecuar a esa nueva realidad”, anunciaba.

Resulta que el eje del mal había llegado al Gobierno de Navarra y claro, darles la policía como que no era de fiar, que lo mismo te montan un comando txapelgorri itinerante. Luego con el tiempo nos hemos enterado de que el que no era de fiar era el ministro de Rajoy, que por la mañana daba medallas a vírgenes varias y por la tarde apañaba causas penales contra rivales políticos con “esto la Fiscalía te lo afina”. El jodido pirata hasta se montó una policía política para espiar desde Bárcenas y hasta Pablo Iglesias, que el Diablo tiene muchas caras.

Pero Navarra es cuestión de Estado. Y una cosa es que los vascos arreglen el Convenio y otra que los chavistas te reduzcan la deuda. Pero que te gestionen la policía es otra liga, que eso siempre ha sido muy de derechas. El listón ya lo había puesto alto Javier Esparza en la campaña electoral anunciando que el nuevo gobierno “va a cambiar la Policía Foral por la Ertzain-tza”. Así que cuando llegó la Ley de Policías al Parlamento la tormenta era previsible. Y eso que la reforma lo único que hacia era mejorar algunos salarios y dotar de mayor flexibilidad al cuerpo. “Quieren crear una policía politizada y sacar de aquí a la Guardia Civil y a la Policía Nacional”, decía el PP.

Si sería de grave la cosa que al final la ley salió adelante con el apoyo de UPN, que después de cuatro meses saboteando la negociación no se quiso perder la foto.

Porque si algo no se le puede reprochar a la derecha es la capacidad para adaptar sus principios. En cuatro años han pasado de reclamar la devolución de Tráfico a distinguir entre “la titularidad de la competencia y la prestación del servicio”, que ahora la quieren para la Guardia Civil. Entre medias se les ha cruzado Ciudadanos como un gato negro, y eso siempre despista. Sobre todo si Eduardo Inda te dice desde Madrid que lo que Barkos y Sánchez quieren es “burlar la Constitución para expulsar a la Guardia Civil”. Y entre el autogobierno y sus amigos de Colón UPN ya ha elegido equipo. Que por el camino hayan tenido que sembrar sospechas sobre la coordinación policial y el servicio de 112 es solo un daño colateral.