Nosotros ponemos los muertos y tus socios los pistoleros”, le decía un día Javier Esparza a Uxue Barkos en un debate parlamentario. “Usted gobierna con un partido que tiene las manos manchadas de sangre, y tarde o temprano eso salpica”, soltaba otro Ana Beltrán. “Barkos está empeñada en blanquear la historia de ETA”, subía la apuesta Esparza.

Este ha sido un poco el nivel del debate de estos años por parte de los grupos de la oposición. Pioneros en la estrategia de confrontación cutre salchichera con la que las derechas han intentado tumbar a Sánchez en Madrid y que les ha salido como les ha salido. Hasta el presidente de la AVT, Alfonso Sánchez, tuvo que salir a denunciar la “utilización política” que se estaba haciendo de las víctimas del terrorismo en Navarra. Una crítica que acabó costándole el cargo, y que dio paso una nueva asociación dispuesta a concentrarse contra el Gobierno las veces que hiciera falta.

La cosa empezó pronto. Y eso que para cuando llegó el cambio de Gobierno ya hacía cuatro años desde que ETA había renunciado a la violencia. Pero eso de que Asiron fuera alcalde de Pamplona y EH Bildu parte de la mayoría de Gobierno ponía los pelos de punta a más de uno en Madrid. “En Navarra gobierna ETA. No es sólo una banda terrorista, es un proyecto político de ruptura. Nació para romper España. Y es evidente que Catalunya está en un proyecto de ruptura, que es el proyecto de ETA”, nos explicaba hace unos meses Jaime Mayor Oreja.

Da igual que por el camino la banda haya entregado las armas y se haya disuelto como organización. O que el Gobierno haya organizado actos de reconocimiento y reparación a sus víctimas, políticas públicas de apoyo o que haya creado una oficina de atención especializada. Una vez abierta la veda, cualquier motivo vale para recordar a ETA. “El Gobierno de Navarra hace seguidismo a los asesinos, secuestradores, extorsionadores y borrokas en general”, decía Antonio Imizcoz, alto cargo de Rajoy. “ETA no mata, pero el Cupo sigue ahí”, ratificaba Isabel San Sebastián. “O se está con las víctimas o con los asesinos. Y ustedes ya han elegido”, remataba Esparza. “Barkos es inmoral y cobarde porque pacta con quienes justifican los asesinatos”, soltaba Beltrán. “Sus políticas dan asco porque compran el lenguaje de ETA”, insistía Esparza.

Porque en el tema de la violencia nada es legítimo si no es bajo su control, que para eso han tenido siempre el monopolio en este asunto. Es el comodín de toda la vida. Que además de dar votos, ayuda a bloquear mayorías alternativas. Como para renunciar a él.