A la estación del TAV en Tudela tendrán que nombrarla Javier Esparza Train Departures, y de paso hacemos PAI. Es lo mínimo que se merece el presidente de UPN por haber conseguido 3.000 millones para el tren de alta velocidad. Y porque el PP tuvo que dejar la Moncloa antes de tiempo, que si no UPN le saca a Fomento un teleférico Pamplona-San Cristóbal, un puente colgante sobre el Ebro no vamos a ser menos que en Bilbao y un hotel con encanto en el refugio Ángel Olorón.

En la foto, sacada del verano de 2018, el propio Esparza supervisaba las obras del tren en algún punto entre Pamplona y Castejón no muy lejano a Marcilla, porque en segundo plano está Mario Fabo, el alcalde que saludó con un good morning a Barkos porque no sabe euskera. El caso es hacerse la foto en las obras, con las excavadoras removiendo tierra, que haiga actividad.

Hay que reconocerlo: la derecha navarra ha convertido el TAV en una especie de plebiscito sobre el progreso: está con la luz y la ilustración quien comparta un proyecto de tren de cuya ruina nos advierte hasta el Tribunal de Cuentas Europeo. Y está en las cavernas puliendo hachas de sílex quien cuestiona si de verdad necesitamos un tren tan caro teniendo otras obras más necesarias todavía pendientes. Es todo tan confuso que va a haber que hacerle caso a Esparza: ante la duda, preguntemos al constructor.