waterloo - Afinidades o divergencias al margen, es indudable que Puigdemont es uno de los políticos de los últimos tiempos que más ha removido los cimientos políticos y judiciales de Catalunya, el Estado español y una parte significativa de la Europa comunitaria. Un año y medio después de su huida al exilio en Bélgica sigue suscitando pasiones encontradas y logra mantenerse en la primera línea política. Su casa de Waterloo, a 20 minutos en tren del centro de Bruselas, es in situ menos glamurosa y voluminosa de lo que aparenta por televisión y lo que venden los contrarios a su causa. Mientras atiende al periodista llega al porche un coche cuyo conductor, un francés de mediana edad y porte atlético, se ha acercado ex profeso a saludarle y darle ánimo.

¿Qué encomienda se atribuye en su exilio en Bruselas?

-No hemos venido aquí para quedarnos encerrados y callados en una casa. Hemos salido, hemos viajado, hemos dado voz a quien no la tenía, me han detenido doce días en una cárcel alemana, he continuado viajando. Por tanto, hemos ayudado mucho a internacionalizar el proceso, a situarlo en la agenda europea.

¿Cree que podrá volver a su casa?

-Cada mañana, al levantarme, siempre pienso si este será el último día en el exilio. Pero sé que esto no es así. Mi cerebro trabaja para que cada día sea el último en el exilio.

¿Cuáles son los logros de su exilio?

-Hemos tenido triunfos judiciales en Bélgica, Alemania, Escocia. En Alemania, el equivalente al Tribunal Supremo regional decidió que no había rebelión y que no debí estar en la cárcel. El otro frente es el de la internacionalización de nuestra causa. Catalunya es ya visto como un sujeto político reconocible. Esto ha obligado al Estado español a moverse y a dar explicaciones que no quería dar.

Pero no han conseguido el reconocimiento de la Europa oficial.

-Sabemos que las instituciones de la UE apoyan la posición española y que tradicionalmente en este tipo de procesos Europa es la última en reaccionar. Esto no nos preocupa demasiado. Sí nos preocupaba que solo hubiera la narrativa del Estado español y que no hubiera un contrapeso. Esto lo hemos conseguido.

¿Utilizará su escaño europeo para divulgar la causa independentista?

-Sin duda. Tenemos previsto que tanto yo como Clara Ponsatí y Toni Comín podamos entrar en el Parlamento Europeo para dar voz a Catalunya y luchar por los derechos y libertades en un momento de clara amenaza a los valores fundacionales de la UE por parte de populismos, xenofobias, nacionalismos de Estados que van en contra de las minorías nacionales.

¿Será ese su primer mensaje en el Parlamento Europeo?

-Por un lado estará el derecho de autodeterminación de los pueblos. Luego está la denuncia de los comportamientos fuera de los estándares de la UE por parte del Estado español; y tercero, está el reforzamiento de la democracia europea.

El CIS le da un escaño. ¿Lo da por bueno?

-Aspiramos a tres porque somos los tres a los que nos han querido quitar de en medio. Es difícil pero es nuestro deseo.

¿Y dónde cree que van a pescar todos esos votos?

-El grueso vendrá de la gente de los Països Catalans pero creo que también mucha gente en el Estado español que no está de acuerdo en cómo se hacen las cosas y que ve a nuestra candidatura como una opción que pone en cuestionamiento el régimen del 78. Pero debemos priorizar nuestro mensaje en Catalunya.

¿Y en Euskadi?

-No tenemos una estrategia específica para Euskadi. Siempre ha habido una buena recepción de las propuestas vascas en Catalunya a la inversa también. Siempre ha habido una simpatía y una empatía, un conocimiento mutuo y también un sufrimiento.

¿En qué grupo parlamentario espera integrarse en la Eurocámara?

-Tiene que ser uno que respete el derecho de autodeterminación. Esto es innegociable. Y además que se comprometa con los Derechos Humanos.

Es prematuro pero ahí hay una buena familia, claro que sí. Con eso ya descarto algunos grupos.

¿Por qué no se coaligó con el PNV como en ocasiones precedentes?

-Ha habido un diálogo muy sincero y leal entre PDeCAT y PNV sobre cómo deberíamos haber abordado el reto de las elecciones europeas. Creo que todos leímos muy bien la realidad, y que llegamos a un buen acuerdo de colaboración después de las elecciones. Este acuerdo permite respetar las prioridades de cada sigla. Queríamos darle ese carácter muy centrado en la reivindicación de la legitimidad de nuestro gobierno injustamente cesado. Tenemos un buen balance de la colaboración con el PNV, y queremos continuar así.

¿Son las elecciones europeas un pulso entre usted y Junqueras por la primacía del independentismo?

-Si hubiera sido así yo no me hubiera presentado porque nosotros no planteamos ninguna de las elecciones en clave de hegemonía de partido ni de personas. Seguimos donde estábamos en octubre de 2017.

¿Entonces por qué no se presentaron unidos ERC y JxCat?

-Hicimos esfuerzos para ir unidos. Es público y notorio que yo me ofrecí como número 2 de Junqueras en las europeas, pero si no hay voluntad no hay nada que hacer. Lo más útil y potente habría sido presentarnos juntos, como mínimo a las europeas.

Si sale elegido eurodiputado ¿irá a Madrid a recoger el acta?

-No es necesario ir a Madrid para recoger el acta. Nadie discute ya que la inmunidad parlamentaria rige desde el momento en que se proclaman los resultados.

La Junta Electoral Central (JEC) no opina lo mismo.

-Los precedentes que existen dentro y fuera de España lo desmienten.

En ese caso usted se investiría de plena inmunidad y podría volver al Estado español sin riesgo de que le detengan, ¿o no?

-El problema es, insisto, si España va a respetar esto o prefiere arriesgarse a una nueva sanción de Europa a cambio de obtener un triunfo muy deseado, cual es mi detención. España es uno de los países con más procedimientos de sanción por incumplimientos de normas europeas.

En octubre de 2017, Junqueras y el mundo de ERC le presionaron para que no convocara las elecciones catalanas, lo cual precipitó el 155. ¿Lo volvería a hacer?

-Es verdad que hubo presiones internas fuertes pero no fueron determinantes. Lo determinante fue la ausencia de garantías explícitas por parte del Gobierno español de que no iba a aplicar el 155, de que iba a retirar la policía extra que había desplegado en Catalunya, de que iba a a acabar con la represión, y de que iba a levantar la intervención financiera de la Generalitat. La presión no ayudó. Si no hubiera existido esa presión probablemente yo hubiera tenido más incentivos de ver esas garantías, pero si hubieran habido esas garantías, habría convocado las elecciones.

ERC le presionó entonces para que no renunciara a la vía unilateral. Ahora ha girado a posiciones más posibilistas. ¿Qué opina de ese giro?

-Este es un asunto que tengo ganas de abordar pero dentro de un tiempo, después de la sentencia del procés. Ahora no debo abordarlos porque podía generar unas lecturas que acarrearían problemas.

Después de la sentencia, ¿por qué?

-Mi versión no tiene que interferir ni en el debate electoral ni en el devenir del juicio, es una versión a más largo plazo, histórica.

¿Qué recorrido tiene la vía unilateral?

-Es una visión muy simplista reducir el unilateralismo a la negación del diálogo. Es falso e injusto. Nosotros estamos donde hemos estado siempre, donde estuvimos el 26 de octubre de 2017 ofreciendo a Rajoy condiciones para pactar un referéndum. No hemos cambiado. Y claro que no renunciamos a la vía unilateral, faltaría más. Es legítima y democrática si se ejerce pacíficamente.

¿Qué le parece el modelo de bilateralidad del Gobierno de Urkullu?

-Cada uno tiene sus vías pero las condiciones no son comparables. ¿Cuál sería el resultado de la bilateralidad en Euskadi si no existiera el Concierto económico? No lo sé. ¿Cuál sería en Catalunya el resultado si nosotros hubiéramos tenido el Pacto Fiscal que el president Artur Mas propuso al Gobierno español? No lo sabemos, pero evidentemente afecta a la relación entre Madrid y Barcelona.

¿Apoyará JxCat la investidura de Pedro Sánchez?

-Deberá detallar qué ofrece, cómo quiere ganarse la mayoría que necesita para su investidura. Si quiere nuestros votos, sentémonos, hablemos y luego decidiremos.

La mesa de diálogo sobre Catalunya ¿es irrenunciable?

-Sí y eso implica reconocer al otro, darle la autoridad que el pueblo le ha reconocido. Establecer un diálogo y una negociación entre iguales.

¿Debería la mesa de diálogo sobre Catalunya contar con un relator?

-Hay que crear condiciones para el diálogo y prever una figura verdaderamente independiente.