la próxima semana, el jueves 20 y el viernes 21, se celebra en Bruselas el Consejo Europeo de mitad de curso 2019. Los jefes de Gobierno tendrán que enfocar la agenda europea repleta de retos y desafíos, en un entorno internacional de enorme incertidumbre. Se sentarán, eso sí, con un clima interno mucho más sosegado que el pasado año y que los seis meses precedentes. Se han salvado problemas que podían haber supuesto la quiebra de la propia UE, como por ejemplo, unas elecciones europeas en las que se corría el riesgo de la irrupción en la Eurocámara de una minoría de bloqueo ultra y eurófoba. O también se han aplazado cuestiones heredadas, de momento irresolubles, como el brexit, al que se le ha dado una patada hacia adelante a la espera de soluciones aportadas por nuevos interlocutores en la política británica. Cambios de caras que se producirán igualmente en las instituciones de Bruselas en bloque: en el Parlamento, en la Comisión y al frente del propio Consejo.

Prórroga del ‘Brexit’

A Bruselas tendrá que acudir el cadáver político de Theresa May, premier en funciones, ya que hasta el próximo fin de semana previsiblemente no habrán elegido los tories a su sustituto. En gran medida de ese nuevo personaje dependerá la resolución del culebrón del brexit, cuya prórroga está fijada como límite el 31 de octubre. Hasta entonces, la Unión Europea difícilmente se moverá de su posición o líneas rojas que dejó negociadas y firmadas en diciembre del año pasado. La solución vendrá de un cambio de posición en el Parlamento británico, bien hacia una salida sin acuerdo o que acepten por fin lo rubricado por May. Esta incertidumbre sigue siendo, hoy por hoy, el principal problema de la Unión, que si bien ha mantenido una posición de firmeza bien valorado por los mercados, sigue dejando una puerta abierta a la incertidumbre de una ruptura abrupta que tendría consecuencias nefastas para todos.

Presupuesto y Unión Económica plena

Entre las tareas internas, la principal tiene que ver con los recursos propios con los que la Unión va a contar para llevar a cabo las políticas comunes. La aprobación del presupuesto 2021-2027 debe marcar las prioridades de la agenda europea, pero viene marcado por la insuficiencia que de por sí crea la salida de un miembro contribuyente como el Reino Unido. Un hecho que obliga a ser más eficiente en el uso del presupuesto y también a que Estados que pagaban menos, pasen a pagar más. Duro debate entre el norte, liderado por Holanda, partidaria de reducir aportaciones y el sur, receptor tradicional de fondos de cohesión. Pero, además, es imprescindible completar la Unión Económica y Monetaria, lo que supone concluir la Unión Bancaria, un presupuesto para la zona euro y, puestos a soñar, la creación de la Reserva Federal y el nombramiento de un ministro europeo de Economía. Todo ello son garantías fundamentales para sobrevivir ante una posible crisis económica internacional.

Nuevas personas para nuevos desafíos

Este repertorio de retos para el semestre va a contar con nuevos protagonistas en las instituciones europeas. En julio, el nuevo Parlamento Europeo que se constituye deberá elegir su presidente o presidenta, o lo que es lo mismo, estará obligado a fraguar nuevas mayorías parlamentarias, ante la fragmentación de la Eurocámara y la desaparición del bipartidismo tradicional de populares y socialistas. Antes el Consejo tendrá que decidir si acepta al spitzenkandidaten elegido por el Parlamento como presidente o presidenta de la Comisión Europea. Y también buscará sucesor del polaco Tusk como presidente del propio Consejo. Un cambio que no es más que el vértice de la pirámide institucional y que solo será la antesala de un proceso global de sustituciones en cargos que concluirán con la entrada de los nuevos equipos el próximo 1 de noviembre.

El respiro que aparentemente se han tomado en las últimas semanas los despachos en Bruselas parece lógico ante la que se avecina.