pamplona - El PSOE y Unidas Podemos se enzarzaron ayer en una serie de reproches sobre qué se dijeron Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en la reunión del martes en la Moncloa, cuyo desenlace, un aparente distanciamiento, apunta a que la sesión de investidura prevista para julio acabará en fracaso. El día político comenzó con un comunicado del PSOE en el que anunciaba que el líder de los socialistas y candidato a la investidura, Pedro Sánchez, se reunirá con la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, el 2 de julio, para concretar la fecha de comienzo del debate aunque la investidura sea fallida y conduzca a unas elecciones en octubre.

Después de la información aportada a raíz de la reunión del martes entre el presidente y el líder de Unidas Podemos, según la cual Sánchez habría transmitido que iría a la investidura con apoyos suficientes o sin ellos, el PSOE insistió ayer en la idea. La última entrevista Sánchez-Iglesias ha alimentado la sensación de que las conversaciones se encuentran en punto muerto, incluso rotas. A la espera de fecha, la probable investidura fallida del candidato del PSOE sería la tercera en democracia: la primera en marzo de 2016, del propio Sánchez, acabó en fiasco, y la segunda, entre agosto y septiembre del mismo año, ésta de Mariano Rajoy, también.

A las 9.30 horas, por sorpresa, Iglesias apareció en un acto organizado por su grupo parlamentario sobre servicios públicos. A puerta cerrada, pero visible por el circuito televisivo del Congreso, Iglesias pidió tranquilidad y aseguró que el gobierno de coalición “está más cerca de lo que puede parecer” y que “la preocupación” creada en ciertos sectores por ello revela la cercanía del acuerdo. Y aportó un matiz al llegar a este punto: si el acuerdo no es posible ahora, lo será dentro de dos meses y medio, es decir, antes de una hipotética segunda investidura de Sánchez en septiembre.

El líder de Unidas Podemos, 42 escaños, esenciales para que los 123 del PSOE propicien la gobernabilidad, según los argumentos de la formación, hizo hincapié en la necesidad de que haya “garantías”, es decir, que haya un gobierno con ministerios dirigidos por compañeros de partido.

Las horas de la mañana fueron pasando mientras se sucedían declaraciones sobre la investidura, sea fallida o no, como las del responsable de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, quien pidió a los partidos que no pongan “trabas” a Sánchez. Pero fueron las palabras de la portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, Irene Montero, las que elevaron la tensión al afirmar que Sánchez dijo a Iglesias que prefiere sacar la investidura con “la derecha”, lo que abocaría “posiblemente a una investidura fallida sin negociar nada” a cambio. “Nos apena que busque el apoyo de la derecha; nos apena también que no solamente amenacen con una repetición electoral sino que quieran ir a una investidura fallida”, resumió. Así que si el PSOE reveló el martes que el secretario general de Podemos ya no descarta votar en contra, la número dos del partido morado reveló ayer que Sánchez da prioridad al apoyo del PP o de Cs, o a su abstención si fuera necesaria.

El reproche tuvo respuesta en la portavoz socialista en el Congreso, Adriana Lastra, quien dijo que esa acusación de Montero no es verdad. De paso, pidió a Iglesias que aclare si está dispuesto a “volver a votar en contra de la investidura de un presidente de izquierdas de la mano del PP, Cs y Vox”. El no del líder de Podemos en la investidura de Sánchez de marzo de 2016 aún irrita en el PSOE. - D.N.