pamplona - Ana Beltrán Villalba, presidenta del PP navarro y diputada por Madrid, fue nombrada ayer vicesecretaria de Organización del PP, lo que equivale a ser la número tres en el organigrama de Génova. Es el ascenso meteórico de una política que empezó a militar en el partido en 2008, tras la refundación en Navarra, y que hoy se ha hecho un hueco en todo lo alto de la dirección del PP que aspira a volver a La Moncloa de la mano de Pablo Casado.

Beltrán llegó como exponente de la mujer popular que buscaba el nuevo PP: empresaria de éxito -ganó el premio de empresaria del año 2008-, madre de familia numerosa y de firmes convicciones, empezó como parlamentaria foral tras las elecciones de 2011. Entonces, era una más del grupo de 4 que por aquel entonces empezó a capitanear Santiago Cervera. Pero fue a partir de las elecciones de 2015 cuando se empezó a dar a conocer. Tras los malos resultados en las elecciones -el PP pasó de 4 a 2-, asumió la portavocía y emprendió una estrategia que el tiempo ha demostrado acertada, al menos en su caso particular. A la baja y consciente de que la derecha hegemónica en Navarra sigue siendo de UPN, Beltrán comenzó una oposición bronca y exagerada contra el Gobierno de Barkos, al que durante toda la legislatura acusó de lo mismo: caminar hacia la anexión con la CAV a través de empobrecer Navarra con impuestos altos.

Su tono duro, su espontaneidad y sus ocurrencias le hicieron muchas veces acaparar la atención del Ejecutivo, y por momentos le disputó la jefatura de la oposición a Esparza. Además, apostó por Casado en las primarias de 2018 y el presidente del PP la premió con un cargo específico en Génova. Pero Beltrán también conoció la cruz: los sondeos la situaban fuera del Parlamento, y por si fuera poco la Hacienda Foral incluyó sus bodegas familiares -Beltrán siempre ha defendido que terminó su gestión en ellas en 2012- en una lista de deudores, aunque en 2019 alcanzó un acuerdo.

Cuando parecía que el PP iba a desaparecer de Navarra, llegó la coalición de UPN, PP y Ciudadanos y, con ella, el salto de Beltrán a Madrid. Aprovechó su buena relación con Casado para salir desde el puesto número 5 en la lista de Madrid. Es el resumen de una carrera política que en diez años ha pasado de la militancia de base y la mili en Navarra, una plaza dura a ojos de Génova, a lo más alto del organigrama de Génova y un lugar noble en la bancada del Congreso de los Diputados. - D.N.