pamplona - Arnaldo Otegi dio ayer su aval político a los homenajes a los presos que abandonan la cárcel. Sus palabras llegaron justo en el momento en que parecía que la controversia había perdido intensidad y podía reconducirse con las aportaciones de colectivos como el Foro Social, que había recomendado celebrar los actos en un ambiente más íntimo y no hacer ostentación pública para no herir a las víctimas y no poner en peligro los consensos. Pero el coordinador general de EH Bildu no está dispuesto a hacer un ejercicio de contención y cree que nadie es quién para prohibir el “derecho al abrazo”, y que celebrar estos actos en privado no solucionaría nada. Solo contempló la posibilidad de replantearlo en el marco de una “solución integral” para la salida de los presos de la cárcel, lo que sugiere un esquema de contrapartidas. Este debate está provocando un enfrentamiento duro con el Gobierno vasco, y tiene una lectura en clave de convivencia, donde parece cada vez más bloqueado el reconocimiento de la injusticia del daño causado por parte de EH Bildu. Ese debate es el que complica los consensos dentro de la Ponencia de Memoria del Parlamento Vasco, donde solo PNV y Elkarrekin Podemos están alumbrando avances, mientras chocan el PSE y Bildu.

Fuentes de Lehendakaritza salieron ayer al paso de estas declaraciones asegurando que interpretar las críticas a los homenajes como una prohibición del derecho al abrazo es un “ejercicio de demagogia de alta intensidad”. Pidieron a Otegi que cese la “ostentación pública y política” de estos actos por respeto a las víctimas.

libertad de expresión El Gobierno vasco ni siquiera entra en el ámbito de la discusión penal. No ve un enganche por ese terreno porque estos actos entran dentro de la libertad de expresión mientras no se produzcan llamamientos expresos a ejercer la violencia, algo que no está teniendo lugar. Pero pide una reflexión ética porque estos recibimientos en plena calle pueden herir a las víctimas. Incluso dentro de EH Bildu, Eusko Alkartasuna ha pedido ya dos veces una reflexión en el mismo sentido. La controversia se agravó el pasado fin de semana con los actos para dar la bienvenida a José Javier Zabaleta en Hernani, y Xabier Ugarte en Oñati, ambos recibidos con pasillos humanos y bengalas, un formato alejado de la mera celebración familiar o en el círculo de sus amistades, y que entraba claramente en la exhibición pública. El Foro Social recomendó celebrarlo en un ámbito más privado, y Etxerat consideró que la aportación era constructiva. Otegi, sin embargo, dijo ayer que no soluciona nada y volvió al punto de partida con un discurso más inflexible que choca con el pragmatismo de EH Bildu en otros terrenos como la investidura navarra o la española. Este debate, además, no hace ningún favor al perfil más posibilista que intenta mostrar la izquierda abertzale, y complica mucho la situación a los socialistas en Nafarroa y Madrid por contar con sus abstenciones.

Otegi recordó que estos actos no son delito y descartó que se convoquen con el objetivo de humillar a alguien. Por ello, lo redujo todo a una intención de prohibir “el derecho al abrazo”. También rechazó que la solución sea celebrarlos en privado. “Hay quien dice que se haga en recintos privados. ¿Eso solucionaría algo? No”, volvió a zanjar. A su juicio, el problema de fondo radica en que hay sectores que quieren instrumentalizar estos actos y llegó a decir que “si Antena 3, Vox, Santiago Abascal y OK Diario no fueran ahí con cámaras ocultas a filmar estas cosas, nadie se enteraría”.

“¿Cuál es el problema? ¿Vamos a prohibirle a la gente a quién puede abrazar y besar? Yo, cuando llegué a Elgoibar, mi pueblo estaba lleno. ¿Todos los que estaban en la plaza estaban de acuerdo conmigo? No”, sentenció. Otegi opinó que el “debate de las humillaciones no acaba nunca”. Abrió la puerta a reconsiderar estos homenajes dentro de una solución integral. Puso el ejemplo de las excarcelaciones tras la derogación de la doctrina Parot, donde la izquierda abertzale habló con las asociaciones de víctimas y, según relató Otegi, vieron que el clima estaba “muy crispado y no se hizo un solo recibimiento”.

“Se puede gestionar de otra manera si no se habla solo de ongietorris”, dijo. A su juicio, “si se aplicara legislación ordinaria, 86 presos de ETA estarían en la calle”. “Los presos tendrán que salir a la calle y tendrá que haber un programa integral. Dentro de ese programa habrá que hacer que esa salida no se convierta en algo hiriente”, argumentó. Mientras tanto, “hay 250 presos y habrá 250 homenajes”, tal y como sentenció, en una expresión que fue primera plana en muchos medios estatales por su contundencia.

Este enfrentamiento se ha convertido oficialmente en una patata caliente en materia de convivencia. Y la distancia es cada vez mayor con el Gobierno vasco, que ha dado la sensación de no estar dispuesto a dejar correr más declaraciones altisonantes de EH Bildu en este sentido. Llueve sobre mojado, y este choque se suma a otros que se han producido ya, como el fracaso de la negociación presupuestaria del año pasado, la ofensiva que provocó la dimisión del consejero Darpón, o el rifirrafe con el PNV a cuenta de los ritmos del nuevo estatus de autogobierno y la presentación de un articulado propio por parte de la izquierda abertzale. La quiebra de confianza es absoluta.

Fuentes de Lehendakaritza criticaron el “ejercicio de demagogia” con el asunto del derecho al abrazo y aseguraron que ni siquiera se trata del “derecho a la libertad de expresión, ni de las capacidades o no legales coercitivas ni de quién es la competencia”. “El problema, por su puesto, no es a quién quiere abrazar cada cual. El problema es la ostentación pública y política que se hace del recibimiento u homenaje a los expresos y, muy especialmente, su significación para una memoria crítica del pasado, del dolor provocado por el daño injusto causado y para una pedagogía social de respeto a los derechos humanos”. “Si este argumento no es suficiente, debería serlo el daño que se provoca a las víctimas. Por sensibilidad y respeto a su dolor, debería dejar de hacerse ostentación pública y política”, zanjaron.