PAMPLONA. En la madrugada del 5 de agosto de 1939, hace hoy 80 años, Julia Conesa escribió una carta. Tenía 19 años y le quedaban unos minutos para caminar frente a un pelotón de fusilamiento y esperar a que una bala le arrebatara la vida. "Que mi nombre no se borre de la historia", fueron sus últimas palabras. Con ella, murieron fusiladas a manos de los franquistas Carmen Barrero, Marina Barroso, Blanca Brisac, Pilar Bueno, Adelina García, Elena Gil, Virtudes González, Ana López, Joaquina López, Dionisia Manzanero, Victoria Muñoz y Luisa Rodríguez. La historia reciente les recuerda como Las Trece Rosas o Las Menores, mujeres a las que la lucha por sus ideales les llevó a la tortura, la cárcel y la muerte.

Las edades de las víctimas fluctuaban entre los 18 y los 29 años. En realidad, las mujeres fusiladas fueron catorce, porque a las anteriores debe sumarse Antonia Torre Yela, fusilada el 19 de febrero de 1940. Entre ese primer grupo de ejecutados también fueron fusilados 50 hombres, donde se encontraba un joven de catorce años. Sin embargo sus muertes no despertaron la misma repercusión que la de las mujeres.

Tras la entrada en Madrid de las tropas de Franco, las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) intentaron reorganizarse clandestinamente bajo la dirección de José Pena Brea, de 21 años. Con la detención de este, en parte por la actuación de un policía infiltrado, cayó la organización, siendo posteriormente detenidos prácticamente todos sus miembros, entre ellos las Trece Rosas. Estas fueron trasladadas a la cárcel de Ventas.

El 27 de julio de 1939 tuvo lugar un atentado contra el comandante Isaac Gabaldón, antiguo miembro de la quinta columna -red clandestina que trabajaba por el bando nacional en Madrid- que en aquel momento estaba encargado del Archivo de la masonería y el comunismo. Este murió en el coche en el que viajaba junto a su hija de 18 años y su chófer.

El régimen de Franco atribuyó este atentado mortal a una red comunista y celebró un consejo de guerra sumarísimo el 4 de agosto en Madrid. De los 67 acusados, todos miembros de las JSU, fueron condenados a muerte 65, y 63 de estos fueron fusilados al día siguiente, entre ellos las Trece Rosas. En los días siguientes se realizaron otros juicios sumarísimos y más fusilamientos: en total fueron 364 detenidos por este atentado, la mayor parte de los cuales fueron ejecutados.

Las Trece Rosas fueron fusiladas en el cementerio del Este, actual cementerio de la Almudena de la capital.

Las Trece Rosas

Carmen Barrero Aguado (20 años, modista). Trabajaba desde los 12 años, tras la muerte de su padre, para ayudar a mantener a su familia, que contaba con 8 hermanos más, 4 menores que ella. Militante del PCE, tras la guerra, fue la responsable femenina del partido en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.

Martina Barroso García (24 años, modista). Al acabar la guerra empezó a participar en la organización de las JSU de Chamartín. Iba al abandonado frente de la Ciudad Universitaria a buscar armas y municiones (lo que estaba prohibido). Se conservan algunas de las cartas originales que escribió a su novio y a su familia desde la prisión.

Blanca Brisac Vázquez (29 años, pianista). La mayor de las trece. Tenía un hijo. No tenía ninguna militancia política. Era católica y votante de derechas. Fue detenida por relacionarse con un músico perteneciente al Partido Comunista. Escribió una carta a su hijo la madrugada del 5 de agosto de 1939, que le fue entregada por su familia (todos de derechas) dieciséis años después. La carta aún se conserva.

Pilar Bueno Ibáñez (27 años, modista). Al iniciarse la guerra se afilió al PCE y trabajó como voluntaria en las casas-cuna (donde se recogía a huérfanos y a hijos de milicianos que iban al frente). Fue nombrada secretaria de organización del radio Norte. Al acabar la guerra se encargó de la reorganización del PCE en ocho sectores de Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.

Julia Conesa Conesa (19 años, modista). Nacida en Oviedo. Vivía en Madrid con su madre y sus dos hermanas. Se afilió a las JSU por las instalaciones deportivas que presentaban a finales de 1937 donde se ocupó de la monitorización de estas. Pronto se empleó como cobradora de tranvías, ya que su familia necesitaba dinero, y dejó el contacto con las JSU. Fue detenida en mayo de 1939 siendo denunciada por un compañero de su novio. La detuvieron cosiendo en su casa. Dijo antes de morir: «Que mi nombre no se borre en la historia».

Adelina García Casillas (19 años, activista). Militante de las JSU. Hija de un guardia civil. Le mandaron una carta a su casa afirmando que solo querían hacerle un interrogatorio ordinario. Se presentó de manera voluntaria, pero no regresó a su casa. Ingresó en prisión el 18 de mayo de 1939.

Elena Gil Olaya (20 años, activista). Ingresó en las JSU en 1937. Al acabar la guerra comenzó a trabajar en el grupo de Chamartín.

Virtudes González García (18 años, modista). Amiga de María del Carmen Cuesta (15 años, perteneciente a las JSU y superviviente de la prisión de Ventas). En 1936 se afilió a las JSU, donde conoció a Vicente Ollero, que terminó siendo su novio. Fue detenida el 16 de mayo de 1939 denunciada por un compañero suyo bajo tortura.

Ana López Gallego (21 años, modista). Nacida en La Carolina, Jaén. Militante de las JSU. Fue secretaria del radio de Chamartín durante la Guerra. Su novio, que también era comunista, le propuso irse a Francia, pero ella decidió quedarse con sus tres hermanos menores en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo, pero no fue llevada a la cárcel de Ventas hasta el 6 de junio. Se cuenta que no murió en la primera descarga y que preguntó: «¿Es que a mí no me matan?».

Joaquina López Laffite (23 años, secretaria). En septiembre de 1936 se afilió a las JSU. Se le encomendó la secretaría femenina del Comité Provincial clandestino. Fue denunciada por Severino Rodríguez (número dos en las JSU). La detuvieron el 18 de abril de 1939 en su casa, junto a sus hermanos. La llevaron a un chalet. La acusaron de ser comunista, pero ignoraban el cargo que ostentaba. Joaquina reconoció su militancia durante la guerra, pero no la actual. No fue conducida a Ventas hasta el 3 de junio, a pesar de ser de las primeras detenidas.

Dionisia Manzanero Salas (20 años, modista). Se afilió al Partido Comunista en abril de 1938 después de que un obús matara a su hermana y a unos chicos que jugaban en un descampado. Al acabar la guerra fue el enlace entre los dirigentes comunistas en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.

Victoria Muñoz García (18 años, activista). Se afilió con 15 años a las JSU. Pertenecía al grupo de Chamartín. Era la hermana de Gregorio Muñoz, responsable militar del grupo del sector de Chamartín de la Rosa. Llegó a Ventas el 6 de junio de 1939.

Luisa Rodríguez de la Fuente (18 años, sastre). Entró en las JSU en 1937 sin ocupar ningún cargo. Le propusieron crear un grupo, pero no había convencido aún a nadie más que a su primo cuando la detuvieron. Reconoció su militancia durante la guerra, pero no la actual. En abril la trasladaron a Ventas, siendo la primera de las Trece Rosas en entrar en la prisión.