pamplona - Desde antes de que el actual Gobierno tomara posesión, la estrategia de las derechas agrupadas en Navarra Suma fue clara: explotar la agenda identitaria y la confrontación con la idea de hacer caer al PSN (que durante la legislatura pasada apoyó muchas de las causas de la derecha) en la contradicción de que ahora comparta acuerdo de Gobierno con Geroa Bai, Podemos e I-E. Pero la estrategia está generando justo la reacción contraria: lejos de disgregar a los socialistas, Navarra Suma, aislada en sus 20 escaños del Parlamento, consiguió ayer que el Gobierno foral y el resto de partidos -los 30 escaños restantes que ocupan PSN, Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e I-E- hicieran frente común para afearles que la confrontación identitaria entre vecinos siga siendo su principal recurso contra el Ejecutivo.

Fue el reproche más o menos unánime que recibió Iñaki Iriarte, que había solicitado una interpelación sobre política general en materia de convivencia en el ámbito local que prácticamente fue la excusa para terminar reprochando al PSN lo de siempre: que haya enterrado el histórico entreguismo socialista en brazos de UPN para buscar socios alternativos de Gobierno. Le costó decirlo, pero al final de un discurso en el que defendió que “hay zonas de Navarra con grandes déficits de democracia” donde “hay gente que vive políticamente en las catacumbas” pidió explícitamente a la presidenta que busque “acuerdos con quienes han estado a su lado en la defensa del derecho a convivir”, lo que desde el prisma de la derecha es lo mismo que decir que se plieguen a sus exigencias.

“Pensaba que quería hablar de políticas generales de convivencia”, contestó en la réplica Ana Ollo, consejera de Relaciones Ciudadanas. La titular del departamento del que dependen las políticas de paz y derechos humanos recordó cómo la convivencia fue uno de los objetivos de la pasada legislatura, apoyando 38 proyectos en entidades locales; colocando placas de la mano de víctimas del terrorismo de ETA; retirando simbología franquista; y desarrollando un programa de actividades en bibliotecas para concienciar a niños y adolescentes de la importancia de una cultura de paz.

críticas de los partidos La respuesta de Iriarte fue acercar su móvil al micrófono del atril y reproducir un audio -que dijo que databa del 4 de noviembre de 2018, cuando Ciudadanos organizó un acto de La España Ciudadana en Alsasua- en el que se oyó españoles, hijos de puta, volved a la meseta para ilustrar que “la falta de libertad es una realidad diaria” en algunos lugares. No entró a valorar si lo hecho por el Gobierno está bien o mal, sino que todo sonó a previa para volver a pedir explícitamente a Chivite que “no sea rehén de sus socios, ni con el Canal, ni con el PAI, ni en convivencia ni política lingüística”.

Ollo se dio cuenta -preguntó, en su turno de réplica, “en qué lugar de la baraja” se quería colocar Navarra Suma, si en el de la connivencia o en el de la confrontación-, y los partidos también.

Javier Lecumberri, portavoz del PSN, consideró que el de “querer sacar algún rédito político a corto plazo del dolor de las víctimas es un camino equivocado”, y preguntó a Iriarte “qué gritos contra los vascos sonaron en la plaza de Colón”. Jabi Arakama, de Geroa Bai, cuestionó si “tan políticamente rentable es señalar localidades”, y pidió que “dejen de narcotizar a la sociedad con sus obsesiones”. Bakartxo Ruiz, de EH Bildu, tildó la intervención de Iriarte -incluido el vídeo- como “numero”, y reprochó los intentos de “crispar” de Navarra Suma, también recordando el todavía poco claro episodio del Ayuntamiento de Villava. “Ha acabado con lo típico, con el todo es ETA, y hay que salir de esa dinámica”, recomendó Ainhoa Aznárez, de Podemos.

Y Marisa de Simón, de I-E, consideró que “flaco favor a la mejora de la convivencia” hace Navarra Suma señalando localidades. “No nos vemos reconocidos en esa confrontación”, zanjó.