- El homenaje a las víctimas del 11-M estuvo también marcado por el coronavirus, y las redes sociales fueron la alternativa utiliza ante la cancelación del homenaje político en Atocha. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, utilizó Twitter para solidarizarse con las víctimas de la barbarie y recordarlas en el 16 aniversario de las bombas de Atocha. El vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, también utilizó Twitter para homenajear a “todas las familias que fueron golpeadas por la barbarie y al Madrid valiente y solidario que se lanzó a ayudar a las víctimas y a reclamar la verdad”.

El homenaje que sí se mantuvo fue el de la AVT en el Bosque del Retiro de Madrid. La actual presidenta, Maite Araluce, fue muy crítica con el Gobierno de Pedro Sánchez, al que acusó de alguna manera de insuflar aire a los que han sido “el frente institucional de ETA” y tratarlos “como un agente político más”. “Vivimos tiempos en los que nos encontramos con documentales, unidades didácticas y publicaciones que nos venden a los terroristas como luchadores por la libertad y héroes mientras que siguen sin conocerse el número exacto y el nombre de sus víctimas”, dijo Araluce, quien recordó a los 191 muertos y 1.761 heridos en Atocha, El Pozo del Tío Raimundo, Santa Eugenia y la calle Téllez.

El que también se celebró fue el acto que organizó el Gobierno Vasco en Vitoria. Concretamente en el parque de La Florida, bajo el lema ‘Fue injusto. Gizartea eta biktimak elkarrekin oraina eta etorkizuna eraikiz (Sociedad y víctimas, juntas construyendo el presente y el futuro), lo que motivó que parte de EH Bildu -EA sí estuvo- no asistiera como sí hizo en anteriores ocasiones al considerarse “excluido” por el eslogan elegido.

Con las elecciones a la vuelta de la esquina, el discurso del lehendakari, Iñigo Urkullu, estuvo muy centrado en el papel que la política sostuvo cuando ETA asesinaba. “Fue injusto por el acompañamiento socio-político con que contó. Injusto, sobre todo, por la gravedad del balance de daños humanos irreparables producido. La violencia de ETA requiere una valoración expresa de su injusticia, del daño injusto causado a las víctimas y sus familias”, insistió.

“No reconocer que lo ocurrido ‘fue injusto’ es grave. Es grave por lo que significa desde un punto de vista ético, humano y, también, político. Un silencio acrítico ante la violencia pasada es el resquicio por el que se deja pasar, disimuladamente, un mensaje sutil de comprensión, justificación o legitimación de la misma”, concluyó.