- La Cámara de Comptos, el órgano fiscalizador de las cuentas públicas navarras, ha reducido a la mitad el número de informes que ha ido publicando desde 2016, cuando se sacaron a la luz 40 informes. Desde entonces, el número de trabajos ha ido paulatinamente a menos -27 en 2017; 25 en 2018; 21 en 2019- hasta que ahora, en lo que va de año, Comptos tan solo ha publicado dos, correspondientes a los ayuntamientos de Castejón y Burlada y que hacen referencia al ejercicio del año 2018. Supone, en la práctica, una pérdida de protagonismo por parte de una institución básica en Navarra, y que ha sido clave para arrojar luz e investigar muchas de las operaciones políticas acometidas con dinero público -peajes en sombra, TAV, compra de acciones, inversiones públicas que generaron debate...- en los últimos años.

Desde 2016, Comptos se ha centrado en el ámbito local y ha minimizado el número de informes vinculados a las grandes partidas de gasto. Sirva el último año como ejemplo: de los 21 informes publicados en 2019, once correspondían al ámbito local -análisis de ayuntamientos y servicios locales-; seis informes tenían carácter ordinario -Comptos fiscaliza, cada año, al Parlamento, al Defensor del Pueblo, las Cuentas generales, a lo que en 2019 añadió un informe sobre las elecciones forales de ese año; y solo cuatro versaron sobre cuestiones de actualidad: Renta Garantizada, nómina del personal en Educación, gasto farmacéutico de Osasunbidea y la operación Salesianos.

Es difícil concretar por qué se ha producido este cambio. Puede deberse por el cambio generacional que se ha producido en la Cámara, precisamente, desde 2016. Ese año, Helio Robleda termina su mandato y el Parlamento elige a Asun Olaechea, una mujer de la casa y de solvencia técnica contrastada, pero sin el perfil público de Robleda. También, en los últimos años, se han producido dos bajas muy sensibles: la de Ignacio Cabeza, renombrado auditor -recibió el premio Transparencia el pasado mes de febrero como reconocimiento a su carrera-, y la de Luis Ordoki, secretario general de Comptos durante cuarenta años y que recibió la medalla de oro de la Cámara el pasado mes de enero.

Otra de las razones puede ser la situación política. El periodo de Robleda -2010-2016- coincidió con una etapa políticamente más inestable. La crisis económica y los recortes que pusieron en alerta a la ciudadanía, que mientras tanto veía con estupor operaciones como la del circuito de Los Arcos o la privatización de las cocinas del hospital. En ese sentido, el periodo 2016-2020 ha sido más tranquilo, e incluso alguno de los informes más crudos -como el de la planta de biogás de Ultzama o las dietas de la Junta de Bardenas- correspondían a etapas anteriores. Otra razón puede buscarse en el Parlamento. Quizá los grupos han perdido el hábito de pedir ayuda a Comptos, y por tanto la Cámara ha aprovechado para, legítimamente, centrarse durante un tiempo en fiscalizar lo relativo al ámbito local.