- Estados Unidos apretó ayer un poco más el tenso pulso que mantiene con China con la llegada a Taiwán del secretario estadounidense de Salud, Alex Azar, para una visita -la de mayor rango por parte de Washington desde 1979- que despierta la ira en Pekín.

Azar aterrizó ayer a las 16.48 hora local (08.48 hora GMT) en el aeropuerto Songshan de Taipéi, capital de una isla gobernada de manera autónoma desde 1949 pero cuya soberanía se arroga la República Popular, que considera que la visita vulnera el principio de "Una sola China" que propugna Pekín.

La agenda de Azar no recogió actividades oficiales ayer, mientras que hoy está previsto que se reúna con la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen.

También hoy, lunes, el funcionario estadounidense visitará el Centro de Control de Enfermedades de la isla, donde presenciará, en compañía del ministro taiwanés de Salud y Bienestar, Chen Shih-chung, la firma de un memorando de entendimiento entre el Instituto Estadounidense de Taiwán y la Oficina de Representación Económica y Cultural de Taipéi en Estados Unidos.

La prensa local considera a las dos instituciones firmantes las embajadas de facto de Estados Unidos en Taiwán -en el caso de la primera-, y de Taiwán en Estados Unidos, países sin relación diplomática oficial desde 1979, cuando Washington optó por Pekín en detrimento de Taipéi.

Asimismo está previsto que Azar dé un discurso en la Universidad de Taipéi el miércoles, en el que sería el último acto antes de abandonar la isla, según la poca información sobre su agenda que ha trascendido.

La visita se produce en un momento de escalada de tensión entre Estados Unidos y China, con las recientes clausuras de los consulados de Chengdú y Houston, respectivamente, y en medio de una guerra comercial y tecnológica que Washington recrudeció la semana pasada con la prohibición de negocios o transacciones a las aplicaciones móviles TikTok y WeChat.

Además, este viaje toca la que quizá sea la más sensible de todas las fibras del Gobierno chino: Taiwán.

Pekín considera a la isla una provincia rebelde que ha de volver al redil, y ha anunciado en repetidas ocasiones que se reserva el uso de la fuerza para garantizar que así sea.

Todo esto porque a pesar de haber cortado los lazos diplomáticos con Taipéi en 1979, Washington continúa manteniendo relaciones e intercambios a varios niveles con Taiwán, un hecho que enfurece al régimen comunista.

De hecho, el pasado viernes, preguntado por una posible venta de armamento de EEUU a Taiwán, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino Wang Wenbin urgió a Washington a "detener la venta de armas y los lazos militares con Taiwán para no dañar más las relaciones entre China y EEUU, y la paz y la estabilidad en el estrecho (de Formosa)".

Para Huang Chieh-cheng, profesor de Estudios Estratégicos y Relaciones Internacionales de la Universidad de Tamkang, en Taipéi, hace falta algo más que una visita de este tipo para dinamitar por completo las relaciones entre las dos primeras economías del planeta y cree que Pekín debería optar por respirar hondo, siempre que Azar no entre en provocaciones.