- Casi todas las polémicas identitarias generadas por la derecha terminan teniendo una explicación mucho más prosaica. PP y UPN han puesto recientemente el grito en el cielo porque durante la investidura de Urkullu como lehendakari, varios miembros de la Ertzaintza que participaron en la puesta en escena y en el aspecto más simbólico de la ceremonia -la custodia del árbol de Gernika, por ejemplo- vistieron un traje de época que incluye un escudo con los territorios históricos de Euskadi, entre ellos el de Navarra. PP y UPN han visto en el detalle una provocación más por parte de la CAV y el Ejecutivo de Urkullu, que habría insinuado sus ansias anexionistas sin que la presidenta Chivite, que asistió al acto, dijera nada.

Pero lo cierto es que dicho uniforme, denominado de gran gala y reservado para actos con un profundo carácter simbólico, data de 1982 y se ha empleado en todas las tomas de posesión del lehendakari desde entonces, junto con otros elementos simbólicos y culturales como el propio árbol de Gernika. También en la del socialista Patxi López, que llegó al Gobierno Vasco con el apoyo del PP, que ahora plantea a través de Ana Beltrán una batería de preguntas en el Congreso y el Senado para aclarar el episodio, que es poco menos que una ofensa institucional.

En esa particular pelea que disputa la derecha, UPN, en un comunicado atribuido a Esparza, habló de "insulto y falta de respeto al conjunto de los navarros", y de que ese escudo era una falta de respeto a la "realidad institucional", razón por la que exigía a Chivite que le afeara la conducta a su homólogo en la CAV. De lo contrario, sostiene Esparza, Chivite, a la que reprocha no haberse quejado durante el acto, demostrará que tiene más presente sus intereses partidistas que la defensa de la realidad de Navarra, más aún cuando existe un auto del Constitucional desde 1985 que prohibe expresamente la inclusión del escudo de Navarra en el emblema de la CAV.

Desde el Parlamento Vasco, que es el encargado de organizar las tomas de posesión, admiten no entender la polémica.

Existe una parte institucional, en la que se cumple la legalidad. Pero, qué duda cabe, es un acto en el que hay un fuerte componente simbólico. Los trajes de gala son un elemento que contribuye a ese simbolismo. Datan de 1982, es decir, de tres años antes del auto del Constitucional. Se compraron treinta unidades. En el museo de la Ertzaintza, que tiene página web, figura una descripción del "uniforme de gran gala": diseño original del consejero Ramón Labayen, inspirado en los uniformes de los chasseurs d'Orleans de 1840, de corte post-napoleónico y ligeramente modificado para darle un aire de casaca del General Zumalakarregi. De hecho, al uniforme se le denomina informalmente como zumalakarregi.

El sábado los llevaron, según los organizadores, cinco miembros de la Ertzaintza, los encargados de custodiar el árbol de Gernika, otro símbolo. Hay más: además de las exigencias legales, Urkullu asumió el cargo ante al Fuero Viejo del Señorío de Vizcaya -que data de noviembre de 1600-, y nadie duda de que sería ridículo considerar el juramento inválido por hacerlo ante un documento de hace siglos. Los txistularis y dantzaris -del Ayuntamiento de Bilbao- son otro elemento simbólico. Incluso la makila, el bastón de mando que lució Urkullu, no deja de ser un guiño histórico. Algo que asumen con normalidad expertos en escudos, como Andoni Esparza, miembro de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. Diferencia el ámbito institucional -en el que debe aplicarse la legalidad y, si es preciso, retirar las armas de Navarra- y el plano simbólico. "Gran parte de la población se identifica también con ese espacio cultural denominado Euskal Herria", comenta, consultado al respecto. "Las culturas vasca, española y francesa son perfectamente compatibles entre sí y hay que lograr que, respetando la realidad institucional, sus correspondientes ámbitos simbólicos coexistan con normalidad".

Buenas relaciones. El Gobierno de Navarra tuvo oportunidad de pronunciarse ayer sobre esta polémica generada por la derecha. El vicepresidente, Javier Remírez, no quiso entrar al fondo del asunto y apostó por que siempre se siga un cumplimiento estricto de la legalidad. "Tenemos que conminar al Gobierno Vasco a que cumpla en todos sus términos lo que tiene que ver con la institucionalidad de la CAV, que está definida en su propio Estatuto de Autonomía". De la misma manera, Remírez destacó la "relación muy fluida" que se mantiene con el Gobierno Vasco y señaló que trasladarán este parecer al Ejecutivo de Vitoria.