uis María Ansón, el que tuvo retuvo, sigue ejerciendo de oráculo a sus 85 años. Ya desde su atalaya de consejero privado del Conde de Barcelona, ese Borbón que no pudo reinar, y aprovechando su calidad de primerísima firma mediática, ha venido ejerciendo de parapeto contra cualquier gesto político que considerase peligroso para la monarquía a la que tanto debe y tanto protegió. El incombustible monárquico anda últimamente atribulado por lo que considera movimientos sísmicos procedentes de lo que denomina el sanchismo para acabar con el "espíritu de la transición" (mira que da de sí el tal espíritu) y provocar una crisis constituyente que modifique la forma del Estado restableciendo la República. Y en su imaginario, Ansón entroniza a Pedro Sánchez como presidente de la Tercera. No cabe más excelso protagonismo para un personaje tan aborrecido por la derecha ultramontana a la que el veterano periodista ilumina con sus prédicas.

Como era de esperar, la opinión de Luis María Ansón ha sido respaldada y amplificada por la derecha mediática y le ha faltado tiempo al PP para corroborar su teoría de la crisis constituyente y vaticinar la repetición del Frente Popular acaudillado por el sanchismo. Sorprende, por su cinismo, la aseveración de Ansón de que Pedro Sánchez cuenta con el control casi absoluto de los medios de comunicación, él, que ha sido pertinaz director del ABC, fundador de La Razón, columnista de El Mundo y creador de El Imparcial.es, y topamos con la caverna, como puede verse, poblada de periodistas que mamaron a los pechos del histórico maestro fiel a la monarquía borbónica.

Para empezar, pretender que Pedro Sánchez esté maquinando para desmantelar la Constitución es un despropósito eso sí, muy acorde con los ramalazos conspiranoicos de Luis María Ansón, pero de ninguna manera en consonancia con la práctica política del presidente del Gobierno, al menos hasta este momento. Es evidente la furibunda intención de descalabrar a este Gobierno que mantiene la oposición sin descansar ni bajar los decibelios. Sánchez es un presidente ocupa, ilegítimo, prevaricador, que pretende romper España y destronar al rey. Sánchez, compendio de todos los males, que gobierna con los comunistas, los separatistas y los terroristas, no puede seguir por más tiempo en la Moncloa después de conocerse su propósito de derogar la Constitución, acabar con la monarquía y fracturar España. Quién lo iba a decir, cuando en realidad Sánchez es el principal valedor de la corona aun en este momento de máxima degradación, el escudo que proclama "la Constitución no se trocea", que protege al rey ante cualquier intento de consulta sobre la continuidad de la monarquía.

Como argumenta Innerarity, no está el patio para sustituir la monarquía por la República, ni por ambiente ni por votos. Ni siquiera para revisar la Constitución. Pero no vendría mal retocarla para definir constitucionalmente una monarquía republicana que impusiera determinados "valores republicanos" al rey, en el ejercicio de sus tareas constitucionales: secularización del mandato, supresión del intempestivo oropel militar, principios de transparencia, imparcialidad y honestidad". Sugerencia de "republicanización de la monarquía" que hizo recientemente el lehendakari ante el pleno de control y que dejó estupefacto a más de uno y más de diez, que no habían leído a Daniel Innerarity ni, seguramente, tienen idea de quién es.