- Los tres atentados del último mes ponen de manifiesto que, cinco años después del ataque contra la revista satírica Charlie Hebdo, Francia sigue siendo una víctima prioritaria del islamismo en Europa. Según los expertos no es casualidad.

Su defensa del laicismo y de la libertad de expresión, el refuerzo de su legislación contra el islamismo y el gran número de nacionales que partieron a la zona de combate sirio-iraquí y después regresan al país contribuyen a ponerlo en el punto de mira.

La nueva oleada de ataques comenzó el 25 de septiembre cuando un paquistaní causó heridas de gravedad a dos empleados de una agencia de noticias audiovisuales situada al lado de la antigua sede de Charlie Hebdo, poco después del inicio del juicio por el atentado contra la publicación.

Siguió el 16 de octubre con la decapitación de un profesor que enseñó caricaturas de Mahoma en una clase sobre libertad de expresión, para continuar el pasado jueves con el asesinato de tres personas en Niza y la agresión a un vigilante en un consulado francés en Arabia Saudí.

"Estamos en un periodo de tensión muy fuerte. La vigilancia ya está al máximo, pero es imposible o muy difícil anticiparse a un individuo que de un día para otro decide vengar al profeta", explica Olivier Hanne, doctor en Historia e islamólogo de la Universidad francesa de Aix-Marsella.

Son atentados "contra símbolos franceses", en su opinión, y aunque el fin de Estado Islámico en Siria e Irak hace que no tengan un vínculo directo con esa organización, sí se arraigan en su llamamiento a actuar "sea cual sea la forma y el armamento".

"Es un terrorismo que provoca menos víctimas que en 2015 o 2016, se trata más bien de una multitud de ataques de bajo coste y arma blanca, que produce una sensación de amenaza omnipresente", añade el director del Instituto Francés de Relaciones Internacionales, Marc Hecker.

La propaganda yihadista presenta a Francia como país en guerra contra el islam, una guerra "con una vertiente interior, con el concepto de laicismo y las medidas que se toman para preservarlo, y una exterior, en la que su activismo militar es percibido como agresivo" contra esa religión.

La publicación de caricaturas de Mahoma hicieron que Charlie Hebdo fuera víctima de un atentado en enero de 2015 que se cobró 12 muertos y, tras el asesinato este mes del profesor, ha agitado los ánimos la declaración del presidente Macron, de que Francia "no renunciará" a esas ilustraciones.

"En lugar de calmar la fractura nacional, da la sensación de que Macron la cultiva para sacar rédito electoral. Sabe que necesita a los electores de extrema derecha si quiere quedarse en el Elíseo", sostiene el islamólogo François Burgat.

El también politólogo critica que la libertad de expresión tenga a su juicio en Francia una doble vara de medir: una que defiende como humor francés las caricaturas sobre el islam y otra que criminaliza cualquier crítica contra otra comunidad que no sea la musulmana.

Hanne, de la Universidad de Aix-Marsella, cree que en el cóctel que ha fraguado el actual contexto intervienen "la ofensiva del Gobierno contra el islamismo, el ambiente en torno a Charlie Hebdo y la creciente desconfianza en Francia hacia los musulmanes, no solo los islamistas".

Manifestaciones masivas. En Afganistán, Pakistán y Bangladesh, ayer los participantes mostraron su indignación contra Macron por sus comentarios sobre el islam.

Agenda política. El atentado del jueves a manos, presuntamente, de un inmigrante ilegal ha situado la inmigración y la lucha contra el terrorismo islamista en el seno del debate político del país.