El Gobierno finaliza 2020 con los Presupuestos aprobados para el año entrante. Las Cuentas salieron adelante con los votos a favor del PSN, Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra, y la abstención de EH Bildu. El curso del debate dejó clara la importancia política de estos segundos Presupuestos de la legislatura, en medio de una pandemia, y de que la estabilidad alcanzada molesta sobremanera a Navarra Suma.

A los cinco minutos de su primera intervención, Esparza ya había colocado a Chivite a los pies de los caballos, acusándola de cobardía absoluta”, “debilidad enorme”, de no “soportar la crítica”, y hasta de estar “escribiendo su final político”. Todo porque la presidenta había entrado a la Cámara foral por el garaje, y de que había un grupo de autónomos protestando a las puertas del Parlamento. Esparza convirtió las críticas de ese pequeño grupo de manifestantes en “críticas de la sociedad navarra” y el líder de Navarra Suma se retrató ideológicamente en otra frase dirigida a la presidenta: “No escucha a la sociedad navarra pero escucha a EH Bildu”. Como si los siete escaños de esta coalición no representasen también a una parte considerable de la sociedad navarra.

Esparza ofreció este tono airado solo un día después de que los socialistas apoyaran los Presupuestos en Pamplona y dieran un balón de oxígeno a Navarra Suma. Si alguien pensaba que este acuerdo iba a distender a la derecha en el Parlamento, erraba claramente. Lejos de cualquier distensión, Esparza cargó con dureza contra Chivite, con lenguaje y estilo similar al de Casado contra Sánchez. Al fin y al cabo, el futuro político de Chivite puede determinar en sentido inverso el de Esparza. La paradoja es que hace dos meses el líder de Navarra Suma sacó de la chistera un apoyo al borrador de cuentas, con propósito, dijo ayer, de dar “estabilidad hasta final de legislatura”, a cambio de aislar a EH Bildu. Fracasado en su intento, los costurones de esta estrategia aún se hicieron más visibles. Esparza regresó a su tono más agrio; fue como poner el contador de la legislatura en el minuto 1, regresar a agosto de 2019, a la investidura de Chivite y a los tiempos pre covid, y volver a acusarla de traición a Navarra. La crispación conservadora nunca se fue del todo, pero vuelve con fuerza en la antesala de 2021. Ahora Esparza va a tratar de convertir en santo y seña el malestar social que se empieza a palpar en algunos sectores de la sociedad. Son cinco años fuera del Gobierno, van para seis, la crisis se cierne sobre un gobierno de coalición social, y la promesa del ‘no dejaremos a nadie atrás’, exigente como pocas, supone para el presidente de UPN una oportunidad -muy probablemente la última- de conservar alguna expectativa de alcanzar la presidencia y por de pronto de enderezar una legislatura que se le estaba poniendo muy cuesta arriba.

El socialista Ramón Alzórriz pidió a Esparza “respeto institucional” y criticó una estrategia de “tierra quemada” de la derecha, que cree desautorizada por el último Navarrómetro. El portavoz del PSN afeó a Navarra Suma el cambio escenificado tras unos meses en los que encontró otra actitud. “Fueron críticos con utilidad, fueron oposición constructiva”, les reconoció, antes de acusarles de volver a las andadas, “a su Navarra, solo la suya”.

En línea similar, Mikel Asiain, parlamentario de Geroa Bai, vio “demagogia” en Navarra Suma, y comparó los acuerdos en Navarra con los que se perfilan en los Presupuestos del Estado. Bakartxo Ruiz, de EH Bildu, manifestó sus reservas con el PSN tras la entente de los socialistas y Navarra Suma en Pamplona, y criticó al PSN por haber dado “un bote salvavidas” a Enrique Maya. En su turno de réplica, más afilada, Ruiz llamó “cansino” a Esparza, le acusó de victimismo, y tras una nueva crítica de Navarra Suma de que EH Bildu no hace oposición, lanzó una pregunta: “¿Nos piden hacer una pinza al Gobierno? Eso sería una novedad”.

Mikel Buil, de Podemos, reconoció haberse dejado “pelos en la gatera” en estos Presupuestos. Críticó la “incoherencia supina” de Navarra Suma, señalando el rumbo de UPN en la anterior crisis. “En la corbata no está la buena gestión”, afirmó. Marisa de Simón (I-E) que apoyó este vez las Cuentas y no se quedó en la abstención, tildó la posición presupuestaria de Navarra Suma de fantasiosa, incoherente y de “brindis al sol”.