En unos pocos minutos emocionaron en la Comisión de Convivencia y Solidaridad Internacional del Parlamento de Navarra. Ante un escenario y un público atípico, sin atrezo alguno y mediante la fuerza de la palabra, en un breve pero potente diálogo mantenido con su compañero, el actor Alfonso Mendiguchía. Después vino una breve exposición. María San Miguel es la impulsora del proyecto 43-2, con una trilogía de teatro documental sobre la violencia. Estudiosa de su huella en la convivencia, y convencida de la fuerza política de la dramaturgia, se mostraba satisfecha y recompensada al término de la sesión. La conexión con los representantes políticos había funcionado. San Miguel cuenta que este tipo de teatro, especialmente en el ámbito vasco, "es una catarsis de verdad. Cada vez que salimos, el cuerpo y las palabras están cortando el aire. Se nota desde el escenario que sube la tensión. En cualquier parte se nota mucho al público, pero aquí es otra dimensión, y como actriz es muy emocionante".

Usted defiende la fuerza política y educativa del teatro, y lo cierto es que su escenificación conectó con los miembros de la Comisión.

-Realmente da mucho placer haber podido estar en el Parlamento de Navarra, y que el teatro, que es la herramienta que amamos y de la que vivimos, pueda estar en una institución pública, que debería por otra parte proteger a la cultura como bien esencial. Nos fuimos a casa con mucha satisfacción y mucha fuerza por haber podido entrar allí, con algo transgresor, sin llevar puesta la ropa de la obra, simplemente los vaqueros de casa, y poder contar nuestro trabajo, y también ofrecer a las representantes de los partidos del Parlamento de Navarra que hay otras vías posibles, y creo que la cultura es una de las más importantes, de poder generar un camino de convivencia y de reflexión crítica y de construcción de memoria democrática.

¿Por qué nos tensiona tanto hablar de estas cuestiones? O se vuelven tabú o es habitual que una discusión sobre la violencia termine a voz en grito.

-Yo creo que vivimos en un país que educa en el olvido y no en la memoria. En el temario de Historia contemporánea en los centros educativos casi no se llega a la Guerra Civil y al franquismo, y para mí es la base para entender el presente que vivimos. Y no podemos entender el presente y construir futuro sin conocer y reflexionar sobre nuestro pasado. En un país que apuesta por el olvido y el silencio, que es el segundo del mundo que más fosas comunes con asesinados tiene sin descubrir tras Camboya, es fácil que tensione, porque no se utiliza la palabra para construir, sino para destruir. Por eso creo que barriendo para casa, es muy importante cualquier representación artística, pero desde luego el teatro, por lo que genera en el presente compartido, pues el teatro suele representarse en comunidad, es mucho más transformador que cualquiera de las otras disciplinas artísticas que también lo son.

En su última experiencia pedagógica, en Tolosa, constataron la desmemoria existente, pero también recibieron de un alumnado adolescente reflexiones de mucha hondura. ¿Todo ese bagaje lo guardan?

-Hay veces que si podemos, y el presupuesto lo permite, recogemos los coloquios. Somos una compañía independiente, con recursos limitados. Nos movemos en un mundo en el que el mainstream y la cara famosa, incluso dentro del teatro, es lo más valioso. No vale el trabajo, sino el dinero que produzca. Al final estamos dentro de la lógica capitalista, y es difícil poder archivar todo ese material tan efímero. Al mismo tiempo también es la magia del teatro, que ocurre aquí y ahora. Si te has perdido la función o el coloquio, no se va a volver a repetir. Incluso la función nunca es igual, siendo la misma pieza, porque depende del público, de cómo estemos nosotros, de que un día conectas más con la emoción, y otro tienes que tirar de técnica. Tenemos algún coloquio grabado y varias piezas en nuestro canal en YouTube, donde se ve lo que se genera. Pero es algo que queremos corregir, porque de alguna manera lo que no está no existe. Sería importante que dentro de veinte años, que no sé si seguiremos haciendo las obras, ojalá que sí, alguien pueda saber que esto existió y poder investigar sobre ello y replantearse cómo está la situación en ese momento, respecto a hoy.

En su exposición final en el Parlamento, demandó al representante de Navarra Suma, Iñaki Iriarte, que su formación participe en el Plan de Convivencia.

-Es que yo creo que no se puede construir si no es desde el diálogo y desde el entendimiento con el otro. Creo que como representante político además es su obligación. Ahí salió parte de mi carácter y la resistencia y la dificultad que entraña hacer este tipo de trabajo en el país en que vivimos, viniendo de una compañía independiente, con un trabajo que sin ser subversivo sí que es muy arriesgado, porque hace una apuesta por el diálogo en un país que políticamente no apuesta por él. Esa falta de apuesta desde la política se está viendo reflejada en la sociedad también. Sí, se lo he dicho como artista y como ciudadana. Para construir hay que estar, y para poder estar en desacuerdo hay que estar también. Teniendo la oportunidad de estar allí, delante de las parlamentarias de distintos partidos y del parlamentario de Navarra Suma en la Comisión, yo formo parte como ciudadana de la sociedad, y además tengo una experiencia empírica desde el escenario y las experiencias que provocamos allí, y es una oportunidad de oro para una ciudadana poder estar delante de alguien con responsabilidad política y decir que la vida es otra cosa. Que parece que a veces dentro de las instituciones o de los partidos, igual que dentro de los grupos de amigos, parece que todos pensamos igual y que todo el mundo tiene que pensar igual. No, lo rico está en la diversidad, y la memoria tiene que ser inclusiva porque estamos obligadas a convivir entre todos y todas. Así que creo que es una obligación como representante político, que representa a los que le han votado pero también a los que no le han votado.

Se marcharon con la expectativa de poder actuar pronto en Navarra.

-Ojalá que la presentación del miércoles en el Parlamento lo genere, además en este año, que es importante, porque es el décimo aniversario del anuncio del cese definitivo de la violencia por parte de ETA. Hace 10 años que todo esto empezó a cambiar, que en el País Vasco y Navarra se empezó a caminar hacia la convivencia pacífica. Sería importante que nuestra trilogía pudiera girar por Nafarroa y provocar esas pequeñas revoluciones desde una sala de teatro. No solo por lo que cuenta, sino por el valor artístico que tiene. Son tres trabajos muy potentes, y somos en eso muy rigurosas y muy exigentes.

"Creo que la obligación de Navarra Suma es participar en el Plan de Convivencia; para construir y para el desacuerdo hay que estar"

"Sería importante que nuestra trilogía pudiera girar por Nafarroa y provocar esas pequeñas revoluciones desde una sala de teatro"