- Pedro Sánchez completó ayer su juego a tres bandas, una carambola a la vista de todo el mundo desde que decidió hace ni un mes propulsar a Salvador Illa con destino a Catalunya. Un cambio de cromos donde Carolina Darias recoge el testigo en la cartera de Sanidad y Miquel Iceta ocupa su hueco tomando el puente aéreo para ejercer como ministro de Política Territorial. Una remodelación de gobierno donde, a juicio de los socios de coalición, el orden de los factores no altera el producto pero que no es una mera ocurrencia del líder del PSOE. Tanto porque su asesor, Iván Redondo, aislado por haber dado positivo en covid-19, tiene mucho que ver en ello en base a su estrategia electoral, como porque el movimiento es de calado. En plena tercera ola y planeando la polémica por el cronograma de vacunación, Sánchez lanza a Illa a la carrera hacia la Generalitat bien para rentabilizar en votos su efecto como responsable de haber dirigido el ministerio de la pandemia, con defensores y detractores a partes iguales y sin término medio, y también para tratar de enterrar una década de procés y llamar al reencuentro después de un año en el que la mesa bilateral pasó a la historia de las intenciones. Y para ello era necesario mantener la fecha de los comicios el 14-F con la Justicia de su parte. Lo que el soberanismo viene a llamar “operación de Estado”.

El sudoku se interpreta internamente como “cambios y ajustes” que no alteran “el buen estado de salud del Gobierno”, aseveró la ministra portavoz, María Jesús Montero. “Para nada hay un sentimiento de inestabilidad”, aclaró pese a que Unidas Podemos censurara que Illa puso pies en polvorosa sin comparecer ante el Congreso para hacer balance de la crisis sanitaria. “No me arrepiento de nada de lo que he hecho”, aseguró el candidato del PSC a presidir el Palau. “Siempre estaré donde pueda ser más útil”, enfatizó, señalando que se considera “un servidor público”, que en su gestión “se han cometido errores” y también “algún acierto”. “No conozco a nadie que haya acertado en todo. Pero siempre nos hemos guiado por criterios científicos”, se agarró Illa, cuyos desencuentros y vueltas de tuerca con las comunidades han estado a la orden del día. Como diría él, también algún acercamiento.

“Los nuevos ministros conocen muy bien los ámbitos donde desarrollarán sus tareas. Les avala su experiencia y sus cualidades”, verbalizó Sánchez tras informar de los nombramientos a Felipe VI, destacando la participación de Darias en las reuniones sanitarias con las autonomías y las cualidades de Iceta, a quien calificó como “un estudioso de la política, una persona de ideas, de construir consensos en un estado descentralizado en el que la cogobernanza ha llegado para quedarse”.

Que Illa desembarque en Catalunya como cartel electoral se pactó con Iceta por noviembre, encuestas en mano. “A Miquel se le debe mucho”, señalan en la dirección del PSOE. Fue el mayor apoyo de Sánchez en las primarias de 2016 y su conducta dista de las de otros barones del partido. Le toca pilotar una cuestión territorial siempre compleja y con ánimo de desescalada del conflicto. Ni Madrid, donde residió en su etapa de diputado, ni Moncloa, donde fue miembro del Gabinete de la Presidencia, son territorios desconocidos para él. Pudo retornar antes, cuando en 2019 se le ofreció ser ministro de Exteriores y él renunció para dedicarse a fondo al PSC. El veto de ERC bloqueó asimismo su designación como presidente del Senado.

Por su parte, Darias desembarca en Sanidad en un trance cruel, con los contagios batiendo récords, las comunidades exigiendo medidas más duras y el reparto de vacunas en cuestión. Durante su año en el Ejecutivo, ha participado junto a Illa en el Consejo Interterritorial para intentar pactar estrategias frente al virus, terreno que no le será desconocido.

Sánchez tiene el convencimiento de que, tal y como vaticinaba la reciente encuesta del CIS, el PSC puede ser el partido más votado e Illa tiene posibilidades de convertirse en el próximo presidente de la Generalitat y abrir una nueva etapa en la política catalana que deje atrás la crisis de convivencia que el Gobierno achaca al independentismo.

Aun sin alzarse con la presidencia del Govern, en Moncloa se estima que podría lograr ese mismo objetivo, aunque se rechaza hablar de posibles acuerdos con ERC, emplazando al resultado de las elecciones.

Esa colaboración parece en este momento más fácil que meses atrás después de las negociaciones en Madrid en las que se logró que el partido de Junqueras respaldara los Presupuestos del Estado para este año.

Las aspiraciones de Illa podrían sufrir un revés en caso de que el Tribunal de Justicia de Cataluña decidiera antes del 8 de febrero el aplazamiento de las elecciones. En ese caso ya no tendría durante varios meses la dosis de presencia pública que le ha aportado el Ministerio. Y aunque hubiera un aplazamiento, tiene el convencimiento de que se mantendría el “efecto Illa”.

El futuro de Catalunya está también en buena medida detrás del nombramiento de Iceta en Política Territorial, un ministerio clave para engrasar la relación con las comunidades autónomas. Sánchez vuelve a otorgar las riendas de este departamento a un destacado dirigente del PSC después de que Meritxell Batet lo encabezara casi un año, desde el triunfo de la moción de censura contra Mariano Rajoy hasta que abandonó esa responsabilidad para presidir el Congreso.

“Iceta puede construir consensos en un estado donde la cogobernanza llega para quedarse”

Presidente del Gobierno español

“No me arrepiento de nada de lo que he hecho, siempre estaré donde pueda ser más útil”

Candidato del PSC a la Generalitat

“Sánchez está más pendiente de sacar votos en las catalanas que de salvar vidas es España ”

Líder del PPxxx