El Foro Social ha pasado por el Parlamento de Navarra para presentar el resumen de las dos jornadas que celebró en otoño sobre la construcción de la convivencia democrática en Navarra. Fernando Armendáriz, uno de sus miembros, acumula una larga trayectoria en materia de derechos humanos. Nacido en 1956, pacifista convencido, viene colaborando desde hace muchos años en diferentes organizaciones sociales. Su bagaje, y el del propio Foro Social, se perciben en la cuidada estructuración de las ideas que va desarrollando con voluntad constructiva a lo largo de la conversación.

Ante el presidente del Parlamento, tuvieron la oportunidad de transmitir su diagnóstico sobre la evolución de la convivencia en Navarra.

-Seguimos percibiendo esta legislatura como un periodo de grandes oportunidades, porque hay una disposición a entrar en todos estos temas que en otros momentos eran casi tabú. La justicia, la verdad y la reparación, derechos iguales para todos los presos y presas y para todas las personas que han sido violentadas en sus derechos. La consideración de la igualdad de todas las víctimas. No solamente de una parte o de otra, o de unos victimarios u otros. Apostamos por la normalización de la política penitenciaria, un asunto en el que estamos consiguiendo consensos muy importantes y que en otro tiempo no se hubieran conseguido. Hace unos días llevamos una petición al Parlamento sobre el acercamiento de los presos y presas navarras a la cárcel de Pamplona aprovechando las recomendaciones que hacen otras organizaciones de derechos humanos en tiempos de covid. UGT, CCOO, ELA y LAB apoyaron esa petición, con un consenso político muy mayoritario. Solamente Navarra Suma estuvo en desacuerdo.

Destacan el papel de la dirección de Paz y Convivencia.

-Sí, nos parece un valor positivo su empeño, y el del Gobierno de Navarra en general, para poner en marcha un Plan Estratégico de Convivencia. Es decir, no solamente para una legislatura, sino que es la primera vez que esto se hace con voluntad de futuro, además de una manera bastante inclusiva, pues parte no de un texto elaborado que se presenta a las organizaciones, sino del encuentro con estas para elaborar ese texto, cada una en su ámbito y criterio. Eso nos da una interlocución grande y nos pone en una tesitura de construir entre diferentes, pero por un interés común. Eso también es algo que hemos puesto en valor, y de hecho nuestra participación ha sido amplia. De ahí viene que entendamos que esta legislatura es de grandes oportunidades.

¿El giro, partiendo de lo sucedido en la anterior legislatura, es sobre todo del Partido Socialista?

-Yo no voy a referirme a partidos concretos, salvo a uno que lamentablemente nos rehúye con mucha educación y con todo el derecho.

Hablamos de Navarra Suma. ¿Les rehúye hasta para una reunión?

-No quiere encontrarse con nosotros, y es una pena, porque en el Foro estamos convencidos de que en algún momento esa interlocución se va a dar. No queremos que se hagan fieles seguidores del Foro. Sabemos que tenemos diferencias, pero queremos saber también cuáles son. No queremos convencer a todo el mundo de nuestras razones, queremos conocer las suyas. No pretendemos que la gente que esté en contra de nuestros planteamientos los cambie a favor, sino que a partir de las diferencias, podamos construir acuerdos, algunos consensos básicos que seguramente nos van a llevar a un escenario mucho mejor. Eso es lo que queremos que Navarra Suma entienda, y yo creo que dentro hay gente que estaría en esa disposición. Luego las lógicas políticas son otras, en las que no voy a entrar, cada cual tiene las suyas. El Partido Socialista ha entendido que el Foro Social es un valor también como articulador de una convivencia democrática en Navarra, y como generador de soluciones que tienen que ir dándose de una forma normalizada, visto que ya ETA ha desaparecido, que vivimos en un nuevo tiempo y que vienen unas nuevas generaciones que todo esto que hemos resuelto no hace tanto les suena a Historia o a Prehistoria.

Advierten sobre el riesgo de un cierre en falso trasladando a la siguiente generación parte del problema.

-Sí, hemos pasado momentos difíciles, de tensión. Por ejemplo, los recibimientos, los ongi etorris, algunas declaraciones que calientan el ambiente por partidos o por dirigentes políticos de un lado o del otro. Todo eso lo vemos no tanto como riesgo, pero sí como una cierta paralización de lo que nosotros queremos que sean un desarrollo normalizado hacia un futuro mejor. Lo hacemos en una lógica temporal, de que el pasado fue mucho peor, que hemos mejorado lo indecible en materia de paz y convivencia, de acuerdos sindicales o sociales, o de percepción de que el conflicto que ha vivido este país tiene una resolución necesaria y que en algún momento tendremos que sentarnos y desde distintos espacios construir un relato múltiple, crítico, posiblemente un multi relato, pero sin que tengamos que hacerlo desde trincheras particulares. El Foro utiliza muchas veces una imagen que es la del carril central.

Y la de los nudos...

-Sí, también. La del carril central es que queremos que la gente se sume a dicho carril de las grandes mayorías, en el que están todos los partidos del arco parlamentario, salvo Navarra Suma, y gran parte de la sociedad navarra, personas normales y corrientes con posiciones políticas diversas. En el Foro las tenemos. Y queremos ensancharlo cada vez más y por ahí queremos transitar. Y los nudos son aquellas cuestiones que todavía tenemos que soltar. Estamos deshaciéndolos.

¿Y cuáles son estos nudos?

-Hay tres nudos fundamentales. El primero es la consideración por igual de todas las víctimas, y eso significa por ejemplo que las víctimas de la tortura tienen que recibir la misma consideración de verdad y justicia. Hemos tratado con muchas víctimas. Y casi todas aprecian como fundamental la verdad. No quieren meter en juicios a nadie, no quieren venganza ni nada por el estilo, ni siquiera indemnizaciones a estas alturas. Lo que quieren es que se dé la verdad de lo que ocurrió con sus seres queridos.

Dados los miles de casos de torturas, estamos ante la suma de muchas verdades. Un elemento histórico muy importante.

-Claro. Hay un trabajo hecho por el Instituto Vasco de Criminología, y no queremos que quede en un cajón, pero hay también una ley navarra que está recurrida en los tribunales para la consideración de las víctimas de la tortura, por ejemplo. Es estúpido recurrir ese tipo de leyes que han salido adelante con un gran consenso, porque a la larga se va a imponer el Derecho sobre ese proceder restrictivo. Olvidémonos de la apelación permanente de ETA, ya ha desaparecido. No nos olvidemos de lo que hizo, eso no se puede olvidar. Pero los efectos de lo que fue ETA y la lucha contra el terrorismo hoy día tienen que situarse en las lógicas de 2021. Eso significa una justicia restaurativa, y que no haya que apelar al Parlamento porque Estrasburgo de nuevo a España le ha tirado de las orejas por no investigar exhaustiva y eficazmente las denuncias de torturas. Quizás haya quien se encuentre con su pasado y no le guste. A los presos se les exige un reconocimiento del daño causado, y me parece justo, bueno y necesario que sea así, porque la sociedad necesita oír que se arrepienten en buena medida de lo que han hecho, del daño que han causado. Y que nunca debieron hacerlo y nunca debió ser así. Pero al Estado también hay que pedirle que reconozca que hizo un daño a personas a veces completamente inocentes, y que impulsó acciones absolutamente deleznables. Todo eso se tiene que reconocer, y no esperar sentencias de Estrasburgo, que además de afear la conducta del Estado español, deja de nuevo durante un montón de tiempo en el limbo de lo injusto a personas como estas.

Háblenos de los otros dos nudos.

-Otro es el de la excepcionalidad penitenciaria, la aplicación de una política normalizada a las personas presas. En paso de grado, acercamientos, y libertad de las personas que deben estar libres, simplemente porque han cumplido en la normativa sus tres cuartas partes, etcétera. Se están dando pasos importantes, y los reconocemos, pero no al ritmo que nosotros desearíamos. Nos gustaría un impulso más decidido en el acercamiento de presos y en las cercanías, porque no todos los presos vienen al País Vasco o Navarra, sino que se les acerca, pero sin traerles a los territorios donde su entorno vive.

¿Y el tercer nudo, el de la memoria?

-Complejo pero a la vez apasionante, nos pone ante un reto que yo no sé si ha habido en otros procesos de paz, pero sin duda es necesario para la no repetición: la construcción de esa memoria, que sea crítica, evidentemente. Pero que sea inclusiva, que los distintos relatos, todos los relatos, sean respetados; que las distintas sensibilidades construyan su relato escuchando también otros. Y en eso estamos trabajando también.

¿Ahora con agentes culturales?

-Sí, estamos elaborando fórmulas de encuentro con especialistas en resolución de conflictos para ver cómo poder establecer distintos relatos dentro de un mismo marco de relación. Esto se ha hecho en muchos sitios. En Irlanda se dio de forma casi natural. Vamos a ver cómo poder observar las diferencias que nos unen, porque escuchar mi relato desde mi propia trinchera es simplemente retroalimentarlo. Cuando lo contrasto con otra persona, si lo hago de forma sincera y honesta, puedo encontrar puntos de afinidad, incluso de acuerdo. Este relato que se construya, con una base ética importante , tiene que ser el que tenemos que ofrecer a la sociedad, con una portada que ponga Nunca más. En esto hemos recibido una gran lección de las víctimas. Cuando el Foro Social impulsó por primera vez un encuentro de víctimas en el Parlamento de Navarra, entonces con Ainhoa Aznarez como presidenta, víctimas de distintos victimarios y distintas épocas contaron sus relatos y al final encontraron puntos de acuerdo en su sufrimiento y dolor injusto. Y se fundieron en un abrazo. Si esto hacen las víctimas, tiene que hacerlo la sociedad. Yo quiero por lo menos una cohesión en la interpretación de lo que es justo y es injusto, en lo que debió no ser, y cómo nos ha dañado como sociedad para construir una mucho mejor. Si no, corremos, el riesgo de repetir los errores del pasado y ninguna sociedad se puede permitirlo habiéndose causado tanto dolor.

Este año se cumple el décimo aniversario del cese definitivo de la violencia de ETA. ¿Es un buen momento para incidir en estas cuestiones?

-Yo creo que sí. Para recordar a los sectores más anclados en una lógica de vencedores y vencidos que ETA ya no está, que hace 10 años desapareció, y que ya no sirve esa lógica ni esa utilización. Que ahora hay que abordar la realidad desde postulados diferentes. Y digo sectores anclados en el pasado de un lado y de otro. Porque da la sensación de que se le echa en falta, y eso no puede ser. Nadie puede echar en falta a ETA, como nadie puede echar en falta al GAL o al Batallón Vasco Español o similares grupos terroristas. Hay que construir a partir de ese fin de la violencia y de ETA. Ahora nos queda todavía por resolver estos nudos que nos ataron en ese conflicto.

“La construcción de la memoria debe ser crítica e inclusiva, que los distintos relatos, todos los relatos, sean respetados”

“Este año es un buen momento para recordar a los sectores más anclados de un lado y otro que ETA ya no está”