- Cree que la labor de arbitraje de Felipe VI "ha quedado en entredicho", que en la abdicación de Juan Carlos se visualizó una transmisión "indecorosa", y que "la esencia antidemocrática de la institución monárquica la hace irreformable". Así se pronuncia Carlos Guzmán Pérez (Pamplona, 1991), militante comunista, asistente en Izquierda-Ezkerra en el Parlamento de Navarra, que ha escrito ¿Por qué no te callas? El descenso a los infiernos de los Borbones, editado por Atrapasueños.

Ha examinado distintos momentos de la trayectoria de la Familia Real tirando mucho de los discursos que emanaban desde la Zarzuela.

-La idea es intentar deconstruir el relato que se nos ha contado de la Familia Real en los últimos cuarenta años. Me pareció interesante seguir a sus propias palabras, y que sean los propios protagonistas y otros personajes públicos los que vayan dando pinceladas que nos hagan ver que es una institución que hace aguas en estos momentos.

Que se basa en gran parte en su puesta en escena y en los discursos.

-Si algo ha sabido hacer la monarquía española en estas últimas décadas ha sido construir muy bien un relato, que ha logrado que buena parte de la población, hasta hace muy poquito, apoyase de forma mayoritaria a la monarquía. Un juancarlismo sociológico donde quizás una parte importante de la población no era monárquica en esencia, pero que gracias a ese relato, y también al carácter bonachón y campechano del propio ex monarca, asumía la monarquía como algo que estaba ahí y que era beneficioso. Durante los últimos años estamos viendo en cambio que el discurso de esta institución no concuerda con sus propias acciones.

La sociedad española ha evolucionado respecto a hace unas décadas.

-Efectivamente. El CIS lleva desde abril de 2015 sin incluir en sus estudios sociológicos la pregunta sobre la monarquía, la última vez que se incluyó, la calificación de Felipe VI fue un 4,34, un suspenso, y desde entonces se dejó de preguntar. Posteriormente, hace pocos meses, el 12 de octubre salió un estudio sociológico de 16 medios independientes, y el 40,9% de los ciudadanos apostaba por la república frente a un 34,9% que apostaba por la monarquía. Sobre todo, lo más interesante es que conforme la edad de los encuestados baja, el porcentaje de apoyo a la república es ampliamente mayor. Yo creo que las generaciones que no hemos vivido en primera persona la Transición, ya no asumen ese relato juancarlista que se contó durante años, y lo desechan y ven que esa institución ya no tiene cabida en un régimen plenamente democrático como el que aspiramos a que sea este país. Aquella sociedad asumió la monarquía porque se consideraba algo útil para romper con el franquismo, pero a día de hoy esa idea de utilidad creo que ya ha quedado totalmente deshecha, sobre todo entre la gente más joven.

El republicanismo emerge con la acumulación de graves errores de la monarquía. Si se enmiendan, se estancará o perderá apoyo.

-En el último capítulo del libro, en un alegato final republicano, señalo que quizás los republicanos encontremos nuestros mejores aliados de cara a la construcción de la Tercera República en los propios Borbones. Es cierto que en estos momentos ese republicanismo se basa mucho en la acumulación de errores de la Casa Real, pero ahí es donde está el gran reto. Tenemos que ser capaces de construir una alternativa de futuro ilusionante, y sobre todo, hacer ver a la mayoría social española que la monarquía española es una institución anacrónica, antidemocrática y patriarcal, y que el cambio de la monarquía actual por una Tercera República no tiene que consistir solo en el cambio de un rey o una reina por un presidente o presidenta, sino que tenemos que construir una nueva España que merezca la pena ser vivida, ligando ese cambio a una aspiración de mejorar este país. Un cambio de calado que se solapa con las urgencias del momento. Parece que la sociedad en los próximos tiempos va a estar a otras cosas.

-Comparto la reflexión, pero no sé si se trata de un límite o de una oportunidad. Es evidente que la construcción de la Tercera República es una carrera de fondo. De lo que se trata es que el republicanismo no acabe desfondado en esa carrera. Tengo la convicción que la monarquía española tiene fecha de caducidad. Lo que tenemos que trabajar en el movimiento republicano es en intentar adelantar esa caducidad. A día de hoy las necesidades sociales son las que mandan, sufrimos una crisis socioeconómica y sanitaria sin precedentes en nuestra civilización, pero en esta misma crisis estamos viendo que la propia familia del rey no está siendo ejemplar. Con las vacunaciones de las hermanas del monarca en el extranjero, y las escapadas de Semana Santa de sus sobrinos. En estos momentos lo que prima es lo económico, lo social y sanitario, pero no debemos abandonar la idea de la Tercera República.

En los próximos diez años llega el centenario de la dictadura de Primo de Rivera, el de la II República, la mayoría de edad de Leonor, y seguramente la desaparición física de Juan Carlos. Momentos relevantes como para que pillen al republicanismo descolocado.

-Es evidente que en los próximos años vamos a encarar citas importantes. Creo que la labor del republicanismo debe ser la de deconstruir de forma continua el sistema monárquico y sobre todo construir esa alternativa de futuro. Ligando gran parte de los problemas actuales de la sociedad española, a la Constitución del 78, que ancla o sustenta el actual sistema, y a una alternativa superadora que debe ser la III República, con una Constitución que no solo recoja derechos, sino que también los garantice.

Un cambio de sistema, per se, no asegura una mejora social.

-No, pero lo que innegablemente aseguraría sería la plena democratización del Estado español. Que la principal institución, la jefatura del Estado, esté en posesión de una familia es un hecho totalmente antidemocrático. De cara a ese futuro republicano, la correlación de fuerzas existentes determinaría la orientación de la república y sus respectivos gobiernos. Pero la ciudadanía dejaría de ser súbdita para sentirse plenamente ciudadana.

La pieza clave de este debate es el Partido Socialista. Y no hay mucho margen para un cambio.

-Estoy plenamente convencido de que las bases militantes y electorales están totalmente concienciadas con la necesidad de un modelo republicano, pero existe cierta disyuntiva con lo que realizan o ejecutan sus representantes. Las bases deberían empoderarse y hacer que su sentir republicano mayoritario cope todos los estratos del partido para plasmar esa apuesta republicana.

"Las bases del PSOE deberían empoderarse y hacer que su sentir republicano mayoritario cope todos los estratos del partido"

"A día de hoy mandan las necesidades sociales, pero en esta misma crisis vemos que la propia familia del rey no está siendo ejemplar"