La honda remodelación que Pedro Sánchez ha acometido en el ala socialista de su Gobierno, sustituyendo a su núcleo duro por perfiles renovados y de partido, busca unir al PSOE ante la segunda etapa de la legislatura, que se anticipa dura y que arranca con el líder de la oposición, Pablo Casado, al alza en los sondeos. De hecho, el presidente es consciente de que debía de atajar el desgaste y, de la misma manera, fortalecer al partido. Y se ha puesto manos a la obra.

En el PSOE interpretan que la salida de figuras clave como Calvo o Ábalos adelanta una transformación intensa del partido, que además busca incorporar a diferentes familias al proyecto común. Es el caso de la ministra de Política Territorial, la antaño susanista Isabel Rodríguez. O de la titular de Educación, Pilar Alegría. O el nuevo ministro de Presidencia, Félix Bolaños, con un destacado pasado en las filas socialistas. O de Óscar López, nuevo jefe de gabinete, que tuvo un importante papel en tiempos de Rubalcaba. El propósito es reactivar el partido y mejorar sus expectativas electorales. Primero, de cara al 40 congreso que se celebrará del 15 al 17 de octubre en Valencia. Después, a las elecciones de 2023 o 2024.

Asimismo, Sánchez parece despejar incógnitas en algunos flancos territoriales. Y el presidente español pretende acabar con disputas internas: "Unir al partido como una piña ante una segunda parte de la legislatura en la que la oposición va a seguir siendo muy dura", señalan desde Ferraz.