Aimar Bretos (Donostia-San Sebastián, 1986) se muestra satisfecho por el trayecto recorrido este primer año en Hora 25 y repasa la actualidad, entre delicada y grave.

Primer año dirigiendo un programa icónico que acaba de cumplir medio siglo en antena. Este verano irá posando todo lo que ha vivido.

-Hora 25 es un Miura, cuando me dijeron que iba a dirigirlo así lo afronté, y creo que hemos conseguido torearlo con dignidad e incluso con algunos momentos bonitos. Es un programa muy grande, con mucha historia, como para andarse con frivolidades al dirigirlo, y esa ha sido mi intención, hacerlo a la altura de la historia del programa.

Presión añadida, más cuando la radio acusa la fragmentación de audiencias. El reto podía acogotar al principio.

-Sí, pero para no dejarme acongojar mirando la lista de los directores que me han precedido, he intentado ver estos 50 años de Hora 25 como una fuente de aprendizaje, quedarme con lo mejor de la fórmula, y a partir de ahí, construir y actualizarla. Evidentemente la radio de hoy no es la de hace 25 años, tiene un consumo en directo, pero también después bajo demanda. Ese era el reto de esta primera temporada, empezar a tomar esta nueva senda en la que todo lo que hagamos sea bueno para el directo y para una escucha posterior. Llevar la radio hacia esa segunda vida.

Usted nació en 1986...

-Soy el primer director de la historia de Hora 25 que no había nacido cuando nació el programa.

Cuando Zapatero llegó a la Moncloa, usted no había cumplido los 18. Eso muestra renovación generacional.

-Creo que también enriquece que al frente del programa esté una persona así que convive en el micrófono con personas protagonistas en la Transición, como Margallo, elegido diputado en las elecciones del 77. Me parece que eso aporta riqueza.

Hay precocidad en su haber.

-Los primeros directores del programa y los primeros equipos eran gente jovencísima. De hecho, siempre ha habido gente muy joven en estos micrófonos. Hora 25 tiene ese espíritu desde el principio. Cuando Iñaki Gabilondo dirigió este programa era jovencísimo.

Esta renovación reconecta con algo que en su día se veía audaz.

-Y no solo en los medios. Mire la política. Feijóo no es el caso, pero hasta hace poco todos los líderes políticos de los principales partidos no llegaban a los 45. Para mí la juventud no creo que sea un plus. No me dejo llevar por el edadismo.

¿Si le pido un pronóstico sobre Andalucía, se va a escabullir?

-Sí, me voy a escabullir, creo que mi papel no es el de dar pronósticos, a pesar de que puede parecer por las encuestas que está todo el pescado vendido. Lo trascendente para el resto del país de lo que suceda en Andalucía no va a estar tanto en la tabla de resultados del domingo, sino en la gestión de las ecuaciones a posteriori de esa tabla.

Todos quieren sacudirse la presión al respecto. Con la economía protagonista el escenario poselectoral puede agrandar la desafección.

-Todo está unido. El otro día publicamos una encuesta en la que se veía cómo las personas que peor lo han pasado económicamente tras la pandemia, especialmente las que se han endeudado en estos últimos años, votarían preferentemente a Vox en las próximas andaluzas. Horas antes de que se publicara esa encuesta, la extrema derecha había llevado a Marbella como gran reclamo para su mitin central a Giorgia Meloni, que es la líder de la ultraderecha italiana, una señora que se autoreivindica heredera de la Alianza Nacional de Fini, que alabó en su día al fascista Giorgio Almirante, y que en ese mitin de Marbella dejó frases de integrismo llamativo, cuando se puso a gritar por “la universalidad de la cruz”. Veremos hasta qué punto ese discurso cala o no en España.

La inflación es una máquina de generación de desigualdad, para un Gobierno que tenía como tarea troncal aminorarla. La legislatura se le ha puesto cuesta arriba.

-El Gobierno tiene el reto de mantener las políticas de ayudas que ha desplegado, pero rediseñarlas en lo posible para que sean realmente progresivas y redistributivas, lo que no hemos visto en el caso de las gasolinas. Obviamente es muy importante que a la gente que no puede pagar su gasolina se le bonifique con veinte céntimos el litro, pero igual no tiene mucho sentido bonificársela al jefe de esas personas con esos veinte céntimos por litro. Son debates muy complejos, pero que un Gobierno que hace del progresisimo su bandera, tiene que afrontar. Aquí la izquierda tiene que encontrar el equilibrio virtuoso en su oferta política entre lo que es lo cultural y lo material. Es difícil llegar a mayorías sociales ofreciendo solo una buena trinchera en la guerra cultural que despliega la derecha. Una ciudadanía precaria, sin un nivel de vida digno difícilmente puede preocuparse de otra cosa que no sea pagar la hipoteca sin ansiedad.

Son también elecciones legislativas en Francia. El Partido Socialista francés ha sucumbido. Esto parece inimaginable en el PSOE, que ha aguantado el embate de Podemos. ¿Es en todo caso un aviso a navegantes?

-Respecto a Francia creo que de lo que más debemos de tomar nota es evitar una confrontación política extrema en cuanto al clima de crispación, casi prepolítico, donde en el caso español algunos se mueven cómodos, y puede derivar en algo letal: que la ciudadanía deje de ver la política como el foro en el que debatir y buscar conjuntamente soluciones a nuestros problemas comunes, y empiece a verla como una de las mayores fuentes de esos problemas. Lo estamos viendo ya. En el barómetro del CIS de hace unos días, la ciudadanía sitúa ya entre sus cinco principales problemas a los políticos dos veces, por el mal comportamiento y los problemas políticos en general. A mí, personalmente, como periodista amante de la política, pocas cosas me dan más rabia que el discurso facilón de la antipolítica, pero es cierto que dentro de la propia política hay quien azuza y promueve ese discurso, porque después va a sacar réditos de él o quiere hacerlo. Es generar caos para después decirle a la gente yo os ordeno todo esto.

Hablemos del centralismo. Los propios periodistas a veces lo alimentamos. ¿Empapa cuando se vive y se trabaja en Madrid?

-Yo creo que hay un debate eterno, que además es positivo, porque nos mantiene en tensión, sobre lo que es el centralismo a la hora de informar. Evidentemente, hoy llueve en Madrid es centralismo informativo infame, pero hoy cae Filomena sobre Madrid es una noticia nacional. En Madrid al final vive a grosso modo, una octava parte de la población española. Es el nudo de comunicaciones con el resto de España, y obviar que algo que tiene una relevancia enorme en la vida de la capital de España no es también una noticia nacional me parece absurdo. Creo que es tan lamentable el centralismo informativo no justificado como la crítica permanente a cada momento que se pronuncia la palabra Madrid. Madrid no es España, pese a lo que dice Ayuso, pero Madrid también es España.

¿El centralismo informativo sigue generando un centralismo político? Un sector importante observa a los grupos vascos en el Congreso con el marco de potenciales enemigos.

-Yo creo que ese marco realmente está superado para quien lo quiera verlo con honestidad. Más allá de que se pueda utilizar por parte de determinadas fuerzas políticas para hacer mucho ruido, creo honestamente que la imagen que existe en la política nacional de todo lo referido a lo vasco y a lo navarro es de gente seria, con la que se puede negociar sabiendo que palabra dada es palabra escrita.

¿Eso no es un tópico?

-Puede, pero creo sinceramente que es la imagen más transversal que existe aquí respecto a los representantes de la política vasca en Madrid. Hombre, esto se rompió, hay que decirlo, con lo de la reforma laboral y Sayas y Adanero, pero bueno...

Hay un sobreúso o una presencia muy llamativa de la cuestión de ETA a lo largo de esta legislatura.

-A mí es una cosa que me da muchísima pena, escuchar, por ejemplo en la Asamblea de Madrid, referencias como si ETA siguiera existiendo, y siguiera siendo hoy un problema real de la ciudadanía española, cuando no lo es. Después de muchos años proyectando horror, Euskadi está dando ahora una lección de cómo una sociedad atravesada por la sangre y por la división, avanza hacia la convivencia, y puede hacerla real en muy pocos años. Evidentemente, tendrán que pasar generaciones hasta que el terror vivido quede solo en la memoria. Pero la tarea de las actuales generaciones es que esa memoria sea lo más completa posible, sin omisiones, sin contemporizaciones con quien intentó imponer su visión del mundo, de Euskadi, de Navarra, matando a quien no la compartía. La sociedad vasca y navarra están en eso ahora, en generar una memoria honesta, y el resto es ruido. y poca más atención merece el ruido.

¿Qué le parece la situación a la que se puede enfrentar Mariano Rajoy, investigado en Andorra?

-Veremos qué trayectoria tiene la causa abierta, a mí realmente me interesa mucho más la causa no abierta en España, de que por ejemplo, con la Operación Kitchen, uno de los mayores escándalos de esta democracia; que se utilizara a la Policía y a los Fondos Reservados para intentar neutralizar a un enemigo político, intentar quitar a Bárcenas pruebas que pudieran perjudicar al PP. Una de las cosas más escandalosas que he oído en mi vida como periodista fue a un agente de la Policía contar en una Comisión del Congreso que él se dedicaba a vigilar a terroristas yihadistas, a lobos solitarios, y que lo apartaron de ahí para ponerlo a seguir a Bárcenas. Que, según la Fiscalía, no se haya querido seguir investigando las verdaderas responsabilidades políticas, que se haya llegado hasta un punto, que era el ministro del Interior, y todos los que estaban por debajo, a pesar de las grabaciones que existen de Cospedal hablando con Villarejo, y de ese escrito de la Fiscalía en el que dice que el juez ha actuado como si hubiera una determinada línea roja que no se quería pasar, el hecho de que en España esa investigación vaya a quedar ahí creo que es la noticia en sí misma.

La ‘Operación Cataluña’ tampoco es baladí.

-Es que todo viene del mismo árbol. Cuando utilizas a determinadas facciones de la policía para trabajar en lugar de por la ley frente a la ley, pasan estas cosas.

Cuando el PSOE une sus votos a PP y Vox para blindar la inviolabilidad de Felipe VI y ni siquiera abrir posibilidades de reforma o de reinterpretación, ¿esto no perjudica la imagen del monarca en un sector amplio de la sociedad?

-Ahí el PSOE es quien tiene que decidir cuándo decide conjugar su alma republicana con su praxis. Es cierto que el momento actual es absolutamente complicado, que no es propicio para abrir determinados debates que puedan dividir aún más a la sociedad. A partir de ahí, sí que se podrían dar ciertos pasos, si las Cortes lo decidieran, como por ejemplo limitar la inviolabilidad del jefe del Estado, que es algo que puede ser bastante razonable en cualquier cabeza, que tenga una protección y no pueda ser juzgado o condenado por lo que haga del jefe del Estado, pero no por lo que haga dentro de las paredes de su casa. En cualquier caso, el PSOE cuenta con el apoyo de los letrados del Congreso, que dicen que es algo que no se puede hacer ahora mismo.

Pero es diferente que el PSOE reciba un mensaje nítido de la Casa Real sobre la necesidad de reforma a que observe dudas o reticencias. Con su postura, da la sensación de que estamos más cerca de la segunda hipótesis.

-Como tampoco sabemos exactamente cuáles son los mensajes que se cruzan entre la Casa Real y el Gobierno, cualquier cosa que hagamos son elucubraciones.SUS FRASES

“Es difícil llegar a mayorías sociales solo con una buena trinchera en la guerra cultural que despliega la derecha”“El Gobierno tiene el reto de mantener las políticas de ayudas, pero rediseñarlas para que sean progresivas”“El clima de crispación puede derivar en algo letal: que en la política se vea una gran fuente de problemas”“Me da muchísima pena escuchar referencias como si ETA siguiera hoy existiendo y siendo un problema real”“Veremos la trayectoria de la causa abierta a Rajoy en Andorra, me interesa mucho más la no abierta en España”“Limitar la inviolabilidad del jefe del Estado es algo que puede ser bastante razonable en cualquier cabeza”