La medianoche de este viernes finaliza la campaña electoral. Han sido 15 intensos días en los que partidos y candidatos han estado reclamando el voto por todo el territorio foral, este domingo más de 500.000 navarros y navarras deberán elegir la composición del nuevo Parlamento foral y de los ayuntamientos y concejos.

Ha sido una campaña que por lo general ha transitado en el debate político con cierta calma, entre la apatía y lejanía de la gran mayoría los ciudadanos, que en el mejor de los casos han seguido de reojo las propuestas de los partidos políticos. Pero que se ha desarrollado en buen tono entre los candidatos. Lejos, desde luego, de la tensión y los enfrentamientos, muchas veces excesivos, que se han visto fuera de Navarra. Queda por ver qué efecto ha tenido en los ciudadanos, toda vez que las encuestas dibujaban al inicio de la campaña una alta participación. La respuesta, el este domingo.

La excepción ha estado en la derecha, quien más tensión electoral ha metido a la campaña. Tanto en lo que se refiere a sus críticas al Gobierno, lógicas en quien aspira a un vuelco institucional, como en la rivalidad dentro del propio bloque. La ruptura de Navarra Suma ha derivado en un enfrentamiento abierto, en ocasiones agrio, entre UPN y PP, con acusaciones mutuas de deslealtad y apelaciones al voto útil. Y condicionado también por la marcha de algunos antiguos cargos regionalistas a las filas populares, lo que ha disparado la desconfianza mutua. Ambos en cualquier caso sumarán sus votos allí donde les den los números. La irrupción de Vox sigue siendo una incógnita.

En cuanto al bloque progresista que la última legislatura han formado PSN, Geroa Bai, EH Bildu y Contigo-Navarra, el debate ha estado centrado en quién lidera esa previsible mayoría, tanto en el Parlamento de Navarra como en los ayuntamientos donde pueden sumar más que la derecha. Todos aspiran a encabezarla, pero las combinaciones pueden ser varias y en algunos lugares dependerán de unos pocos votos. El veto que los socialistas mantienen a pactos con EH Bildu puede condicionar también el escenario final.

Una campaña en dos partes

En lo que se refiere a su desarrollo la campaña electoral ha estado dividida en dos partes. La primera semana llegó marcada por la denuncia de Covite sobre la presencia de personas condenadas por asesinato en las listas de EH Bildu. Una polémica que monopolizó los primeros días y que llevó a EH Bildu a rectificar anunciando que las siete personas con delitos de sangre no tomarían posesión de sus cargos si salen elegidas.

El anuncio, sin embargo, no ha acabado de aplacar la polémica, que ha superado las mugas de Navarra y la Comunidad Autónoma Vasca con un claro interés electoral. El PP ha aprovechado para atacar al PSOE y pedir la ilegalización de EH Bildu en una estrategia de confrontación política criticada incluso por las propias víctimas del terrorismo, que han denunciado la utilización política de su memoria.

El tramo final de la campaña ha estado centrado en cambio en los posibles pactos postelectorales. Ante la negativa del PSN de apoyar a su candidato en Pamplona EH Bildu ha apelado al voto útil para tratar de ser primera fuerza en Pamplona. Geroa Bai ha advertido a los socialistas de que no habrá pacto en el Gobierno si vuelve a impedir que sus candidatos logren la alcaldía donde sean la primera fuerza progresista, mientras que el PSN ha plantado un acuerdo a tres con Geroa Bai y Contigo Navarra para el conjunto de los ayuntamientos, dejando fuera a EH Bildu.

El panorama queda en cierto modo abierto. Habrá mayoría progresista previsiblemente en el Parlamento y en muchos ayuntamientos, pero las sumas no están claras ni tampoco quién las va a liderar. Dependerán en gran medida del resultado final de las posibles combinaciones posteriores. Así que a partir del domingo habrá que echar cuentas para ver qué sumas son posibles en cada institución.

Se abrirá entonces el plazo para una negociación política que tiene de momento dos fechas en el calendario. El viernes 16 de junio será la Constitución del Parlamento y, un día después, la de los ayuntamientos. Y ya para el verano quedará el proceso de investidura y la formación del Gobierno. Un proceso que puede ser largo y para el que los partidos todavía se guardan sus mejores cartas. Esto no ha terminado.