VITORIA - En la primera sesión del juicio por la muerte de la pequeña Alicia el pasado enero de 2016, tras ser arrojada por una ventana, el acusado, D. M., reconoció ayer en la sala de la Audiencia Provincial de Álava que lanzó a la niña desde una ventana. Y aseguró que actuó de este modo porque tenía que acabar con “la semilla del mal” que percibía en ella y en su madre. El varón dijo que se veía a sí mismo como un “ángel blanco” que debía evitar el fin del mundo, argumento que la acusación tachó de “mero teatro”. Este sevillano, que en el momento de los hechos tenía 30 años se enfrenta a una pena de prisión permanente revisable por el asesinato de la bebé Alicia y por tentativa de homicidio contra su madre Gabriela, que cuando se produjo el trágico suceso tenía 18 años. La defensa, por su parte, solicitó que se aplique la “eximente completa por enajenación mental”.

El enjuiciado, que ayer se sentó en el banquillo de los acusados en medio de una gran expectación, trabajaba como profesor de música en la capital alavesa. Conoció a la madre de la bebé a finales de 2015. En el momento de los hechos, en la madrugada del 25 de enero de 2016, se encontraba junto a ella y la niña en un piso de Vitoria al que había invitado a Gabriela para pasar la noche. En respuesta a las preguntas del fiscal, D.M. reconoció que en esa madrugada del 25 de enero de 2016, “lanzó” a la bebé por la ventana. Según aseguró, actuó de esa forma porque estaba “enajenado” y porque, en un momento dado, durante una pelea entre él y Gabriela, la niña le miró “con los ojos desorbitados” y “con maldad y rabia”.

“Trasmitir luz” a la bebé El presunto asesino relató cómo la pelea se inició cuando la joven -que en ese momento dormía junto a su hija en una habitación del piso de la calle Libertad-, se despertó y descubrió que él había entrado en la habitación y que tenía la mano sobre el pecho de la bebé. D.M. describió en la sesión de ayer que con aquel gesto tan solo trataba de “transmitir luz” a la niña. El acusado afirmó que en ese momento él se veía como un “trabajador de luz” y un “ángel blanco” con poderes, que debía acabar con “la semilla del mal”, que percibía en la madre y la bebé, y con “el diablo que iba a acabar con la humanidad”, relató ante las partes presentes y los integrantes del jurado popular que emitirán su veredicto. “Mi misión se concretó en acabar con la semilla del mal y la destrucción del mundo”, afirmó, antes de reconocer que, por ese motivo, inmediatamente después lanzó a Alicia por la ventana. “Tenía que hacerlo; era un trabajador de luz y estaba obligado a hacerlo sí o sí. Tenia que acabar con la semilla del mal, con el diablo, con ese futuro destructivo. Era mi misión”, manifestó con seriedad. Por el contrario, y pese a su afirmación de que observaba a Gabriela como a un “ángel oscuro” y como a la “semilla del mal”, afirmó que a ella en ningún momento trató de lanzarla por la ventana. D.M. insistió, a lo largo de toda su declaración, en que siempre se ha sentido como un “trabajador de luz” que tiene la “misión de proteger el mundo”. Además, admitió que el día en el que se produjeron los hechos, esa sensación era más intensa, ya que percibía todo tipo de señales que indicaban que “la oscuridad acechaba” y que se avecinaba el fin del mundo.

La acusación popular tachó toda esta argumentación de mero teatro, con el que el acusado y su defensa pretenden exculparlo. Por ese motivo, añadió que aquella noche, cuando Gabriela se había ido a dormir con su hija a otra habitación de la vivienda, envió un mensaje a la joven para que le practicara sexo oral con la esperanza de que eso le ayudara a aliviar el estrés y el abatimiento que sentía por las señales que evidenciaban que no había futuro para el mundo. Gabriela, no obstante, no contestó al mensaje. El acusado también concretó que aquella noche fumó marihuana y consumió dos latas de cerveza. Además, indicó que desde la adolescencia sufría brotes psicóticos y que un médico de Osakidetza, cuya identidad no reveló, le había advertido de que dichos brotes se debían al consumo de marihuana. En respuesta a la acusación particular, afirmó que desde hace varios meses toma 75 gramos diarios de Seroquel. Se trata un antisicótico, pero que, aunque este medicamento filtra las señales e imágenes que dice percibir, sigue pensando que existe “una oscuridad muy poderosa” y que debe continuar con su misión. Por último, se declaró víctima de un “complot” orquestado por los “agentes de la oscuridad” en el que participa el “aparato judicial”, exclamó.- E.P./DNA