se ha dado en llamar “la Retirada”. Para muchos fue el final de la guerra. Para otros el inicio de una nueva batalla por los mismos ideales en el contexto de la II Guerra Mundial. Unos acabaron en el exilio latinoamericano. Otros, 400 navarros al menos, en Gurs después de su penuria por los campos franceses del Rosellón tras pasar de nuevo la frontera de los Pirineos, en este caso, por el extremo este. Bastantes murieron por las pésimas condiciones. Aquel invierno de 1939 fue uno de los más fríos del pasado siglo. El viento del mar congeló los cuerpos y heló las almas de miles de personas derrotadas, pero que consiguieron mantener viva la llama de la ideología y el calor de la solidaridad. Un documental del Gobierno de Navarra, Camino a Gurs, recoge las historias de algunos de ellos en boca de sus familiares. Otras se han perdido por campos de batalla, cunetas y fosas anónimas. El silencio. De nuevo el silencio y el olvido.

Ante la caída de Barcelona en enero de 1939 y el principio del final de la Guerra Civil, cerca de 500.000 personas emprenden el camino del exilio, un éxodo que se conoce popularmente como Retirada. Esta llegada masiva de gente al departamento de los Pirineos Orientales (que por entonces contaba con una población de 250.000 habitantes aproximadamente) comportó la separación y distribución de familias a lo largo y ancho de Francia y la construcción de campos de concentración en el Rosellón, los más relevantes de los cuales fueron los de Argelès-sur-Mer, Saint-Cyprien, Barcarès y Rivesaltes. El historiador Josu Chueca es muy crítico en ese documental con la actitud de Francia, que realizó una mala gestión de esta crisis humanitaria posiblemente por causas también ideológicas. El campo de Argelès-sur-Mer fue el primero de los campos de concentración construidos en el Rosellón y en pocos meses ya alojaba a más de 80.000 personas. No se había previsto nada para su acogida y al principio sólo la arena y la ropa que llevaban les servían de abrigo. Poco después se abrieron otros campos como los de Saint-Cyprien y el de Barcarès.

Entre 1939 y 1945, por los campos del Rosellón pasaron más de 250.000 personas, primero españoles, pero más tarde, con la Segunda Guerra Mundial, judíos, gitanos, antifascistas italianos y alemanes. Gurs, con 4.000 confinados, no presentaba muchas mejores condiciones pero al menos estaba más cerca de casa. Algunos tardarían décadas en volver a las suyas. Otros nunca lo hicieron.