PAMPLONa - La pareja del acusado, con el que está casada desde 2006 y con el que tiene una hija, testificó ayer en el juicio por jurado popular y afirmó que los hechos “les han jodido la vida” y que su esposo “no es la misma persona porque está muy mal psicológicamente”, según ella. La mujer, que se puso a llorar en mitad de la declaración, afirmó que el acusado “es buen padre (aunque tuvo una intervención policial por desprotección de la menor), es tranquilo, nunca ha pegado nadie” y que si tienen discusiones de pareja es porque ella “es muy impulsiva y de fuerte carácter mientras que él siempre se calla”. La noche del crimen habían discutido, al parecer ya durante el día, por las letras atrasadas que le quedaban por pagar de un préstamo para comprar la furgoneta. Al llegar ella de trabajar por la noche, dice que seguía enfadada y que fue a ver a su hija y que a él le oyó cerrar la puerta. En realidad, según las cámaras de la calle en las que se ve la entrada de una y la salida de otro, coincidieron en casa media hora. “Se solía ir a dormir al vehículo”.

A la vista de que la inspección ocular de la Policía constató que la furgoneta era casi “una segunda vivienda”, por la cantidad de enseres, ropa, documentación, comida e incluso medicación que había dentro, el abogado de la acusación particular le preguntó: “¿Pero convivían? ¿Eran matrimonio?”. “Claro que sí, éramos pareja y matrimonio”. Aun así, la mujer no tenía constancia de que a su marido le hubieran condenado por falsedad en el año 2013.

Tras irse de casa a las 22.18 horas, la mujer ya no supo de su marido “hasta las 3.00, cuando me llamó afligido y desesperado. Me quisieron matar. Eso me decía”. La mujer acudió al parking de Corralillos, no pudo ver a su marido y habló con una municipal. Vio en el lugar a los padres de la víctima, al que atendían de emergencia tratando de salvarle la vida los sanitarios realizándole una reanimación cardiopulmonar. Recordó que la madre de la víctima gritaba: “Pero hijo mío, ¿qué has hecho?”. De lo ocurrido, dijo que se pregunta a menudo a su marido: “Él recuerda que recibía golpes, que pensaba que era un sueño pero que al darse cuenta de que era real, le estaban machacando y se protegía. Porque ese niño entró directamente a matarle. ‘Soy el Elegido, vas a morir’, eso le decía. Y mi marido quería escapar y no podía, porque no le dejaba. Incluso me dice que le preguntó en un momento: ¿Qué quieres conmigo? Y que le dijo vale. Que entonces lo soltó y empezó de nuevo a pegarle. Yo le suelo recriminar por qué no salió del coche y él me dice que no le soltaba, que era golpe tras golpe. Hay que ponerse en su lugar”, aseguró, a la vez que detalló que el acusado, pese a trabajar en la construcción, “tiene el brazo derecho muerto, pendiente de una operación”. - E.C.