Vitoria - Los expertos del instituto nacional de toxicología que analizaron las muestras biológicas correspondientes al acusado del crimen y posterior descuartizamiento de una mujer en su domicilio de la calle Nueva Dentro de Vitoria constataron ayer por videoconferencia que el hombre consumió cannabis de forma continuada durante al menos los cuatro meses previos al crimen. La cuarta jornada del juicio que se sigue en Vitoria contra el presunto asesino de Marga estuvo dedicada por entero a los peritos especializados en indicios, genética y toxicología, y ahondó en algunos de los detalles que ya se conocían por boca del propio acusado, quien reconoció fumar entre 12 y 15 porros diarios. Hoy se expondrán las conclusiones definitivas de la Fiscalía y de la defensa, que tratará de evitar que su cliente sea condenado por alevosía, es decir, que intentará probar que existió una pelea previa al homicidio y que la víctima dispuso de una oportunidad de defenderse. El jurado emite su veredicto mañana y el juicio quedará a expensas de que el juez decida la pena a imponer.

El micrófono de los testigos recogió ayer las declaraciones de los especialistas en antropología forense, química y toxicología, identificación, inspecciones oculares y genética de la Ertzaintza, así como las conclusiones de los autores de los estudios realizados por los expertos del instituto nacional de toxicología.

Sus palabras, además de confirmar punto por punto el testimonio ofrecido la semana pasada por el acusado -quien confesó el crimen con todo detalle-, confirmaron con pruebas científicas el modo en el que se habían desarrollado los acontecimientos. Ratificaron que el arma empleada para golpear a la víctima hasta la muerte fue la maza, y que los utensilios empleados para inmovilizarla y descuartizarla fueron un serrucho de carpintero, un cuchillo, una guía de fontanero y unos listones de madera. Todos estos elementos quedaron impregnados de evidencias biológicas de la víctima y del todavía presunto asesino, aunque también se hallaron perfiles genéticos de varones desconocidos, si bien podrían corresponderse con personas que hubieran empleado las herramientas con anterioridad y que no guardan relación con los hechos objeto de juicio.

Mientras se sucedían los testimonios, el acusado se quedó dormido en numerosas ocasiones y fueron los ertzainas responsables de su custodia los encargados de despertarle. Él explicó que la somnolencia obedecía a la medicación que toma por prescripción facultativa, pero el juez de la Audiencia Provincial, Jaime Tapia, le explicó que su conducta podía interpretarse como poco decorosa.

Los expertos en toxicología constataron, a partir de los restos rescatados de las aguas del Zadorra, que la víctima no consumió droga de abuso alguna al menos en los 7 meses anteriores al crimen. Si bien hallaron un cierto nivel de alcohol, no pudo establecerse que procediese de una ingesta ya que el cuerpo se encontraba en proceso de putrefacción, lo cual genera alcohol de forma natural.

Asimismo, los expertos en análisis entomológico no pudieron determinar con exactitud el momento en el que se produjo la muerte y el descuartizamiento, puesto que el supuesto autor del crimen envolvió los restos en bolsas de plástico y los arrojó al agua. Circunstancias que alteraron el curso habitual de colonización de los cadáveres por parte de las larvas de los insectos necrófagos, evolución que se emplea como medida de tiempo para señalar fallecimientos.

Siete meses. El presunto autor del crimen consumió cannabis de forma continuada durante al menos 4 meses antes de cometer el crimen, según los expertos.

Ningún consumo. Los análisis practicados a la víctima del asesinato y descuartizamiento revelaron que la mujer no consumió ninguna droga de abuso de forma constante durante los 7 meses anteriores a su muerte.

ADN. Los especialistas constataron la existencia de restos genéticos de acusado y víctima en el arma del crimen.