La grandiosa capacidad de la medicina para ayudar a los enfermos está siendo desafiada rápidamente por su propensión a dañar a los sanos. Una floreciente literatura científica está alimentando la preocupación pública de que demasiada gente está siendo sobredosificada, sobretratada, y sobrediagnosticada. Los programas de cribado están detectando cánceres tempranos que nunca causarían síntomas o la muerte, las tecnologías identifican “anormalidades” tan pequeñas que permanecerán benignas, mientras que la ampliación de las definiciones de la enfermedad significa que gente con los riesgos más bajos reciben etiquetas médicas permanentes y tratamientos de por vida que no beneficiarán a muchos de ellos (Moynihan, Doust and Henry, 2012). Se estima que en los Estados Unidos pueden desperdiciarse más de 200.000 millones de dólares en tratamientos innecesarios cada año.

El sobrediagnóstico plantea una amenaza significativa para la salud humana. En sentido estricto, el sobrediagnóstico se produce cuando personas que no tienen síntomas se diagnostican con una enfermedad que, en última instancia, no hará que experimenten síntomas o muerte prematura. En sentido amplio, el sobrediagnóstico se refiere a los problemas relacionados con la sobremedicalización y el sobretratamiento subsiguiente, la desviación del diagnóstico, los umbrales cambiantes y la invención de enfermedades, todos ellos procesos que ayudan a reclasificar como enfermos a las personas sanas con problemas leves o de bajo riesgo.

Los efectos adversos del sobrediagnóstico incluyen los efectos negativos del etiquetado innecesario, los daños de las pruebas y terapias innecesarias, y el coste de oportunidad de los recursos desperdiciados que podrían utilizarse mejor para tratar o prevenir enfermedades genuinas. Muchos factores (incluyendo la mejor de las intenciones) están impulsando el sobrediagnóstico, pero un factor clave son los avances en la tecnología. A continuación se citan algunos ejemplos de sobrediagnóstico:

1. Asma: un estudio canadiense sugiere que el 30% de las personas con diagnóstico de asma, en realidad no tienen asma, y el 66% de ellas pueden no necesitar medicamentos.

2. Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad: los niños nacidos al final del año escolar tienen un 30% más de probabilidad de diagnóstico y un 40% más de probabilidad de medicación que los nacidos al principio del año.

3. Cáncer de mama: las revisiones sistemáticas sugieren que los niños con cáncer detectado a través de las pruebas de detección pueden ser sobre diagnosticados.

4. La diabetes gestacional: cuya definición ha sido ampliada, afecta a casi 1 de cada 5 mujeres embarazadas.

5. Hipertensión arterial: revisiones sistemáticas sugieren la posibilidad de un de un sobrediagnóstico sustancial.

6. Hipercolesterolemia: se estima que hasta el 80% de las personas con colesterol casi normal tratadas de por vida pueden ser sobre diagnosticadas.

7. Cáncer de pulmón: el 25% o más de los cánceres de pulmón detectados en pruebas cribado pueden ser sobrediagnosticados.

8. Osteoporosis: Una definición ampliada puede significar que mujeres con bajo riesgo tratadas experimenten un daño.

9. Cáncer de próstata: detectado por pruebas de anticuerpos específicas el sobrediagnóstico puede ser de más de 60%.

10. Embolia pulmonar: un diagnóstico de sensibilidad incrementada puede llevar a la detección de pequeñas embolias que pueden no requerir tratamiento anticoagulante.

11. Cáncer de tiroides: buena parte del incremento de nuevos casos pueden ser objeto de un diagnóstico excesivo.

Polimedicación en personas mayores.

Las personas mayores son el colectivo de edad con más consumo per cápita de fármacos. El riesgo de reacciones adversas se incrementa con el número de medicamentos consumidos. La falta de conocimiento suficiente sobre las medicinas y el tratamiento que el paciente recibe son algunas de las causas principales. Entre los problemas asociados con el consumo de fármacos entre la gente mayor destacan el error o el incumplimiento en la medicación, la prescripción inadecuada, las interacciones entre fármacos, las reacciones adversas y el uso insuficiente por falta de acceso a los servicios sanitarios. Además, muchos fármacos no han sido probados entre persones mayores. Los riesgos asociados con la polifarmacia pueden llevar a un aumento de los efectos adversos, caídas (Richardson, Bennett and Kenny, 2015) y una disminución del cumplimiento de la medicación (Alpert and Gatlin, 2015). Hay evidencia de que los problemas relacionados con el consumo de fármacos entre la gente mayor pueden ser evitados con indicadores de calidad del consumo de fármacos, revisión de los terapias e inclusión de la gente mayor en los ensayos clínicos.La autora es directora de Promoción de la Salud de la Agencia de Salud Pública de Barcelona