donostia - Diplomada en Nutrición Humana y Dietética, Josune Ciriza asegura que “por desgracia” no hay un alimento ni una dieta que cure el cáncer. “Lo que sí se sabe a nivel científico es que una alimentación saludable puede prevenir las recidivas y reducir la mortalidad en el cáncer de mama”, explica.

¿Existe algún alimento milagroso para la cura del cáncer?

-Por desgracia no existe una dieta que cure el cáncer ni tampoco un alimento que lo cure. Existen muchas personas que se están lucrando con esta enfermedad, pero la evidencia científica nos dice que no hay pruebas de que haya dietas ni recetas anticáncer. Lo que sí se sabe con evidencia científica es que una alimentación saludable puede prevenir concretamente las recidivas y puede reducir la mortalidad en el cáncer de mama.

Entonces, ¿una buena alimentación puede ser clave para que no aparezca un tumor?

-Un estilo de vida saludable puede prevenir ciertos tipos de cánceres pero, como el cáncer es multifactorial, eso no se puede asegurar. Al final cuantos menos factores de riesgo tengamos mucho mejor. El cáncer todavía se tiene que estudiar muchísimo, por lo que no se puede asegurar que llevar una vida saludable vaya a hacer que no tengas cáncer a lo largo de tu vida. Lo que sí está claro es que el sobrepeso y la obesidad están relacionados con diferentes tipos de cáncer.

¿Cree que la sociedad está realmente concienciada con el estilo de vida saludable?

-Creo que se ve que mucha gente lleva un estilo de vida saludable, pero no por llevar una vida saludable en sí, sino por estética con el fin de adelgazar. Hay que ver el sobrepeso y la obesidad como una enfermedad y hay que llevar una alimentación saludable no por estética, sino por salud. Es por eso que se llama alimentación saludable. La real food, que está ahora muy de moda, realmente me parece que está muy bien, pero creo que hay que saber utilizarla bien.

¿Cree que es necesaria una asignatura de educación alimenticia en los centros educativos?

-Sí. De hecho, yo doy charlas en colegios porque me parece que desde pequeños habría que educar a los niños, pero también habría que dar una educación a los padres porque creo que ellos también tienen que saber lo que es una alimentación saludable. No hay que comer de todo, hay que comer de todo lo saludable.

¿Es importante saber leer las etiquetas de los productos?

-Es importante saber leer las etiquetas. Cuanto más larga sea la etiqueta peor será el alimento. La fruta o la verdura no llevan lista de etiquetas ni de ingredientes. La clave es que la etiqueta sea lo más corta posible. En una alimentación saludable, cuantos más productos como la fruta, la hortaliza, la verdura o la legumbre, que esos sí que no llevan etiquetas, mucho mejor.

Lo que no nos hace mal hoy, nos puede hacer mal en el futuro. ¿Cree que los jóvenes llevan una mala alimentación y toman demasiadas bebidas azucaradas?

-Exactamente. Al final, comer mal desde pequeño no solo puede producir sobrepeso u obesidad, sino que también nos hace cambiar los sabores. Es más difícil que un adolescente cambie su forma de comer a que cambie de hábitos un niño de tres años. En la gente joven se está viendo en los llamados delgados metabólicamente insanos. Es decir, al comer mal no engordan, pero su cuerpo acaba sufriendo las consecuencias de esos hábitos. Hay que inculcar esa reducción de consumo desde los colegios pero, sobre todo, desde casa.

¿Qué puede provocar tomar a diario alimentos de ese tipo?

-Aparte del sobrepeso y la obesidad, una diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y diferentes tipo de cáncer.

Estamos hablando de algo serio.

-Exactamente. No le vemos las orejas al lobo hasta que aparece. Al final yo creo que hay que fomentar más la prevención que la pastillita cuando ya tenemos una diabetes o una hipercolesterolemia. La prevención es fundamental y, de hecho, se ahorrarían muchos gastos sanitarios.

Una persona que ha pasado por quimioterapia o radioterapia tendrá días que no tenga ganas de comer, pero el cuerpo necesita sus nutrientes.

-La labor del nutricionista y del dietista es que mejore la calidad de vida del paciente durante el tratamiento y después de él. Es importante que se cubran las necesidades energéticas y los nutrientes que necesita en cada momento. Habrá días que tenga menos hambre y se le puede pautar alimentos más ricos en nutrientes y otros días que tenga más hambre y podrá llevar una alimentación más normal.