Pamplona - La dictadura franquista ideó un sistema de campos de concentración con más de 300 instalaciones entre las que se encontraban cuatro ubicadas en Pamplona, Tafalla y Estella durante la Guerra Civil. Por estos campos, entre cuyos objetivos también estaba el exterminio de los enemigos del golpe de Estado, pudieron pasar a nivel de todo el Estado entre 700.000 y un millón de personas. En el caso de Navarra tenían una capacidad acumulada para casi 8.000 personas. Como sucedió con otras vertientes de la represión franquista, en una zona sin frente de guerra como la Comunidad Foral, la población reclusa no eran prisioneros de guerra sino sobre todo represaliados políticos. La investigación realizada por el periodista Carlos Hernández de Miguel en su libro Los campos de concentración de Franco ha confirmado otros trabajos previos a nivel navarro en relación a la cárcel del Convento de la Merced en Pamplona o del Monasterio de Irache en Estella pero ha sacado a la luz, tirando de documentación oficial del incipiente gobierno franquista de Burgos, algunos lugares de los que no se tenía conocimiento como el uso como campo de la ya desaparecida Academia Militar de Tafalla, por ejemplo. Estos campos fueron cerrándose para finales de 1939.

La principal aportación del trabajo de Carlos Hernández tiene que ver con la acotación metodológica de lo que es un “campo de concentración” y el hecho de haber logrado una visión global de esta vertiente de la represión franquista para lograr una foto a nivel estatal. Respecto a la primera cuestión, la clave se la dieron los propios franquistas que, en su estructura militar y administrativa, contaban con una dirección de Inspección de Campos de Concentración a manos del militar Luis Martínez Pinillos y dependiente directamente de Franco. Extraer este organigrama no es una tarea fácil ya que evidentemente el grado de sistematización de una mentalidad alemana nazi y de una española fascista están a años luz en materia organizativa. Son dos fenómenos diferentes, pero sí que comparten varias de sus finalidades, entre ellas la de clasificar y exterminar. En segundo lugar, Carlos Hernández cree que era necesario un barrido general en este ámbito ya que las investigaciones eran desiguales según las temáticas y las autonomías. “Me gusta hablar de que esto ha sido un trabajo coral, una investigación conjunta que ha partido de la lectura de todo lo publicado hasta ahora y se ha completado con la aportación de muchas personas”, señala.