La mujer reconoció sin ambages que el pasado 12 de enero, a las 4.15 horas, dio positivo cuando conducía su vehículo por la avenida Juan Pablo II de Pamplona desde Mutilva. Arrojó unas tasas de 0,74 y 0,69 mg de alcohol por litro de aire espirado en el control preventivo que había establecido la Policía Foral. Y, ayer, en el juicio en el Juzgado de lo Penal número 2 de la capital navarra, donde la Fiscalía le reclama una pena de 1.680 euros y retirarle el permiso de conducir durante año y medio, la conductora admitió que “hice fatal”, pero que se puso al volante después de haber consumido alcohol “por necesidad, para huir del hombre que me pegaba. Esa noche estaba cenando en casa de unos primos en Mutilva y él quería verme. Los fines de semana trataba de irme a casa de mis padres, o de amigas, para no dormir en casa, porque mi expareja es un maltratador y me llamaba todos los días, a todas horas, y me tenía manipulada psicológicamente”.

La conductora aclara que ahora él no actúa así por encontrarse en prisión, al haber sido condenado por quebrantar las órdenes de alejamiento respecto a ella. “Pero aquel día accedí a bajar al portal. Me dijo que estaba fatal y que quería que habláramos. Me monté en el coche porque hacía frío y entonces fue cuando él me retuvo, me quitó el móvil y las llaves. Me amenazaba con que le iba a meter en la cárcel y no paraba de repetir que me iba a seguir. Yo entonces solo pensaba en irme de allá. Sé que hice fatal, por supuesto. Pensaba que si no me iba, igual me seguía al portal y me daba una paliza. En ese momento no pensé en el estado que tenía para coger el coche. He vivido con pánico porque esta persona me maltrataba a diario”. La mujer telefoneó al 112 y él se buscó un escondite mientras tanto. “Les dije que estaba en peligro”, manifestó, pero que le pasaron la llamada con la Policía Foral y que su asunto lo llevaba la Policía Nacional. “Pedí ayuda, pero como se alargaba la llamada solo pensaba en irme a mi casa o a la de mis padres”.

Uno de los agentes que la interceptó en el control y que la sometió al control de alcoholemia recordó, sin embargo, que la conductora mencionó que había telefoneado a SOS Navarra pero que cuando se le preguntó en qué se le podía ayuda, ella colgó. Este policía declaró que la mujer estaba “muy nerviosa, hiperventilando y con continuos cambios de humor” antes de soplar en el etilómetro. “Ella decía que era una persona maltratada, que le habían quitado las llaves y que nos había llamado”, afirmó el policía.

La Fiscalía cree que el delito de conducción ebria no se discute, “queda claro que se cometió la infracción” y que no se le puede aplicar a la mujer una eximente (que anularía su responsabilidad penal) de miedo insuperable como reclama la defensa para que se le absuelva. “No ha quedado acreditado que estuviera en un riesgo tan grave o que le fueran a agredir para justificar su comportamiento. Podía haber pedido ayuda a sus primos si es que estaba cenando en su casa”. La defensa aseguró que la acusada, al ponerse al frente del coche, “reaccionó de manera instintiva a una situación de peligro”. Ella terminó: “Quiero decir por último que me entendáis, me vi en un mal momento y actué así”.