el acoso escolar o el bullying tiene muchas caras, historias, enfoques y vivencias. Rocío, Lucía y Adrián son algunas de las personas con diferentes enfoques del acoso escolar, con diferentes historias. Rocío es madre de una víctima de bullying, Lucía fue víctima del acoso escolar durante casi todo su periodo académico y Adrián fue el acosador. Tres historias, tres vivencias diferentes y tres formas de ver una problemática social de la actualidad. Estos tres testimonios también cuentan con las vivencias de un profesor, que prefiere mantenerse en el anonimato, y que completa la historia con el punto de vista del profesorado y del centro. Estas cuatro personas expusieron sus vivencias en una mesa redonda organizada el pasado martes por la Plataforma Social de Barañáin en el Colegio Los Sauces.

Desde pequeña Lucía empezó a sufrir acoso desde bien pequeña. “Empezó a los 4-5 con una niña que coincidía en el barrio y en el colegio. Y se extendió a toda la clase y por el curso. En ese primer colegio nunca se pusieron límites. Los profesores miraban a otro lado y le quitaban importancia. Decían que yo era una histérica y que mi madre me tenía sobreprotegida”, manifestó. Las familias de los acosadores tampoco intervenían y el problema iba en aumento. Los insultos eran cada vez más frecuente y conforme se iba haciendo mayor, era más consciente de la situación. Ella siempre se lo contó a su madre, pero no eran conscientes del problema y no sabían que existía el bullying.

Cuando su madre se enteró de que era acoso escolar, decidió cambiarla de colegio. “La cosa se extendió porque las personas del segundo colegio conocían a alumnos del primero y automáticamente supieron adónde me cambiaron y empezaron a difundir los insultos”. Además, sus excompañeros la seguían acosando en la calle. La historia se empezó a repetir y Lucía tocó fondo en sexto de Primaria, cuando empezó a necesitar ayuda psicológica. Pero en ese caso los profesores intervinieron y se implicaron mucho. “A pesar de las limitaciones de un horario escolar, se quedaban más tiempo hablando con los alumnos y se implicaron mucho más. Me sentí escuchada y atendida, y me hicieron entender que no era la rara”, confesó. Mientras tanto empezó a escribir su libro Bailando Bajo La Tormenta, que le ayudó a desahogarse. En Secundaria, encontró nuevas amistades, empezó a darse cuenta de que ella no merecía ese trato y poco a poco empezó a superarlo. Ahora con 19 años lo sigue superando, teniendo presente el lema “mañana estaré mejor que hoy y al día siguiente aún mejor”.

vivirlo en la familia Rocío es madre de tres hijos. Los tres acudían al mismo colegio y fue miembro de la apyma del centro. Su tercera hija fue la que sufrió acoso: “Mi hija sufrió acoso escolar desde la infancia y también la sufrió durante la adolescencia con unas consecuencias muy serias que aún seguimos viviendo hoy en día”. La época escolar en la que sufrieron el acoso tanto Lucía como la hija de Rocío es una época clave, ya que se trata de una época en donde los niños desarrollan su personalidad. “En este momento es muy importante lo que se te da en el colegio, el trato con tus iguales y la familia. Tiene que haber una interresponsabilidad entre estos tres ámbitos. Si esto no se da, y el niño sufre, la personalidad no se desarrolla de manera correcta y existirá una carencia”, destacó Rocío.

Además, subrayó la herramienta clave que puede llegar a ser la formación, ya que al tratarse de un tema tan complejo a veces es complicado identificar ciertas situaciones de acoso. “A veces, cuando tienes un problema y no tienes formación, te dedicas a formarte para ver si puedes abarcar y llegar a encontrar soluciones”.

Rocío expuso que en el caso de su hija el centro no se hizo cargo de la situación en ningún momento. “En su colegio no supieron atajar el problema. Primero no se lo creían y no intervinieron en ningún momento. En estos casos eres la madre sobreprotectora”. Llevaba 16 años en el centro, hasta era miembro de la APYMA. “Yo creo que se trataba de una falta de formación y no una falta de sensibilidad. Creo que todo el mundo partimos de ser buenas personas. Se trata de que muchas veces cuando te ves impotente para actuar tiendes a echar balones fuera y culpabilizar. Culpabilizas a la víctima y creo que es lo peor que le puede pasar”, destacó.

En cierto modo, Rocío manifestó que se culpabiliza a la víctima destacando sus inseguridades como “es tan rara, es tan tímida o empleando etiquetas”. En el instituto la situación siguió de manera parecida “pasaba los recreos en los baños, le tiraban piedras y empezó a faltar a clase. Huía y se quería invisibilizar para que no la agrediesen”, confesó Rocío. Al final la sacaron del centro pero “en un municipio tan pequeño, los espacios se comunican entre sí y tú vas a natación o al polideportivo, las personas que le agredían siguen estando ahí. Yo he vivido las burlas, los insultos. Y las madres estaban ahí, y no ponían límites. De alguna manera colaboraban, porque eran modelo, eran observadoras y también eran testigos”, manifestó.

Además, en todo momento subrayó que “no hablo desde la culpa. Hay momentos en los que tienes angustia, y te sientes culpable el día que te das cuenta que existe acoso escolar, que quizás no has hecho todo lo que podías hacer por tu hija, que no tenías la formación y los recursos suficientes y que tampoco pediste ayuda. Que te has dedicado a creer y confiar en unos profesionales que no estaban preparados. Pero jamás culpando”.

el acosador Adrián tiene 25 años y fue acosador desde los 13 hasta los 16. “Estaba pasando por una mala situación, mis padres se estaban separando, además anteriormente había tenido una violación y no sabía cómo actuar y cómo relacionarme”, confesó. Adrián trataba mal a todas aquellas personas que no pensaran igual que él. “A mí lo que mas tristeza me da, no es solo haber hecho daño, me parece muy triste que me haya tenido que dar cuenta yo, cuando estaba autodestruyéndome, cuando mi vida no tenía sentido y cuando estaba en problemas”, manifestó. Adrián destacó que habría que pararlo antes y que la formación debería ser tanto para profesores y padres, como para alumnos. Llegó un momento en el que sus amigos dejaron de quedar con él y no encontraba motivo para este hecho. “Yo no era consciente de lo que hacía y pensaba que corregía cosas que no estaban bien”. Contaba el caso de unos amigos suyos, que les acosaba por su homosexualidad y que “les condicioné el que se abrieran a la sociedad y que por un hecho puntual les puede haber marcado para toda la vida”.

el centro, ayuda clave El profesor que intervino en la mesa redonda, y que prefirió no facilitar su nombre, destacaba que “es un tema muy complejo, porque lo que sufre la víctima es un sufrimiento y un problema muy personal del que alguien está sacando beneficio”. El centro educativo debería actuar en varios ámbitos “se debe escuchar, calmar y asesorar a la familia”, destacó. Además destacaba la importancia de atender a la víctima y que en este aspecto “el colegio debe mirar, atender y hablar con la persona que está sufriendo esta situación”.

A su vez destacó que también es importante hablar con la familia de la persona agresora, que en algunos casos “muy difícilmente acepta que un hijo está haciendo mal a los demás”. En el caso de las familias que acepta que su hijo está acosando a otro alumno “en el 80% de los casos se soluciona la situación y esta solución se ataja de manera bastante rápida”, subrayó.

El docente puntualizaba en este aspecto, que la toma de soluciones depende mucho del profesor o tutor que esté a cargo del grupo en el que ocurre esto “un profesor puede ser el mejor dando su materia, pero existen ciertas habilidades que van más allá”. También subrayaba que “cuando alguien está haciendo algo mal, hay que decirle qué está haciendo mal y no machacarle”. A su vez destacaba que ante estas situaciones deberían existir sanciones proporcionales para el hecho que se ha producido. Para ello expuso dicho ejemplo que él lo denomina la metodología DGT: “Si en un lugar el límite de velocidad es de 120 y si se sanciona con un radar la superación de ese límite, la persona sancionada se lo pensará dos veces antes de volver a infringir esa norma”.

La prevención Rocío destacó que para prevenir o sensibilizar en estos casos “el papel de la familia juega un factor muy importante”. En este aspecto destacaba que la educación familiar se tiene que basar en “educar en valores y en inteligencia emocional y no se debe sobre proteger a los hijos ni poner en ningún límite que no lleve a ningún lado”. A su vez, los centros deberían “educar al grupo en empatía y responsabilidad”.

Los participantes destacaban que “no nos podemos quedar anclados en la rabia. No te puedes quedar en el enfado, tienes que buscar otros sentimientos”. También destacaron que “todo el mundo tiene derecho a segundas oportunidades y la colaboración de todos, y la aportación de ideas y soluciones son claves para enfrentarse a este problema”.

Hoy, Día Mundial Contra el Acoso Escolar. Bullying o acoso escolar es cualquier forma de maltrato psicológico, físico o verbal sufrido por estudiantes de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado tanto en el aula, como a través de las redes sociales, con el nombre específico de ciberacoso. Un agresor más fuerte busca intimidar a una víctima mediante un abuso de poder. En Pamplona han convocado hoy a las 20.00 una concentración para visibilizar y crear conciencia sobre el acoso escolar.