En stand by. Así es como se encuentra el buque Aita Mari en la costa de Lesbos a la espera de los permisos para navegar por aguas griegas o poder dirigirse a tierra africana. Un “bloqueo total” que no tiene fecha de solución y que ha hecho que la mayor parte de la tripulación haya vuelto a sus hogares. “Estamos muy preocupados porque en Libia hay un repunte de botes y en estos momentos no hay ni una sola embarcación que les pueda salvar”, cuenta el integrante de Salvamento Marítimo Humano (SMH), Iñigo Gutiérrez.

Tras la odisea que supuso llegar a Grecia -en un primer momento la Autoridad Marítima española prohibió al buque dirigirse allí- y repartir el material humanitario entre los inmigrantes de Quíos, el Aita Mari sigue anclado en la isla de Lesbos a la espera de un desbloqueo que parece no llegar.

“Nos hemos quedado los mínimos para el funcionamiento del barco, la mayoría de la tripulación ha vuelto a casa”, indica este donostiarra que confía en que la situación de bloqueo administrativo que padecen empiece a solucionarse a lo largo de la próxima semana.

Los integrantes de la ONG esperan que el gobierno griego de por fin una resolución favorable a su petición de navegar entre las islas de Lesbos y Quíos, donde un equipo sanitario de SMH continúa atendiendo a cerca de 12.000 personas refugiadas.

Un permiso que el navío solicitó nada más arribar a Lesbos el pasado 24 de abril, pero que debido “a la lentitud del sistema administrativo griego” no tiene fecha de resolución.

Esta no es la única autorización que espera el Aita Mari, ya que también aguarda una respuesta a la solicitud de dirigirse a mar libio y rescatar a los inmigrantes que caen al mar. Una contestación que según cree el miembro de la ONG llegará todavía más tarde. “Hasta que no pasen las elecciones europeas no se va a mover nada. La ultraderecha europea va a atacar a la inmigración durante la campaña y nadie se va a atrever a hacer nada hasta que todo pase”, predice Gutiérrez.

De incumplir esta prohibición y navegar a Libia, la tripulación podría ser detenida y obligada a pagar una multa de hasta 901.000 euros.

En la actualidad, no hay ni un solo barco trabajando cerca de las costas de Libia, ya que los dos que han estado en los últimos meses rescatando personas en la zona -el Mare Liberum y el Aylan Kurdi-, no pueden volver. El primero, al igual que el Aita Mari, está bloqueado por las autoridades alemanas (país de su bandera) que no les da permiso para zarpar, y el segundo continúa en Malta tras los problemas que tuvo para desembarcar a 62 inmigrantes que rescató del mar.

“Estamos muy preocupados, porque mientras seguimos sin poder salir se está dando un repunte de botes sin que nadie les pueda salvar. Encima, los que son localizados son devueltos a Libia, con todo lo que ello supone”, asegura el miembro de la ONG.

La cada vez mayor violencia en tierras libias no es el único temor que ven desde SMH. La cercanía del verano hará que “empiecen a llegar más y más embarcaciones” en las próximas semanas.

“Cada vez más gente va a querer huir de allí, ya no solo los que han llegado de otros puntos de África, sino también los propios libios”, comenta, al tiempo que añade que por cada una de las embarcaciones que llegan a costas europeas, “desconocemos cuántas decenas se quedan por el camino”.

Nuevos voluntarios y material

A la espera

Hasta que no lleguen los permisos solicitados, la tripulación del Aita Mari que continúa en Lesbos sigue buscando nuevos voluntarios y más material humanitario para los refugiados.

Por el momento, la embarcación ya ha repartido medicinas, productos sanitarios, higiénicos, mantas y ropa entre 12.000 refugiados de la isla de Quíos.

Allí seguirá en las próximas fechas el equipo sanitario que acompañó al navío y que trata de atender a los inmigrantes que siguen llegando a sus costas.

Asimismo, los miembros del Aita Mari tratan de habilitar el barco como una clínica dental y atender a los refugiados que presentan serios problemas bucales.

El Aita Mari, un viejo pesquero de Getaria, zarpó de Pasaia a mediados de marzo sin obtener respuesta de la Autoridad Marítima española para dirigirse a Lesbos, por lo que se trasladó a Oporto donde solicitó el permiso al gobierno luso.

Una vez con él, y ya cuando por fin navegaba por el Mediterráneo, la administración española ordenó al barco a dirigirse a un puerto y volver a solicitar el trámite, hecho que llevo a cabo en Palma.

Finalmente, el 16 de abril el navío consiguió toda la autorización para ir a Grecia, donde arribó una semana después.

Desde entonces, la embarcación continúa en stand by sin tener clara una nueva fecha de partida.