Dentro de dos meses, Jesús los Arcos Rey (Pamplona, 28/11/1998) comenzará en Zaragoza los estudios de Medicina. Este joven, que realizó y aprobó la selectividad el pasado junio en primera convocatoria, superó un cáncer maligno de fémur hace poco más de un año.

Este burladés, estudiante primero en Jesuitinas (Txantrea) -cuando tuvo que abandonar el curso 2016/17- y los dos últimos años, en IES Ibaialde (Burlada) -“por cercanía y comodidad para mi pierna; y donde compañeros y profesores han sido encantadores todo el tiempo”, enfatiza- siempre había pensado que estudiaría Biología. Sin embargo, tras un duro diagnóstico entre enero y marzo de 2017, un tratamiento agresivo de 17 sesiones de quimioterapia que finalizó en marzo de 2018 y, sobre todo, haber vivido de cerca el fallecimiento de un chico y compañero de odisea en similar situación, cambió su opción de estudios por Medicina. “Porque yo he estado en ese lado de paciente, sé lo que es, no quiero que lo pasen peor, y espero poder ayudar por lo que yo he pasado”, señala.

Así, este joven de 21 años relata cómo hace dos años y medio, cuando estaba en 2º de Bachillerato (había repetido primer curso) empezó con los dolores. Él era jugador de baloncesto en el equipo del colegio San Cernin, por lo que al principio relacionaba las dolencias con sobrecargas musculares o no haber estirado bien, cuenta. Era enero de 2017, y ese malestar iba a más. Había días que no podía moverse de la cama y acudió en repetidas ocasiones al médico de cabecera, donde le recetaban paracetamol u otros antiinflamatorios. “Había fines de semana que no podía moverme y, ahí, íbamos a Urgencias”, relata. En este servicio le realizaron placas y pincharon varias veces para mitigar el dolor. En las placas no encontraron nada. No obstante, su padre no concebía normal ver a su hijo así, por lo que insistió para conseguir ir al traumatólogo y que le hicieran una resonancia. “Esto fue en marzo; en abril, me hicieron una biopsia y es cuando vieron algo en el fémur. A las dos semanas me llamaron: vente corriendo al hospital”, rememora.

un sinfín de pruebas y tratamientos Los Arcos recuerda la ardua peripecia que comenzó entonces, entre abril y mayo de 2017. Mientras sus compañeros de pupitre preparaban la selectividad, él lidiaba con su diagnóstico: “Tienes un tumor en la pierna derecha y es maligno; primero vamos a intentar salvarte la vida; después, lo haremos con tu pierna”, evoca como palabras que en aquel momento expresaron los médicos. Entonces, recuerda, empezaron un sinfín de pruebas (de sangre, de médula, un PET en la CUN, tratamientos intravenosos de un día y de una semana?). La sensibilidad y molestia que se siente ante los olores, los “sabores metálicos” o el agobio de lugares con mucha gente son algunos ejemplos de sensaciones que recuerda del tratamiento. Ese mismo mayo empezó la quimioterapia y se la detuvieron en agosto para poder operarle en septiembre. Sería una recuperación costosa y aún le faltaban once sesiones más de quimio, pero todo salió bien.

El joven, estando en una de estas curas en diciembre de 2017, decidió volver al instituto. “Me lo sugirió un oncólogo: ‘¿Por qué no retomas los estudios?”, expone. Y así lo hizo. En enero estaba acudiendo a cuatro asignaturas de 2º de Bachillerato -opción que le dio Educación- en el IES Ibaialde de Burlada, centro en el que le trataron “de maravilla”, observa. “Yo ahí, nuevo, sin pelo en la cabeza ni en la cara, a curso empezado y habiendo perdido el primer trimestre? compañeros y profesores fueron encantadores”, destaca. “Me ayudaron con apuntes, cambios de hora de exámenes y apoyo cuando lo pedía”, recuerda.

De este modo, este joven aprobó la mitad de 2º de Bachiller en mayo de 2018 y la otra mitad, este año. Después, superó la EvAU y, debido al cupo que las universidades públicas reservan para personas con discapacidad, empezará el grado en Medicina el próximo septiembre. Se ha preinscrito también en la UPNA, pero este joven enamorado del baloncesto seguramente opte por Zaragoza (donde ya está admitido en el equipo de la sección de este deporte en silla de ruedas, el CAI Deporte Adaptado).

Jesús los Arcos relata sereno la dureza de su historia. Ahora, con una prótesis de titanio y la necesidad de portar una muleta para caminar, destaca en su proceso esa compañía y apoyo que recibió de familia y amigos y subraya la importancia de “no estigmatizar” al enfermo y de “no dejarle solo”. Es duro, es doloroso y da y despierta miedos, por lo que “no hay que tomárselo a broma y siempre intentar que tus allegados estén cerca. Si tienes a alguien que le pasa esto, no te apartes”, expone.