PAMPLONA- En una ponencia sobre los Mitos y realidades sobre las migraciones y sus efectos en Navarra, el profesor de la UPNA, Rubén Lasheras, ofreció ayer una interesante charla en el marco del curso de verano que organiza la Cátedra Unesco de Ciudadanía, Convivencia y Pluralismo de la UPNA y en la que colabora Sodepaz.

¿A qué se refiere cuando habla de los mitos de las migraciones?

-Sobre todo a esa serie de ideas preconcebidas, o representaciones, o aspectos que forman parte del imaginario, y que tienen que ver con cómo entendemos las migraciones y que de una forma u otra, aunque es difícil de establecer una relación directa, inciden en cómo las políticas públicas se articulan con respecto a ellas.

¿Observa que estemos en un momento de mayor riesgo para que esos mitos tengan eco y publicidad?

-Es curioso que, por un lado, tenemos la posibilidad de ser una sociedad muy informada y, por otro, tenemos todo lo que llamaría el fenómeno de la posverdad, que tiene que ver con todo aquello de que la apelación a las emociones domina en todas estas lógicas y en que acabamos creyendo lo que queremos creer. A veces, en términos generales, estamos informados, pero hay discursos más criminalizadores o culpabilizadores que terminan imperando. En muchas ocasiones tiene mucho que ver con el propio escenario social en el que nos encontramos. Es decir, hay cuestiones referentes a las migraciones que es evidente que no son reales, como no es real que roben los puestos de trabajo o que roben a través de ayudas, precisamente por lo que señalaba, porque las ayudas no se asignan realmente en función del origen nacional, sino por la situación de necesidad. Pero en ocasiones queremos creer o se mantiene la otra parte del discurso y tiene que ver con el escenario que hemos vivido en la última década. La crisis ha supuesto también un escenario de recursos escasos, una incertidumbre respecto a dichos recursos, que provocó que hubiera menos trabajo, menos ayudas y más recortes, y eso agudiza la situación de enfrentamiento entre grupos sociales. Eso desata las bajas pasiones, en las que la capacidad de acogida se pone en tela de juicio y en cuestión, y eso es lo que al final acaba generando no solo discursos sino también enfrentamientos... Desde el punto de vista de los discursos, lo importante es no solo que alguien señale esos mitos de que roban los puestos de trabajo o las ayudas, hay que hacer un ejercicio de prospección interesante de hasta qué punto esa situación de competencia de recursos escasos, esa escasez que viven los dos colectivos, es la que genera que se articulen esa serie de discursos.

En fechas recientes, vinculado también con la última campaña electoral, e incluso desde sindicatos agrarios, se han desatado ese tipo de discursos culpabilizadores.

-En el sistema político que nos encontramos actualmente las formaciones políticas deben beber del apoyo electoral de la ciudadanía. Y saben perfectamente que si la ciudadanía dispone de ese discurso, y ese discurso es el caldo de cultivo que existe en la ciudadanía, lo usarán o lo contemplarán. Eso no quiere decir que tengamos que criminalizar a la ciudadanía por articularlo, sino que tenemos que tratar de entender cuáles son las causas para que se articule ese discurso. Una cosa es que una formación política utilice ese discurso, y otra cuestión es cuáles son las políticas que se tomen con respecto a él. Todo aquello que trate de justificar la falta de control o el fraude en las ayudas sociales, instaurado en que son las personas de origen extranjero las que lo hacen, van en detrimento de un sector de la población que en muchas ocasiones sufre las peores condiciones y las mayores tasas de desempleo.

Algunos de esos mitos se sustentan en que el migrante lo asemejan algunos a un pasante, como si la migración fuera a paralizarse un día o si siempre los migrantes fueran a retornar...

-Desde una perspectiva más antropológica es importante cómo se hace la representación de la persona migrante, cómo la definimos, y muchas veces se hacen atribuciones como que el migrante está en tráfico constante. Y por eso se le supone menor capacidad de arraigo al territorio. Y, por eso, en ocasiones, si tú representas al migrante como alguien acostumbrado a viajar, que ha salido de su país y en ocasiones parece que se representa la migración como una decisión personal, y no vinculada a factores estructurales que inciden en este ámbito, y por eso a veces el discurso dice tan fácil como ha venido se va a ir. Y ese discurso es un poco peligroso en esa lógica.

Ha citado que Navarra es pionera en varias de estas cuestiones. ¿Cree que desde aquí se está liderando esa respuesta del antidiscurso?

-Eso exigiría un ejercicio prospectivo más profundo, pero creo que hay bastantes iniciativas que están viendo la importancia que tiene lo discursivo. Se están dando pasos que no son suficientes, y hay retos pendientes porque son cuestiones complejas, que necesitan diagnósticos más pausados y decisiones más meditadas. Creo que es necesario también encuentros de estas características, pero es evidente que se han dado pasos.

HOY SIGUE EN EL CONDESTABLE

Fenómenos migratorios. El curso de la UPNA sobre Fenómenos Migratorios y Derechos Humanos se cierra hoy con la ponencia (10.15 horas) sobre El asilo, ¿privilegio o derecho humano? del profesor de la Universidad de Barcelona David Bondía; con la conferencia (12.00 horas) sobre Migración en América, de la investigadora mexicana Alma Delia Herrera; mientras que por la tarde la escritora y politóloga Nazanin Armanian hablará sobre Migración de mujeres: ocho motivos y siete consecuencias para terminar con una mesa redonda sobre Migraciones Ambientales y Mujeres Africanas. El curso lo abrió ayer la profesora de la UPNA y directora del curso, Alicia Chicharro, la directora general de Políticas Migratorias del Gobierno foral, Patricia Ruiz de Irizar, el vicerrector de internacionalización y cooperación de la UPNA, Jorge Elso, y el representante de la asociación Solidaria Para El Desarrollo y la Paz, Sodepaz, Xabier Aguirregabiria. Ruiz sacó ayer a colación la importancia que tiene una ciudadanía concienciada en tiempos de “auge de una ultraderecha xenófoba y racista” y manifestó que su objetivo es construir una Navarra “más acogedora, más solidaria y ejemplo de convivencia”.