La vuelta al cole, como todo en la vida, tiene sus cosas buenas y sus cosas no tan buenas. Todas ellas se pudieron percibir ayer en la mayoría de centros escolares navarros que arrancaron el nuevo curso 2019-20. Una de ellas fue la Ikastola Hegoalde, cuya entrada era ayer un cúmulo de emociones a la carta, donde cada niño y niña afrontaba el primer día de regreso a la rutina de manera muy diferente.

Sus caras iban desde la alegría por reencontrarse con los amigos hasta la resignación por tener que volver a estudiar, pasando por la incertidumbre de pensar con qué compañeros iban a pasar este curso. También las caras del profesorado transmitían ayer muchas sensaciones. Y es que para nadie es fácil volver al trabajo tras casi tres meses de vacaciones y buen tiempo, aunque el verano se iba alejando cada vez que sus alumnos los abrazaban al entrar en clase. Y los gestos de los padres y madres tampoco fueron para menos. Muchos respiraron tranquilos sabiendo que por unas horas sus hijos e hijas estarían a cargo de otros.

Un ambiente agridulce, más dulce que agrio, se respiraba en la entrada del edificio de Arrosadia donde se reencontraron Ander Etxaide, Beñat Jiménez, Xabi Iribarren y Unax Goñi, cuatro compañeros de clase que hablaban de todo lo que les ha cundido el verano hasta que les interrumpió la sirena que avisaba del comienzo de las clases. Sus ceños fruncidos evidenciaban sus pocas ganas de volver a estudiar, aunque ellos aseguraron estar muy contentos de reencontrarse de nuevo con todos sus amigos.

Allí todo eran abrazos y alegría por volver a juntarse con los compañeros y compañeras. Irene Aranguren, que ayer cambiaba de ciclo y pasaba al piso de arriba “con los mayores de Primaria”, corría por los pasillos en busca de sus amigas. Detrás, Itziar Ocariz, su madre, la seguía atenta. “Está nerviosa porque pasa a 1º de primaria y ahora les mezclan, entonces no sabe quiénes van a ser sus compañeros de clase, pero por lo demás está muy contenta de volver”, apuntó.

Pero donde mejor se manifestó el abanico de caras y sentimientos que dejó el primer día de cole fue en la planta baja, la que alberga las clases de infantil. Allí, las niñas y niños de tres años, que ayer iniciaban por primera vez su etapa escolar, tuvieron reacciones muy diferentes. A alguno su madre tuvo que robarle un beso exprés porque no perdió un segundo en ir a jugar con sus nuevos amigos y amigas. Alguna otra, más tímida, miraba de reojo a papá como pidiendo permiso para hacer cualquier cosa. Y por último, los más apegados se aferraban a sus padres entre lágrimas y súplicas para salir de allí y volver a casa.

adaptación Para todos ellos está el periodo de adaptación que durará unas tres o cuatro semanas y que tiene por objetivo “que todos los niños y niñas de primer año se integren de la mejor manera posible en el aula”. Así lo explicó ayer Inés López, directora de la Ikastola Hegoalde, que concretó que este periodo de adaptación se desarrollará durante el mes de septiembre con las dos clases de 1º de infantil. “Este año tenemos dos aulas con 25 alumnos cada una, nunca habíamos tenido tantos”, manifestó, y expuso que cada clase se dividirá en dos turnos con la mitad del alumnado. Entonces, unos van en el primer turno y otros en el segundo durante una semana y, en la siguiente, se intercambian. “A partir de octubre ya vendrán en horario normal y se quedarán al comedor escolar y después a la siesta”, apuntó la directora.

Un método parecido utilizan en el CP Lorenzo Goicoa, de Villava, que también ayer dio el pistoletazo de salida al nuevo curso. Su director, Rafa Casellas, comentó ayer que los comienzos son siempre importantes porque “es como poner a navegar una barca, hay que saber equilibrar y estar muy atentos para que todo vaya en buena dirección”. En cuanto a la adaptación, explicó que, ya antes de empezar, las tutoras de los niños y niñas de 0 a 3 años se reunieron con las familias para explicarles el funcionamiento de las primeras semanas de clase. “Durante las tres primeras semanas, los padres y madres podrán estar con sus hijos en el aula, para que el cambio no se les haga tan brusco”, señaló Casellas, que añadió que lo importante es que todos los niños “vengan contentos al colegio”.

Ikastola Hegoalde. La Ikastola Hegoalde arrancó ayer el curso con 322 alumnos y alumnas, de los cuales 127 son de infantil, 195 de primaria y seis de aula alternativa.

CP Lorenzo Goicoa. El CP Lorenzo Goikoa acogerá este curso a unos 500 alumnos y alumnas, aunque esperan que la cifra aumente durante el curso al ser un centro “con mucho movimiento”.