donostia - La compañera del tatuador acusado de catorce delitos de índole sexual contra doce mujeres puso en duda las denuncias formuladas por las víctimas contra su novio ya que, según dijo, ella estaba siempre “presente” en el estudio y “nunca” ninguna le dijo nada.

“Yo siempre estaba allí y -tras ser tatuadas- ninguna me dijo: Tu esposo se ha sobrepasado conmigo. Tu esposo me ha dicho algo inapropiado. Nunca, nunca, nunca”, afirmó con vehemencia esta mujer durante la segunda jornada del juicio que se sigue en el Juzgado de lo Penal número 2 de Donostia contra su compañero, quien se enfrenta a una petición de penas que suma 21 años y cuatro meses de cárcel por parte de la Fiscalía.

Los hechos que se le imputan habrían sucedido entre los años 2013 y 2018, período en el que, presuntamente, habría acosado y abusado sexualmente de distintas maneras de varias de sus clientas, una alumna de un curso de tatuaje del que él era profesor y hasta de la novia de un amigo en cuya casa de Donostia tenía alquiladas varias habitaciones.

En la sesión del juicio celebrada el pasado miércoles testificaron una decena de víctimas que describieron un patrón de acoso sexual casi sistemático, muy similar en casi todos los casos y que se concretaba en comentarios indecorosos y tocamientos a los que supuestamente eran sometidas mientras estaban siendo tatuadas y que, como relataron, algunas entre sollozos, les hacían sentirse extremadamente incómodas y vulnerables.

Unos testimonios que la compañera del tatuador pretendió desacreditar ayer recordando que ella era la encargada de recibir, atender y cobrar a los clientes en el estudio de trabajo del procesado, donde “siempre” estaba presente mientras este llevaba a cabo los trabajos en una dependencia anexa sin que “nunca” llegara a escuchar “gritos, discusiones o llamadas de auxilio” por parte de ninguna víctima.

Tras aclarar que todos los acompañantes podían pasar a la cabina de tatuaje en caso de que así lo desearan, esta mujer recordó también que todos los clientes tenían que pagarle a ella tras el trabajo y les preguntaba qué tal les había ido.

“Si alguien tenía algo que decirme ¿por qué no me lo dijeron a mí?, se preguntó. “¿Por qué no me dijeron que las habían abusado? ¿Por qué?”. “¿Porque todas se quedaron en shock?, ¿Todas tienen la misma naturaleza? ¿Por qué todas reaccionaron igual?”, se interrogó.

Explicó además que algunas clientas acudieron “varias veces” al estudio e incluso enviaron a sus familiares allí. “Nunca escuché a nadie gritando. Hubiera ido inmediatamente a ver qué pasaba”, zanjó.

Fue preguntada también por un suceso ocurrido en la casa que ella y el acusado convivieron de alquiler con un amigo y la novia de este, quien presuntamente fue acosada por el procesado que supuestamente se bajó los pantalones y la acorraló en la cocina, si bien cuando la testigo acudió al lugar no vio a su compañero desnudo de cintura para abajo “en ningún momento” y la distancia que había entre los dos era “bastante grande”.

Precisamente este hombre fue otro de los testigos que declaró ayer y que explicó que comenzó a sospechar de la conducta del tatuador cuando varias mujeres le comentaron que se les había “insinuado” durante las sesiones, algo que le llevó a echarle de la casa después de que se supuestamente se propasara con su novia.

Estaba previsto que el juicio concluyera hoy, aunque la imposibilidad de realizar una videoconferencia para que testificara una víctima y la ausencia de varios testigos ha obligado a suspender la vista que se reanudará probablemente a principios de octubre con dos nuevas sesiones. En una de ellas declarará el tatuador, quien ha estado oculto durante todo el juicio por un biombo. - Efe