“Toda la noche en vela, escuchando el cielo” es la frase más repetida entre los centenares de damnificados por la gota fría que desde el jueves azota cada rincón de la Región de Murcia, provocando el desbordamiento del río Segura en varios puntos de su trazado y el desalojo de multitud de personas.

Los vecinos de la pedanía lorquina de Campillo vivieron con angustia la madrugada del viernes por temor a que la gota fría tuviera los mismos efectos que en 2012, que causó cinco muertos y arrasó 300 casas, por lo que algunos abandonaron sus hogares antes del inicio de las tormentas, y otros se atrincheraron en las buhardillas y plantas altas con víveres, agua y los teléfonos móviles.

El presidente de la asociación de vecinos de Campillo, Joaquín Giner, reconoció que la noche había sido “bastante difícil, porque cayó mucha agua y los brazales iban a tope”, lo que hizo que la “incertidumbre, el temor y la angustia” fuera máxima entre los habitantes de la diputación ante la previsión meteorológica.

Cada temporal supone un sinvivir para estos vecinos, que atribuyen el peligro de inundación de esa zona a la modificación de los cauces naturales de las ramblas por la mano del hombre.

En el municipio de Molina de Segura, una de las zonas más castigadas por el temporal y donde más de un centenar de personas han tenido que ser desalojadas de sus viviendas, María Dolores, que vive en una pequeña pedanía, contaba ayer cómo, tras ir a recoger a su hija al colegio, le fue imposible volver a su casa por la crecida del río. “Nos tuvimos que ir todos a casa de mi madre a dormir, que vive en el casco urbano de Molina”, decía. “Ahora, miedo me da volver a mi casa. No sé lo que me voy a encontrar cuando llegue”, afirmaba.

cámping desalojado En esta circunstancia se encontraron el jueves por la noche muchas otras personas no solo en Molina de Segura, sino en localidades costeras como Cartagena, donde 130 personas, clientes del camping Villas Caravaning, tuvieron que ser desalojadas y reubicadas en el Pabellón Central de Deportes del municipio.

En un primer piso de la calle del Río Eo de Los Alcázares vive Antonio Castillo, un hombre de 70 años que no ha salido de su casa al ser alertado por el servicio municipal de teleasistencia, pero que ha visto cómo las viviendas de la planta baja están inundadas y no han acudido todavía los servicios de emergencia, a pesar de que, según le han asegurado los vecinos de estas casas, lo han solicitado. Castillo explicaba que todas las calles de su zona están llenas de agua todavía y que las lluvias durante la pasada noche fueron muy fuertes.

En las ciudades, las incidencias del temporal se dejan notar, aunque algo menos. Rocío, vecina de la pedanía murciana de Torreagüera, no ha sufrido daños materiales en su vivienda, que es un primer piso, pero ayer no fue a trabajar siguiendo las recomendaciones de no utilizar el vehículo privado.

Sí salió a la calle una vez amainó la lluvia, donde pudo comprobar que no ha sido la única a la que el temporal ha obligado a permanecer en casa: “Prácticamente, todos los comercios estaban cerrados, también los talleres, incluso algunos bares”, explicaba.

En similar situación se encuentra Eric, que al levantarse por la mañana comprobó cómo la avenida en la que se ubica su domicilio, en Beniel, estaba completamente inundada. “Ahora tenemos un río en lugar de una calle: a menos que me compre un barco o un submarino, no podré ir a trabajar”, bromeaba, y aseguraba sentirse afortunado porque su vivienda no había sufrido daños mayores.

Peor suerte tuvo Marisa, que vive en plena huerta, entre Beniel y la pedanía de Alquerías, y pasó la noche en casa de un familiar porque toda la zona “está anegada”.

“Un coche pasó por la zona radiando que era obligatorio el desalojo de las viviendas por precaución y todavía no hemos vuelto a casa, pero nuestros primos, que han pasado por allí, han comprobado que tenemos entre 10 y 15 centímetros de agua”, explicaba.

Alejandra, que es fotógrafa y colabora con varias protectoras de animales en la Región de Murcia y Alicante, pone el foco en la situación que atraviesan esas organizaciones, que están pidiendo ayuda a través de las redes sociales para poder salvar a los animales. “La mayoría de los refugios se han inundado, y las asociaciones no tienen medios ni para evacuarlos ni para reubicarlos en otros lugares. Necesitan ayuda, al menos para transportarlos a otros lugares seguros”, alertaba.